En días pasados se conmemoró el día de la violencia en casa, bueno yo supongo que, más bien, era contra la violencia en casa.
¿Pero por qué sólo dedicar un día a enfrentar este problema que tan en silencio se vive?
Los motivos podemos encontrar por montones, tantos como lo son cada pareja. Todos sin motivo, no hay motivo para vivir en violencia, menos dentro de casa.
Pero cómo podemos evitarla es lo más importante. A quien corresponde evitarla, a los miembros de la pareja, a los padres, principalmente. ¿Desde cuándo? Desde que se da el primer indicio, ya sea ésta de forma física o verbal.
Les contaré dos historias las cuales me tocó ver de cerca, historias que me llevaron a reflexionar sobre la violencia en casa.
Una pareja de vecinos, jóvenes ellos, recién casados, los dos de comunidad rural, de diferente y en Torreón se conocieron y casaron.
A la semana de casados llegó la mamá de ella a visitarla, una semana de que se desprendió su hija. Era un sábado. A la hija, la novel esposa, le entró la nostalgia de su familia paterna y le pidió a él regresarse con su mamá al ?rancho?, él se negó, después de que él vivió por cinco años solo... quién le hará de comer el domingo.
Ante su negativa, ella volvió a insistir, quería acompañar a su mamá y saludar a sus hermanos.
Él ya molesto, aun estando la mamá de ella en la casa de visita, la llevó al patio y la golpeó con el puño de su mano, ocasionando que sangrara de la boca por los golpes y quedó tirada en el piso llorando de dolor.
Cuando la mamá de ella se enteró que golpeó a su hija, se acercó a ella a consolarla y le dijo: ?hijita, a ti te fue bien, a mí tu padre me pegaba con chicote? se levantó de con su hija y se fue sola al rancho.
Tengo mucho que no sé de esta pareja, lo más posible es que si a ella la encuentro en la calle no la reconozca... de la desfigurada de la cara de los golpes. ¿No creen?
La otra historia, tiempo después de la anterior, pasaba un sábado en la tarde por afuera de una iglesia, eran las seis, había mucha gente afuera, esperaban a los novios.
Antes el novio esperaba a la novia a la puerta de la iglesia, ahora se van primero a tomar la foto, claro, juntos.
Por fin llegaron los novios, los invitados hicieron una valla del camino del carro a la puerta de la iglesia, me acerqué a ver, parecía algo bonito.
Se abrió la puerta del carro donde venían los novios, muy bonito adornado, con un chofer bien arreglado. Se bajó el novio, vestía un traje negro y lucía un buen peinado, y volteó para que todos vieran que asomaba un vestido blanco, ella bajó un pie del carro se desparramó un vestido blanco y al querer ella levantarse, el vestido se atoró con alguna parte del carro.
Él con los nervios de la ocasión volteó con ella y sin medir la situación le soltó un par de palabras antisonantes. Varios de los invitados sólo pelaron los ojos.
Ante el atorón del vestido ella se volvió a sentar en el carro. Regresó el pie que había bajado del carro, cerró la puerta y le pidió al chofer le diera al carro.
Ante el asombro de todos los invitados y más del novio, éste le preguntó qué pasaba.
Ella volteó por la ventana y le dijo: ?si con lo que atoró el vestido y sin estar casados aún me has ofendido con tus palabras, no voy a esperar a estar casada para recibir más insultos o golpes, con permiso? y el carro partió.
¿Cuál de estas dos historias paran de frente la violencia intrafamiliar? Por dura que ésta sea es importante cortar desde un inicio.
Ser conscientes del problema al que nos podemos enfrentar y sobre todo si es de violencia intrafamiliar, nos lleva a Ser Humano y nos lleva a formar una adecuada familia en donde vivan con plenitud nuestros hijos, tal como lo quisiéramos fuera para nosotros.
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