Lejano a sus días de gloria como partido opositor, cuando solía ser semillero de políticos de gran talla, Acción Nacional padece como fuerza gobernante una crisis de figuras y liderazgos que se refleja en sus apuros para encontrar un dirigente nacional. Los aspirantes que hoy se disputan la presidencia panista parecen diminutos en capacidad y estatura si se les compara con los Vicencio Tovar, los Gómez Morín, los H. Álvarez o los Castillo Peraza.
Y el comentario no se refiere a la idea de abolengo y pureza panista que manejan algunos militantes de ese partido, sino más bien con el tamaño y la capacidad de los políticos que solían liderar a ese partido y los que hoy intentan dirigirlo. Porque no se puede negar que entre Carlos Medina Plascencia y Abel Vicencio Tovar hay un abismo, o que entre el ex priista Juan José Rodríguez Pratts y don Luis H. Álvarez las diferencias son notorias; incluso entre el joven Germán Martínez Cazares y el político del que se dice heredero, Carlos Castillo Peraza, hay un buen tramo.
Qué tan mal estará el asunto en el PAN que un hombre como Carlos Medina puede llegar, casi por aclamación, a ser presidente nacional del partido. Aunque ha sido un tipo con suerte, Medina no es, precisamente, el prototipo del político triunfador y mucho menos con capacidad de liderazgo.
Soberbio y sin grandes dotes intelectuales, este guanajuatense carga con el mérito de haber sido el coordinador de las campañas y de la estrategia electoral del panismo en la elección federal de 2003. Sus números hablan por sí solos: en esos comicios el PAN perdió más de 50 diputaciones y, muy lejos de ganar la mayoría que había prometido Medina, se desplomó en las votaciones y retrocedió como partido gobernante.
Hoy Medina aparece llorando de emoción al ver que los panistas le piden, casi le imploran, ser su dirigente, como tuerto aclamado por ciegos. Es la mediocridad que se adueña del PAN. Lo mismo se ve en la necesidad de aceptar como dirigente a un político de dudosa capacidad, que en tener como su mejor aspirante presidencial a un funcionario que, por más popular en las encuestas, no convence sobre sus méritos y capacidades para ser candidato a la Presidencia. Dirán que es nostalgia del pasado y que aquel era otro panismo, pero qué lejos están los días de los políticos de peso completo y de estatura en el PAN.
Notas indiscretas... A Santiago Creel le pasó lo que a la muchacha que en cuánto le dicen mi alma ya quiere casa propia. Cuentan que un día después de que se reunieron el secretario de Gobernación y el presidente de la Cámara de Diputados, Manlio Fabio Beltrones, a tomar café y se dieron el abrazo para la foto, los de Bucareli se sintieron lastimados cuando Manlio interpuso el nuevo recurso de revisión a los actos de la Suprema Corte en la Controversia por el presupuesto. Hubo una llamada de Gobernación a San Lázaro preguntando qué había pasado si un día antes los titulares habían quedado de trabajar juntos. En la Cámara respondieron que “quedamos de llevarnos bien, pero eso no tiene que ver con la Controversia en curso”. Y es que lo que a Manlio le sobra de colmillo a Santiago le cuelga de ingenuidad... La que no se sabe si es ingenua o de plano apática es Yeidckol Polenvsky. La abanderada perredista volvió a irse a Cuba cuando apenas en diciembre pasó tres semanas en la isla. Y la señora es libre de ir a donde quiera y a lo que quiera, pero en el PRD empieza a haber preocupación. No le ven a Polenvsky intenciones de arrancar ya su campaña. Justo cuando el PRI y el PAN se dividen y se abre una oportunidad para que el PRD aparezca como el partido que postuló candidata de unidad sin fracturas internas, Yeidckol sigue en la luna -o en La Habana- y sin hacer campaña. Ya hay quien dice que con ella el PRD desperdicia una oportunidad de oro en el Estado de México y hasta hay perredistas que sugieren que en vez de darle un documento con estrategias de campaña, el partido debe empezar por darle una Guía Roji del Estado y obligarla a que al menos empiece a conocer la entidad que aspira a gobernar... Lanzamos los dados. Tocó Serpiente.