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Sexto round?de negociaciones comerciales

José Juárez Medina

Hace como un mes comentábamos de los resultados de la Cumbre Iberoamericana que tuvo lugar en Argentina, en la cual, en virtud de los empeños de Estados Unidos y, destacadamente, del presidente Fox, el evento devino en una acalorada discusión en torno a concretar el Acuerdo de Libre Comercio para América (ALCA). Debido a ello, para algunos países protagonistas de la Cumbre, Brasil y Estados Unidos sobretodo, significó un buen ?round de sombra? con vistas a la Sexta Reunión Ministerial de la Ronda de Doha, que acaba de tener lugar en Hong Kong.

Tal como se esperaba, por la complejidad y conflictividad que el tema implica, la liberalización total del comercio mundial, esta reunión resultó un fracaso, igual que el ALCA en noviembre pasado. Así pues, Seattle, Cancún y ahora Hong Kong, han sido episodios de reveses para las grandes corporaciones trasnacionales, representadas por sus gobiernos clara está.

Esto no debe extrañarnos, la serie de negociaciones para liberalizar el comercio ha sido, como muchos analistas lo afirman, entre ellos Joseph E. Stiglitz, Premio Nobel de Economía 2001 y funcionario del Banco Mundial encargado de analizar la Ronda Uruguay del 1994, una historia de mala fe, de engaños pues.

Esquematizando, en breves palabras, la actual situación se debe a que los países ricos pidieron a los pobres y en vías de desarrollo (PVD), abrir sus fronteras para el libre comercio de los servicios (que es muy amplio), de proteger la propiedad intelectual y las inversiones.

Por su parte, los PVD y pobres demandaron que los ricos eliminen los subsidios a sus productores agrícolas y quiten las restricciones, para que los productos agrícolas de los países pobres no enfrenten dumping y puedan entrar sin trabas a los mercados de las naciones avanzadas.

Así las cosas, los PVD y los pobres accedieron a abrir sus fronteras, con la promesa por parte de las naciones ricas de eliminar los subsidios que sus gobiernos dan a la agricultura, lo cual ha sido letal para los campesinos y muy problemático para los agroexportadores de las naciones menos desarrolladas.

Pero los países avanzados, lejos de cumplir su parte del trato, incrementaron los subsidios agrícolas, y ahora para hacer efectivos sus compromisos piden mayores concesiones a sus contrapartes. Suena a telenovela, pero así es.

Esta ruta de colisión, por situar una fecha reciente, se viene registrando desde la Ronda de Uruguay de 1994, y por ello en la Ronda de Doha, que comenzó en noviembre del 2001, por la presión de los PVD, se decidió ponerle el nombre de la Ronda del Desarrollo, para intentar convencer a los países pobres de que los ricos ahora si iban a cumplir sus promesas.

¿Los negociadores de los PVD y pobres, teniendo en mente las promesas de hace cuatro años cuando inició la Ronda de Doha, creyeron que de pronto los países ricos, a nombre de sus grandes corporaciones, se iban a comprometer seriamente en el desarrollo? Pues parece que no, y por ello el fracaso de Hong Kong.

Y es que si en vez de andar con eufemismos se ponen claras las cosas sobre la mesa, quizás podría haber mayores probabilidades de destrabar el nudo. Es decir, la prioridad de los países avanzados, se entiende, es el comercio, vender pues, por ello su férrea defensa de los derechos de propiedad intelectual y los servicios, mientras que la de los menos avanzados es el desarrollo, integral a mayor abundamiento.

El comercio internacional, ahora en su forma de globalización, tiene como objetivo encontrar más mercados para la realización de la producción, si no las grandes corporaciones verían limitado su crecimiento y la competencia en sus mercados internos las ahogaría. No estamos diciendo nada nuevo. No tiene por objetivo promover el desarrollo de aquéllas áreas hacia donde se dirige su actividad. Ello no quiere decir que eventualmente los consumidores puedan verse beneficiados por precios más bajos, pero a la larga, las capacidades del crecimiento y el desarrollo económico y social, se ven seriamente limitadas.

En efecto, no está probado, más bien parece lo contrario, que el comercio internacional, este comercio internacional de la globalización vertebrada por las corporaciones trasnacionales, contribuya al crecimiento económico de los países y, sobre todo, que reduzca la pobreza, punto en el que los altos funcionarios de la OMC hacen un énfasis realmente notable.

Los negociadores de los PVD y pobres deberían de tomarles la palabra y si su objetivo es ?eliminar el dolor de la pobreza de millones de personas?? sugerirles que, sin duda, se pueden encontrar otras maneras de contribuir al desarrollo económico y social y, por ende, luchar eficazmente contra la pobreza.

Hay que decir que si esta problemática se abordara desde la perspectiva de la antropología o sociología económica, incluso desde la filosofía, se entendería porque está trabado, ya que esto tiene que ver una de las facetas de la naturaleza humana, la de la competencia y no precisamente cooperativa, sino que en muchos casos depredadora. Esta vía podría ser fructífera,¿por qué no la explora la OMC? Hay tareas.

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