Analistas consideran que tras las elecciones en Irak podrían profundizarse las divisiones entre las comunidades hasta el umbral de la guerra civil.
Washington, (EFE).- El presidente de EU, George W. Bush, está dispuesto a retirar las tropas de Irak si el Gobierno que salga elegido en las elecciones de este domingo le pide que lo haga, pero opina que los líderes iraquíes querrán que se queden para ayudarlos.
En una entrevista que hoy publica el diario "The New York Times", Bush afirma que "parece que la mayoría de los líderes (en Irak) entienden que necesitarán a las tropas de coalición al menos hasta que los iraquíes sean capaces de combatir".
Bush se refiere también en la entrevista a los asuntos que abordará la semana próxima en su discurso sobre el Estado de la Unión, en el que incluirá a Irak como uno de los temas que más le preocupa.
"Estamos viendo cómo se escribe la historia, una historia que cambiará el mundo", dijo.
Añadió que las elecciones en Irak son el primer paso de una ola democratizadora en Oriente Medio.
"Creo que dos de las grandes ironías de la historia serán que habrá un Estado palestino y un Irak democrático, lo que muestra el camino a la gente que quiere ser libre desesperadamente", dijo Bush.
El presidente, que prevé viajar a Europa el próximo mes, negó que las relaciones con Europa, sobre todo Francia y Alemania estén muy desgastadas tras la división sobre la guerra en Irak.
"Estamos cooperando bien en lugares como Afganistán. Trabajamos bien en Haití", indicó.
Reconoció que muchos iraquíes ven a EU como una fuerza de ocupación, pero no respaldó la visión de un número creciente de republicanos que creen que la gran presencia estadounidense en Irak refuerza la violencia, al ofrecer un blanco a los insurgentes.
En política interna, el presidente señaló que su plan para reformar la Seguridad Social será una de las piedras angulares de su discurso sobre el Estado de la Unión y reconoció que su propuesta exigirá decisiones difíciles por parte del Congreso.
En referencia al aborto apuntó que está resignado por el momento a que siga existiendo y añadió que su función será la de ofrecer un liderazgo moral más que iniciativas anti-abortistas específicas.
"Entiendo que nuestra sociedad está dividida en el tema del aborto", dijo Bush, y apuntó que "al parecer mi trabajo consistirá en convencer a la gente para que tomen las decisiones adecuadas, que entiendan que hay alternativas al aborto como la adopción".
Podría empeorar situación iraquí
El presidente estadounidense, George W. Bush, dijo que las primeras elecciones de Irak después de la guerra serán un "gran momento en la historia iraquí", pero existe el riesgo de que se profundicen las divisiones entre las comunidades y coloquen al país en el umbral de la guerra civil.
La votación del domingo para elegir a los integrantes de la Asamblea Nacional es vital para el plan de Estados Unidos de transformar a Irak de un régimen autoritario en una democracia, 22 meses después que una invasión derrocara a Saddam Hussein.
"Tiene el potencial para empeorar las cosas, precisamente porque acentuará las diferencias comunitarias", dijo Robert Springborg, director del Instituto de Oriente Medio en la Escuela de Londres de Estudios Orientales y Africanos.
La elección se realizará en medio de un vacío de seguridad, donde las fuerzas del estado iraquí no pueden controlar la delincuencia y la ingobernabilidad, incluso en áreas donde hubo poca violencia antiestadounidense, dijo Toby Dodge, un experto en Irak de la Universidad de Londres, Queen Mary.
"La democracia en medio de la anarquía es un truco difícil de lograr", añadió.
Incluso los funcionarios de Estados Unidos no sugieren que la elección detendrá a la dura insurgencia liderada por los sunitas, que se afianzó en partes de Irak, entorpeció los esfuerzos de reconstrucción y obligó a Washington a buscar desesperadamente una estrategia de salida creíble para sus tropas.
Los insurgentes, en su mayoría miembros del partido Baath de Hussein, nacionalistas vinculados con radicales musulmanes locales y extranjeros en el corazón del territorio sunita en el centro de Irak, creen que pueden derrotar a Estados Unidos.
Abu Musab Al Zarqawi, el líder de Al Qaeda en Irak, ha declarado la guerra contra la elección "infiel" que considera un complot para entregar el poder a la mayoría chiíta, oprimida por muchos años.
La mayoría de los partidos sunitas boicotea la elección porque dicen que no será justa mientras las tropas de Estados Unidos ocupen Irak y perdure la violencia. El resultado puede ser una representación desproporcionada a favor de los chiítas y kurdos que sufrieron bajo el gobierno de Saddam Hussein.
Los shiitas, divididos entre laicos y religiosos, sienten que por fin están a un paso del poder político, la minoría kurda está decidida a aferrarse a la autonomía en el norte.
Como ambos grupos presionan por sus demandas, los sunitas se pueden sentir más excluidos que nunca ante una elección que sigue adelante sin su participación.
"Las personas que hasta ahora fueron marginadas tendrán más resentimiento: los árabes sunitas que fueron convertidos en refugiados en sus propias ciudades como en Fallujah, o que fueron amenazados por insurgentes, o simplemente están cansados o asustados", dijo Rime Allaf, del Instituto Real de Relaciones Internacionales de Londres.
Previendo una alineación de los sunitas, muchos políticos iraquíes dijeron que los miembros de esa minoría aun se podrían sumar al próximo gobierno y ayudar a redactar una constitución, aunque obtengan pocas bancas en la Asamblea.