GÓMEZ PALACIO, DGO.- La Fe a la Virgen de la Guadalupe, cada año trae de regreso de Los Ángeles California a los hermanos Villegas Carrillo, quienes viven en la colonia Francisco Zarco, mejor conocida como Trincheras.
Felipe y Rey pasan casi todo el año en la ciudad angelina. Su amor a la Reina de México lo llevan consigo a donde quiera que van. Felipe comenta que él y su hermano ?quien no se encontraba en casa en el momento de la entrevista-, desde antes de cumplir los 15 años ya habían brincado la frontera en la búsqueda de nuevas posibilidades.
Ellos son hijos de María Carrillo Astorga, quien cada diciembre los espera con ansiedad y temor, puesto que Felipe no tiene residencia en los Estados Unidos y así como se va, regresa cruzando el desierto de Arizona. A los llamados coyotes, le paga mil 500 pesos.
Pasar la frontera para él es como estar en el filo de la navaja, ?donde ?el pellejo está en juego?, por eso siempre encomienda su vida a la Virgen de Guadalupe, porque se declara como uno de sus más fieles seguidores.
Su hermano Rey tiene residencia en los Estados Unidos y él lo espera del lado mexicano y cuando cruza, lo recoge en su vagoneta. Vehículo en el que se regresan de nuevo hasta Los Ángeles donde viven desde hace muchos años.
Ambos están casados y allá tienen a su familia, pero Felipe no puede traer a su esposa e hijos porque no tienen papeles. ?Es muy riesgoso, pero yo tengo que venir a pagar la manda que tenemos con la Virgen, pues es una manera de pedirle protección y agradecerle lo mucho que nos ha dado en un país que no es el nuestro?.
Felipe ayer portaba una chamarra gruesa y una cachucha muy singular. Observaba el baile de la danza de La Pluma, cuyos integrantes portan unas enaguas largas de tonos llamativos.
?En Los Ángeles hay muchos muchachos de esta colonia y mi hermano Rey formó una danza igual, ellos en estos momentos ?ayer- le bailan a la morenita, en una capilla de aquella ciudad?, expone con orgullo.
Felipe se dice contento porque está al lado de su mamá, quien con orgullo expone que gracias a sus hijos, tiene la casa donde vive. ?Es por ellos, por su esfuerzo que mi esposo y yo vivimos bien, sólo que cambiaría todo por tenerlos aquí, cerca de mí, pues cada que vienen o se van, vivo una angustia porque temo por sus vidas?.
El joven gomezpalatino manifiesta que aquí la vida es muy dura y que no se acostumbraría a trabajar con los sueldos que reciben los obreros, pues él como ayudante de su hermano quien es constructor, gana 700 dólares a la semana, ?una cantidad que aquí nunca ganaría?.