Mientras que el esposo quiere incinerar los restos de la mujer, los padres pretenden enterrar su cuerpo.
EFE
FLORIDA, EU.- El fallecimiento de la estadounidense Terry Schiavo, ocurrido el jueves tras quince años en estado vegetativo y siete de una enconada disputa legal, no ha puesto fin a las agrias disputas entre su viudo y sus padres.
Terry murió a los 41 años tras ser desconectada hace dos semanas por orden judicial del tubo que la alimentaba y su cadáver será devuelto ayer a su viudo, Michael Schiavo, tras practicarle una autopsia.
Michael Schiavo, quien siempre defendió el deseo de su esposa a no ser mantenida con vida artificialmente, quiere que los restos sean incinerados y sus cenizas llevadas al panteón familiar en Pensilvania.
Pero los padres de la mujer, Robert y Mary Schindler, desean que sea enterrada en un cementerio católico y están dispuestos a acudir de nuevo a los tribunales para quitarle a Schiavo cualquier derecho a disponer sobre los restos mortales de Terry.
David Gibbs, abogado de los Schindler, se quejó ayer de que Michael Schiavo no mostró ningún gesto de piedad hacia los padres y hermanos de la fallecida.
Se ha sabido que su hermano, Bobby Schindler, fue obligado por la Policía local, por orden de Michael Schiavo, a salir el jueves de la habitación donde agonizaba Terry y tampoco se le permitió la entrada a los padres.
El hoy viudo y los padres, así como los hermanos de la fallecida, Bobby y Suzanne, visitaron a Terry por separado en los días previos a su muerte, ocurrida en un centro para enfermos terminales de la ciudad de Pinellas Park, en el suroeste de Florida.
La creciente animosidad entre los familiares de la fallecida se refleja en el numeroso público que todavía está acampado, junto a los medios de comunicación, frente al centro hospitalario donde falleció Terry.
Nancy Lindsay McDonald lleva varios días enarbolando un cartel que compara, con un “tal para cual”, a Michael Schiavo con Scott Peterson, condenado a morir por el asesinato de su esposa embarazada, y con O. J. Simpson, el actor y jugador de futbol americano acusado de asesinar a su esposa, pero declarado libre de culpa por un jurado.
“Los tres son culpables de haber asesinado a su esposa”, dijo Lindsay McDonald.
Los grupos religiosos y conservadores que han acampado frente al centro ven a Michael Schiavo como el malo de toda esta trágica historia y el culpable de que se dejara morir a la mujer, aunque estuviera en un permanente estado vegetativo.
A pocos pasos de Lindsay McDonald, David Giannino levanta un enorme cartel donde defiende a Michael Schiavo y justifica su acción, siendo tal vez el único con valor para hacerlo frente a un multitud que opina lo contrario.
“Dos de estos fanáticos religiosos me han amenazado de muerte y he sido golpeado varias veces durante las dos semanas que llevo aquí con este cartel”, dijo Giannino, quien aseguró que camina con un bastón por los golpes recibidos.