El lunes por la mañana de la presente semana la foto era contundente: una nueva caída del Distribuidor Vial Revolución cobraría la vida de un desafortunado chofer del Grupo Lala. El vehículo que conducía cayó de una altura de siete metros del puente que inicia en el Periférico y concluye en carretera a Matamoros.
Inclusive, de manera netamente fortuita, un taxista, que tratando de aprovechar la acción-rapiña, sufrió un infarto fulminante tal vez por la emoción de encontrarse en tan singular trance de recolectar la mayoría de litros de leche posible.
Obviamente la vida del conductor del tráiler no se puede reponer, pero ¿cuántos deben morir para que en realidad se ponga solución al asunto?
La realidad como lo consigna el Instituto Mexicano del Cemento y del Concreto, en un estudio al cual El Siglo de Torreón tuvo acceso y del que ayer publicó un reportaje explicativo, el distribuidor tiene fallas estructurales que le impiden alcanzar el funcionamiento de seguridad para el que fue diseñado.
Lo que se debe exigir es dejarse ya de que el Gobierno, vía el fatídico secretario de Urbanismo y Obras Públicas, el lagunero Jorge Viesca, deje de defender lo indefendible, los puentes no fueron construidos como lo marcaba el proyecto, los hechos están a la vista y desafortunadamente están también los panteones.
Y en vista que la ejecución no fue la debida, la estructura ha perdido la inclinación proyectada de peralte para brindar seguridad a los usuarios que transitan por la rúa.
Desgraciadamente, a menos de tres meses que concluya la administración del gobernador Enrique Martínez y Martínez, hacedor de tan benéfica y estética obra vial para Torreón, la falla no la van a reconocer y no habrá tiempo de corregirla en lo que le queda a Martínez.
Sin embargo, la obra queda y quedamos los ciudadanos y como todo en la política a partir del próximo 25 de septiembre “muerto el rey, viva el rey”. Una vez que salga electo el nuevo gobernador, el actual sólo se limitará a preparar la marcha y entregar las dependencias en calma para evitarse futuros dolores de cabeza, pero los usuarios y contribuyentes persistiremos en esta comunidad y tendremos desde nuestros lugares, que pugnar por lo positivo, que los puentes sean corregidos y se haga todo lo pertinente o de plano, podemos exigir por último, que se coloquen unos fabulosos anuncios que digan y me permito sugerir: “Velocidad máxima de automóviles, 50 kms., para carga, 30 kms.”.
Esas velocidades bajas de circulación en rutas sin semáforos es lo que ahora tenemos. Los ciudadanos podemos aprovechar estos tiempos de campaña para comprometer a los candidatos a que los corrijan y algo muy importante, pedir que se finquen responsabilidades a los funcionarios que permitieron la pésima calidad en la obra y aún más, ojalá se conozca a los pillos que se hicieron de dinero dando gato por liebre.
Por lo pronto no cabe duda: puente bonito, enfermo; urge corregirlo, no maquillarlo.
