El proverbio dice que no hay plazo que no se llegue ni fecha que no se cumpla, o al revés, da lo mismo, pues la frase sólo trata de ilustrar que el día de mañana decidirán los militantes del Partido Revolucionario Institucional quién de los cuatro aspirantes, registrados de acuerdo con sus estatutos, va a ser el candidato a gobernador de Coahuila.
En las dos últimas semanas nos hemos ocupado de comentar los avatares de este proceso al interior del PRI. Sus resultados van a influir en el desarrollo de las elecciones constitucionales que tendrán lugar el domingo 25 de septiembre; pero en esa futura ocasión el encuentro de aspirantes ya no será entre los mismos y por lo mismo suponemos que pueden ser más tranquilos. Lo que sucederá mañana es el clásico pleito de una familia mal avenida, en la que cuatro hermanitos quisieran tener el mismo juguete, pero su padre, sabedor de que no hay sino uno -ese que todos desean- ha decidido ponerlo a concurso de tal modo que quien lo gane podrá jugar con él durante los próximos seis años, al menos.
El reto de mañana no es solamente para los precandidatos, lo es en grandes proporciones para el propio Partido Revolucionario Institucional quien deberá tomar todas las providencias posibles a fin de que el encuentro democrático no termine en cena de negros y habida cuenta de que el papá de los muchachos insistió en esa forma de elección, pero con juego limpio, sin piquetes de ojos ni patadas en salva sea la parte. Ante el pueblo el PRI es responsable de cómo se realice la competencia, pero ante los políticos nacionales y los opinadores que nunca faltamos, es el jefe de la familia priista estatal quien deberá poner orden en el ring.
Los coahuilenses sabemos que la dirigencia estatal del PRI tendrá sobre sus hombros la gran responsabilidad de que todo ello se desarrolle el domingo 25 dentro de la paz política y social, un compromiso que es compartido por el presidente de la Comisión de procesos internos de este partido: el ex gobernador Eliseo Mendoza Berrueto y los demás integrantes de este organismo interno.
Ellos bien lo saben y hasta el jueves, día en que se dio el último fallo del Tribunal Estatal Electoral confirmando la validez de la convocatoria del PRI, así se contemplaba el desarrollo del evento electoral.
Por unas horas se produjo en el PRI un viento calmo, pero ya sabe usted cómo está el clima de impredecible. El licenciado Raúl Sifuentes llegó a un acuerdo con el senador Alejandro Gutiérrez y le ofreció su capital político a cambio de algunas presidencias, diputaciones locales y cargos ejecutivos para su equipo de apoyo, habida la cuenta de que con su asociación devendría más que seguro el triunfo del amigo del señor Slim.
Por coincidencia, del norte de Saltillo empezaron a soplar vientos de tormenta, se extendió un molesto bochorno y para colmo los servicios meterológicos anunciaron que el fenómeno “Emily” se convertiría en huracán mayor y su rumbo sería el mismo de aquel “Gilberto” de hace varios años. En los opinaderos políticos se empezó a hablar, al mismo tiempo, de que ahora sí, más que al principio, podría materializarse la amenaza de ‘reventar’ el proceso interno del PRI en por lo menos 500 casillas. Como para poner a temblar a la gente del partido tricolor.
Sin embargo, a esas horas del juego, poco habría ya qué hacer, ni siquiera hincarse a rezar “La Magnífica” podría cambiar el resultado. Lo único concreto y contundente será que Humberto Moreira Valdés, contra quien Gutiérrez y Sifuentes Inc. han enderezado todas sus baterías, obtenga un margen de votos que haga indubitable su triunfo, como lo espera su cuartel estratégico.
La política electoral es, de todos modos, un fenómeno lleno de aristas, sucesos inadvertidos y hasta milagrosos. En la Región Lagunera se ha desatado una campaña para que los ciudadanos voten por un gobernador de La Laguna. Ese no es otro que Javier Guerrero, pues aunque Sifuentes también es de aquellos lares a él no le dieron vela en este entierro y Heriberto Ramos empezó su campaña en el PRI en un tono menor y a última hora.
¿Votarán los ciudadanos como lo proyectan los estrategas de los cuatro precandidatos? Chí lo sá. El regionalismo podría quitarle algunos votos a Moreira, pero no todos. El senador Gutiérrez podría captar otros tantos, pero no como para ganar. Y Javier Guerrero, quien aparentemente ha hecho la carrera del indio, se esfuerza para cubrir una distancia numérica difícil de alcanzar contra quien lleva la delantera. No obstante, todo puede ser posible y lo único a recomendar es que la gente se porte bien, vote en paz y no surjan sucesos punibles que lamentar. Además mi oficio no es de saurino y como dicen en mi pueblo: yo nomás digo…