Elementos de la academia de la Dirección Municipal de Seguridad Pública se hicieron cargo de resguardar a los testigos, acordonar el área y preservar el lugar donde se suscitó un ?asesinato?, dentro de un simulacro dirigido por el Grupo de Homicidios de la Policía Ministerial.
Incluido en el programa de capacitación de los aspirantes a policías preventivos o agentes de Tránsito, los alumnos de la academia participaron en un simulacro de homicidio para conocer cuál sería su trabajo al estar presentes en el lugar donde se registre un asesinato o un accidente.
Luis Felipe Solís Rodríguez, encargado de la citada Academia, comentó que con este curso, impartido por el director de la Policía Ministerial, Pedro Chávez Cibrián, los académicos estarán preparados en cuanto a la preservación del lugar de los hechos, es decir, hasta dónde puede un agente de la Policía Municipal apoyar a las demás instancias para el proceso de investigación y esclarecimiento de un hecho delictivo.
Es común que al registrarse un accidente o asesinato en la mancha urbana de la ciudad, los primeros que lleguen al lugar de los hechos sean los agentes de la Policía Preventiva, por el número de elementos con los que cuenta y su contacto con la ciudadanía; es por ello que deben estar preparados para, primeramente, acordonar el área, no dejar que nadie traspase la línea prohibida, hasta que llegue el Ministerio Público, quien dará las órdenes a todas las demás corporaciones.
Se encargarán de que no toquen ninguna evidencia y sólo podrán pasar elementos de rescate si es necesario, para auxiliar a algún herido.
Por su parte, el titular de esta materia, Chávez Cibrián, explicó que dentro de la zona acordonada se trazará otra pequeña área prohibida, donde sólo estará el Ministerio Público y el perito, quienes se apoyarán en la Policía Ministerial para la obtención de algún dato, y la instancia municipal evitará la entrada de curiosos, familiares, reporteros y más gente ajena, pues en la actualidad se considera un delito rebasar el área acordonada.
Los aspirantes fueron instruidos por el jefe de Grupo de Homicidios, Ricardo Núñez Páez, y los comandantes Gustavo Falcón Ochoa y Amado Ávila García.
