Luego de cinco entregas que concluyen este día en El Siglo de Torreón, acerca de lo trascendental y complejo que resulta el tema de la economía informal dentro de nuestra vida, no queda mas que reflexionar tristemente y poner en blanco y negro el porqué de esta situación irregular y lo peor ¿cómo salir de ella?
La tesis es muy sencilla: sin la economía informal, la piratería, las transferencias de dólares que envían los inmigrantes mexicanos en Estados Unidos y los recursos que genera el narcotráfico, simplemente el país ya hubiera reventado.
Aunque es dramática la realidad, no vale sentarse a llorar y verse sorprendido. Si los primeros pasos estaban a la vista, para por lo menos tratar de paliar un poco la diferencia entre los contribuyentes cautivos y los informales: las reformas estructurales pendientes en el ramo fiscal proponían un gravamen general al consumo, para lograr tan siquiera un dejo de equidad entre todos los ciudadanos, sin embargo, esto no fue así.
Los priistas en su estrategia por retomar el poder se han pasado los últimos cuatro años y medio retrasando y entorpeciendo los cambios necesarios para mejorar la situación económica, en aras de impedir un buen desempeño de Fox para ahora en 2006 poder destruirlo a placer y recuperar la silla que perdieron aquel dos de julio de 2000.
Y no hay que olvidar tampoco que la reforma energética, fue planteada por Ernesto Zedillo y entonces, el PRI ya no tenía mayoría en la Cámara, el PAN de aquella legislatura actuó en el mismo sentido que ahora lo hace el PRI y el PRD sólo se ha dedicado a rechazar cualquier cambio.
Luego, el colofón del asunto del desafuero no tiene madre. En su extraña paranoia por “El Pejelagarto”, Vicente Fox y su señora intentaron por cualquier vía la destrucción política del jefe de Gobierno, logrando sólo el gran posicionamiento en la conciencia social de un político de cualidades histriónicas sorprendentes y eficaces. O sea, Fox logró exactamente lo contrario a sus planes, en lugar de bajarlo, lo subió. Tal vez valga un consejo al presidente para estos últimos dieciocho meses de mandato que le restan: todo lo que quiera hacer, piénselo al revés, porque nada le sale.
En alguna oportunidad en una reunión en Los Pinos con periodistas de la Asociación de Editores de los Estados, un reportero le increpó al presidente a propósito de los machetes del fallido nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, que la Ley se aplicaba a quien se dejara, el tiempo pasó y el aserto se confirmó, por eso no vamos a ningún lado.
Por ello, todo el panorama parece sin salida, los mexicanos promedio vemos al señor López Obrador como un “Robin Hood de Petatiux”, quien resolverá la pobreza de la gente, así es de simplista la percepción del pópulo. Por supuesto, que en tierra de ciegos el tuerto es rey, AMLO ha realizado obras y conductas que le dan sus puntos positivos, donde los panistas de nariz alzada y los priistas de siempre, sólo han conocido del abuso. Por eso AMLO crece.
Y México parece que está sin salida, pero la hay, el problema es que está obstruida por un gran obstáculo: los mexicanos. Antes que siga estirándose la liga, ojalá y en el colectivo general se asimile la necesidad de cambiar las reglas para tratar de caminar hacia un marco legal más equitativo y sobre todo que prevalezca en lo posible la existencia de un Estado de Derecho (que en este sexenio murió).
