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Sobreaviso/Al cuarto, sin cenar

René Delgado

Si preocupaba qué tan maltrecha iba a quedar la política interior después de Vicente Fox, el mandatario ya reequilibró el asunto: quedará tan maltrecha como la política exterior. Lo ocurrido esta semana en las relaciones de México con Argentina, Venezuela, Estados Unidos y Centroamérica pone en evidencia la argamasa de problemas regionales, bilaterales, domésticos e incluso familiares y personales que Los Pinos está mezclando, sin tomar en cuenta los costos y los daños que puede dejar. Parece absurdo hablar de cuestiones de tan variada índole en materia diplomática, pero ingredientes de esa índole influyeron en el lance de Vicente Fox antes, durante y después de la Cumbre de Mar del Plata.

*** El desempeño diplomático del presidente Vicente Fox en esa Cumbre de Mar del Plata fue lamentable. Todavía no llegaba a ella, cuando ya descalificaba a varios de los invitados latinoamericanos a esa Cumbre, sin dejar a salvo al mismísimo anfitrión. Lo curioso de ese espíritu confrontacionista es que tomó como punto de partida un asunto que ni siquiera incluía la agenda de la reunión: el ALCA. Y, en ese lance, intervinieron -al menos, eso puede presumirse- cuestiones de la más variada índole que ni siquiera tenían que ver con la bandera que el mandatario agitaba. El ALCA no estaba en la agenda, pero de él se tomó el jefe del Ejecutivo para reventar la Cumbre y dejar maltrecha la relación con varios gobiernos de América Latina. ¿Qué se quiere decir con esto? Algo que por obvio, quizá, ni siquiera se tendría que referir. El mandatario recibió el consejo diplomático de un hombre descalificado para asesorarlo en la relación con América Latina. Luis Ernesto Derbez no era el cuadro indicado para mantenerse al frente de la política exterior mexicana, luego de haber sido derrotado en su afán de ocupar la secretaría general de la OEA, y menos todavía era el hombre para llevar las relaciones exteriores en el continente Americano. Sobre este particular, es menester recordar el origen de esa candidatura de Luis Ernesto Derbez. Se dio luego de que el canciller manifestara interés por participar en la contienda interna del PAN por la candidatura... pero a la Presidencia de la República. Sabido es que el mandatario bajó de esa idea a Luis Ernesto y, a cambio, le ofreció su apoyo para lanzarlo a la secretaría general de la OEA y, así, despejarle todavía más el camino a la candidatura al entonces secretario Santiago Creel. Pero, en ambos casos, el mandatario se equivocó. Sus delfines no llegaron a la costa donde iban. Los países del Mercosur, excepción hecha de Paraguay, votaron por la candidatura del chileno, José Miguel Insulza, y no por la de Derbez. Brasil, Uruguay y Argentina estuvieron con el candidato chileno, no con el mexicano. Y a esa postura se sumó también Venezuela. Perdió Derbez, no pudo superar ese revés y sí, en cambio, tuvo desplantes impropios de un diplomático frente a la derrota y, lo peor, incumplió la promesa hecha antes de embarcarse en esa aventura. Dijo que si no ocupaba la secretaría general de la OEA, dejaría la Cancillería. Obligado era que ocurriera eso porque, después de competir por aquella posición, resultaba indebida su presencia en la Cancillería. Como quiera, ese hombre fue quien asesoró a Vicente Fox en su política frente al Mercosur y, evidentemente, nada bueno se podía esperar de ello. Los resultados están a la vista. El mandatario regresó de Mar del Plata con el equipaje cargado de problemas. El jefe del Ejecutivo mezcló asuntos de política interior con la política exterior, y el cóctel Molotov le estalló.

*** En el desencuentro con el anfitrión Néstor Kirchner, hay un ingrediente que hasta ahora no se ha puesto sobre la mesa: el enjuiciamiento por parte de Marta Sahagún de la periodista argentina Olga Wornat por la exhibición que ésta ha hecho -muy a su modo- de los abusos de la esposa del presidente de la República, de los hijos de ésta y de los hermanos de aquél. Al paso de los días, se ha olvidado un detalle importante en la relación de los gobiernos de México y Argentina. Olga Wornat es amiga cercana del canciller argentino, Rafael Bielsa, y cercana a la Casa Rosada. Desde el momento en que se supo de la demanda contra la periodista, ese diplomático entró en comunicación con las autoridades mexicanas. Nada bien se tomó el lance de la señora Sahagún en contra de Olga Wornat y, en Los Pinos, se actuó como si se pudieran desconectar los asuntos de Estado y los personales o familiares. Quizá, en ese punto se explica porqué el mandatario no fue a la cena que se ofreció a los asistentes a la Cumbre, como el que Marta Sahagún no acudiera al desayuno de las esposas de los mandatarios. Decir que iba a trabajar y no a pasear o argumentar que se acuesta temprano, fue francamente increíble. Las rencillas personales del canciller por el revés sufrido, los arreglos internos en relación con la candidatura presidencial del PAN y los problemas de la señora Sahagún se mezclaron y, de seguro, influyeron en la disposición con la que Vicente Fox llegó a la Argentina. Lo peor de la antidiplomática compostura de Vicente Fox fue que la bandera en que disfrazó su animadversión hacia los integrantes del Mercosur -el ALCA- no estaba en la mesa de discusión, y que su crítica a los mandatarios de esos países se fincara en la idea de que respondían a los intereses de sus países y no de la región. ¿Qué esperaba Fox que hicieran quienes responden al mandato que les fue otorgado? Esa crítica dejó abierta una interrogante. ¿Es que Vicente Fox antepone los intereses regionales a los nacionales?

*** En cuanto al lance de Vicente Fox en contra de su homólogo venezolano, Hugo Chávez, hay un ingrediente que de nuevo mezcla cuestiones domésticas con las regionales y lastima si no es que vulnera la idea de que la rispidez diplomática obedece a principios. Tanto en Los Pinos como en Acción Nacional hay la tentación de instrumentar y desarrollar una estrategia para descalificar a Andrés Manuel López Obrador, sobre la base de emparentarlo con Hugo Chávez. De ahí el tono del discurso presidencial contra el populismo que, por lo demás, a veces parece un disparo a los pies, y de ahí también el propósito de satanizar a Chávez, aunque esté de por medio la relación diplomática con ese país. Esa tentación explica porqué, desde Perú, el dirigente de Acción Nacional, Manuel Espino, se subió al ring del pleito de Fox con Chávez, involucrando en el enredo a Andrés Manuel López Obrador. Apenas Chávez calificó a Vicente Fox como “cachorro del Imperio”, Espino replicó que entonces López Obrador era “cachorro de Hugo Chávez”. Lo curioso de ese afán de enredar el asunto, es que López Obrador había manifestado solidaridad con el presidente Vicente Fox. De cualquier forma, Espino parecía cerrar la pinza de una estrategia política que pasa por Venezuela pero que, en realidad, tiene su raíz aquí. Más temprano que tarde se verá que, más allá del sainete bilateral con Venezuela, la materia de fondo es emparentar al candidato perredista con el mandatario de ese país y crear el escenario de lo que aquí podría ocurrir si el tabasqueño llega a la Presidencia. De nuevo, se mezclaron asuntos nacionales con cuestiones bilaterales sin calcular costos y daños.

*** Desde luego, no falta quien señala que si bien el saldo de la presencia presidencial en la Cumbre de Mar del Plata deja lastimada la relación con varios países de América del Sur, se traduce en puntos de simpatía con América del Norte, particularmente, con Estados Unidos. En esa idea se incluye hasta la intempestiva propuesta presidencial de construir una refinería en Centroamérica ya que, por un lado, se salvarían así los escollos legales para construirla aquí y, de paso, se contendría la diplomacia petrolera que Hugo Chávez desarrolla en la región con ese invaluable recurso. Sin embargo, hasta ese anuncio sonó como un desbocamiento más del mandatario. El anuncio no se acompañó de datos duros y sólidos que, realmente, permitan pensar que la construcción de esa refinería sea algo más que una ocurrencia y, estando a un año de dejar el poder, se ve difícil que el mandatario pueda concretar un proyecto de esa magnitud. Desde luego, los pronunciamientos de Vicente Fox en esta última gira tuvieron el respaldo de la diplomacia estadounidense pero, en el fondo, ni a esos intereses sirvió el presidente de la República. Y es que aun cuando fue Chávez quien dijo que iba a la Argentina a sepultar el ALCA, fue Fox quien lo sepultó porque, después de los desaguisados diplomáticos que provocó, no se ve a qué horas se puede reponer en la agenda ese acuerdo. Y eso no supone ni siquiera ganancia con Estados Unidos y muchos menos para México.

*** Lo cierto de esta última gira presidencial es que deja un terrible saldo. Advierte de las carambolas que se pueden provocar cuando no hay un Gobierno con estrategia ni una política articulada. La gira pone en evidencia la ausencia de una política exterior, la falta de un canciller para elaborar y llevar esa política, el uso de la política exterior para incidir en la política electoral interior y las pequeñas rencillas y resabios personales que, de pronto, someten la política del Estado mexicano. El saldo de esa gira se resume en un triple absurdo.

Uno. Un ranchero, ex vendedor de cocacolas, con ocupación de jefe de Estado, validó como interlocutor a un ex futbolista metido de conductor de televisión y militante altermundista y obtuvo por resultado exactamente lo contrario que pretendía: no fue Hugo Chávez quien enterró el ALCA, fue Vicente Fox quien lo sepultó con su actuación. Dos. Si Vicente Fox le dijo a Fidel Castro “comes y te vas”, Néstor Kirchner ni le tuvo que decir a Vicente Fox “te vas al cuarto, sin cenar”. Tres. El Gobierno por fin empató la política interior y la exterior. La degradación ya es semejante.

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