EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Sobreaviso/Estabilidad y gobernabilidad

René Delgado

Carlos Abascal tiene frente a sí un enorme desafío: crear las condiciones necesarias para rehacer, en el curso de la competencia por la Presidencia de la República, los necesarios amarres políticos que garanticen la estabilidad y la gobernabilidad que exige el momento. Cumplir con esa tarea no es cosa sencilla y, en la actual circunstancia, lo es menos. El nuevo secretario de Gobernación tendrá que remontar tres situaciones difíciles: una, la adversa circunstancia y situación en que recibe las oficinas de Bucareli; dos, su propia personalidad y fama política que lo marca como un hombre cargado en exceso a la derecha y tres, un jefe que ni antes ni ahora da muestra cabal de su interés por guardar una postura serena, inteligente y mesurada en la parte final de su mandato.

__________

La política interior pasa por un muy mal momento. Sin hacer la reseña de las pifias cometidas por el hoy ex secretario de Gobernación, lo evidente es que el actual Gobierno no consiguió acreditar a esa dependencia como la instancia política indicada para dialogar, acordar y resolver los conflictos políticos. Muchos de los problemas registrados a lo largo de la actual administración, nunca encontraron solución en esa dependencia. O, peor aún, problemas que iban remontándose se complicaban en extremo cuando Gobernación se sentía, justificada o injustificadamente, con facultades para intervenir en ellos. Si la falta de resultados en materia política vulneró considerablemente la ya de por sí acotada autoridad del secretario de Gobernación, el uso -al menos, durante los últimos meses- de esa dependencia como plataforma política para amparar la pretensión de ocupar la Presidencia de la República, terminó por restarle toda autoridad en la escena política. En estricto rigor, Gobernación no consiguió establecer un estilo de hacer política ni siquiera con el propio partido en el Gobierno.

Muestra reciente de ese desentendimiento es el reclamo de Acción Nacional de remover a aquellos priistas que ocupan posiciones destacadas en el Gobierno. Y si, con el partido en el Gobierno, Gobernación no pudo establecer puentes de entendimiento, menos aún lo pudo con las otras fuerzas políticas. Hoy mismo, el PRI se siente agraviado por lo que considera un acto de traición en el caso López Obrador y hoy mismo, el PRD mira con recelo la acometida en contra de su más fuerte precandidato presidencial. La colección de desencuentros de Gobernación con los partidos políticos, con gobernadores, con instancias de la sociedad civil e incluso con miembros del mismo gabinete foxista, queda como huella fresca o herida no cicatrizada.

La desconfianza marca, pues, la relación entre el Gobierno y las fuerzas políticas y, en ese capítulo, el secretario Carlos Abascal tendrá que tejer en cuestión de semanas el tramado de los hilos de un nuevo tipo de relación con el universo de actores que inciden de una u otra forma en la actividad política. Si, lejos de entender esa necesidad de reivindicar la confianza como fundamento central del quehacer político, Abascal considera que su designación es sólo para cubrirle la espalda al mandatario e impulsar a la corriente ideológica que anima su pensamiento, el deterioro de la cada vez más adversa situación no tardará en advertirse. Aunado a la complejidad de ese cuadro, el nuevo titular de Gobernación tendrá que integrar rápidamente un equipo de operadores.

Santiago Creel pensó primero en su precampaña que en la secretaría y, prácticamente, se llevó a un buen número de cuadros que, si bien no tuvieron brillo en su actuación, habían comenzado a entender cuál es su quehacer en esa dependencia. Puede ser esa circunstancia una oportunidad o un problema pero, como quiera, exige la integración rápida de un equipo eficaz. Reponer confianza y garantizar estabilidad y gobernabilidad es el gran desafío de Carlos Abascal.

__________

La personalidad política y la fama ideológica del nuevo secretario de Gobernación exigen una actuación pronta y clara por parte de Carlos Abascal. Dentro de su propio partido, algunos cuadros destacados ven con reserva la designación hecha por el presidente Vicente Fox. Advierten en la figura del hoy ex secretario del Trabajo la consolidación de una corriente panista que corre aún más a la derecha al partido. Y si eso pesa dentro de Acción Nacional, fuera de ese partido la reserva es mayor todavía.

La cercanía y el grado de entendimiento que Carlos Abascal logró con los sectores corporativistas del PRI no es una buena noticia para los seguidores de Roberto Madrazo y menos para aquellos otros suspirantes que ven en el sector obrero uno de los lastres que impide la modernización de su partido. La estabilidad que Carlos Abascal consiguió en el ámbito laboral no se fincó en el cambio sino, por el contrario, en la preservación de los viejos términos de la relación Gobierno- “movimiento obrero” priista.

El que Leonardo Rodríguez Alcaine o Víctor Flores entablaran un buen nivel de entendimiento con el Gobierno foxista puede verse como un mérito de Abascal, pero también como una derrota. El cambio prometido en el campo del corporativismo sindical quedó como una bandera de campaña enterrada en cuanto se instaló el foxismo en el Gobierno. Desde la perspectiva del perredismo, la fama ideológica del nuevo secretario no es precisamente el aviso de estar frente a un funcionario de mente abierta, dispuesto a conciliar en aras de asegurar un final de sexenio sin complicaciones. Si bien la compostura política de Carlos Abascal es mejor que su compostura ideológica, el nuevo responsable de Gobernación tendrá que cerrar esa distancia si quiere colocarse en la escena política como un interlocutor válido frente a las distintas fuerzas. Por si la relación con los partidos políticos no fuera materia de preocupación suficiente, hay otra serie de relaciones que el secretario de Gobernación tendrá que sostener y desarrollar con particular esmero. Un esmero contrastante con el tono e intensidad que el jefe del Ejecutivo les ha impreso. Entre esas relaciones está la de la Iglesia, la prensa, con los poderes Legislativo y Judicial y desde luego, tendrá que revisar la postura del Gobierno frente a la delincuencia y el crimen organizado. En el terreno eclesial se verá si hay clara distinción entre las convicciones personales y la exigencia de un Estado laico. Si, como ahora ha ocurrido, el secretario de Gobernación antepone sus convicciones personales a las del hombre de Estado, esas relaciones podrían convertirse en relaciones peligrosas.

__________

A todo lo largo del sexenio, la figura del secretario de Gobernación no se constituyó en la del jefe del gabinete como tampoco en la del principal consejero político del jefe del Ejecutivo. Fuese porque el mandatario no le diera ese lugar, o bien, porque el propio funcionario no tuvo la audacia y la inteligencia para ocuparlo, lo cierto es que frecuentemente la actuación del titular de Gobernación quedó marcada por la omisión o la reacción pero no por la acción política consistente y sostenida.

Así, la actuación del gabinete se ha visto sin coordinación, la del mandatario frecuentemente desbocada y la del responsable de Gobernación meciéndose entre los dos polos mencionados. A menos de dos años de que concluya el actual Gobierno, es difícil que Carlos Abascal consiga llenar aquellas dos lagunas, sobre todo si se tiene en cuenta que el estilo personal del presidente de la República sigue siendo el de un protagonismo desbordado y desbocado, salpicado de ocurrencias y excesos. Con todo, el nuevo secretario de Gobernación tendrá que hacer un esfuerzo por constituirse, por un lado, en el jefe de gabinete y, por otro, en el principal consejero político del mandatario.

Si esto Abascal no lo habló con el propio jefe del Ejecutivo y si de parte de éste no hay una reconsideración seria sobre su actuación en el último tramo de su mandato, la actuación del titular de Gobernación seguirá siendo la del afanoso bombero interesado en apagar incendios sin agua ni manguera. En cualquier momento, tener claro cuál es el rol del secretario de Gobernación es importante, en la actual circunstancia lo es más porque, a fin de cuentas, se trata de garantizar la sucesión presidencial y entonces, los errores adquieren un peso superior.

__________

No tener claro cómo se quiere establecer las relaciones con el universo de actores en el último tramo del sexenio, no tener claro qué es lo conducente en esta etapa y no tener claras las instrucciones así como las condiciones del compromiso adquirido, repercutirá no sólo en la salida de un Gobierno que no acabó de constituirse como tal sino también en la posibilidad de darle una mejor oportunidad a la consolidación de la democracia. Ese es el tamaño de la responsabilidad adquirida por Carlos Abascal. Llega, pues, el nuevo secretario de Gobernación en una situación complicada que exige hacer política y escapar a la tentación autoritaria.

En el sexenio de Carlos Salinas de Gortari se creyó que colocando en esa posición a un hombre autoritario y arbitrario, como Patrocinio González Garrido, se garantizaba la sucesión. En el fondo, sólo se complicó la situación de más en más, haciendo de la confrontación el frustrado intento de someter a capricho una realidad que exigía mucho talento, visión, oficio y dedicación para atemperarla. Hoy, Carlos Abascal trae una tarea complicada enfrente. Por su bien y el del país es deseable que sepa cumplirla con serenidad e inteligencia para garantizar la necesaria estabilidad y gobernabilidad que exige el momento.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 152568

elsiglo.mx