Durango

Sobreviven de milagro

Pernoctan madre e hijo en la calle, rodeados de perros y sin ningún apoyo

El sol de la mañana es intenso, ya se siente el calor que ha azotado durante varios días a la ciudad capital, pero José Ángel Salazar lleva un suéter puesto. Está descalzo y amarra las cajas de cartón que ya han sido dobladas para su venta posterior. Las moscas lo rodean, se paran sobre su rostro, pero parece que no le incomodan.

A unos cuantos metros de él una anciana duerme acostada en el suelo. Está acompañada por una serie de perros, sus fieles guardianes. Envuelta en un reboso, su frágil figura descansa entre unos harapos y el ruido constante de los camiones que pasan no interrumpe su siesta.

Madre e hijo carecen de un techo que los proteja de las inclemencias del clima. José Ángel platica que ?ya están impuestos? a cualquier circunstancia, ya sea frío o calor, lluvia o aire; lo cierto es que se han acostumbrado a enfrentar todas las estaciones del año.

Viviendo en la calle no queda otro remedio que hacerse fuerte ante la adversidad. Comenta que aunque queden completamente mojados por los aguaceros nunca se siente mal físicamente; asegura que ni siquiera una gripe les da, a diferencia de otras personas que son muy sensibles.

Sus manos ásperas continúan la labor de amarrar cartón. Platica que desde hace poco más de dos décadas se ha dedicado a esa actividad y también desempeña otras labores en el Mercado de Abastos ?El Refugio?. De allí que pernocten atrás de este sitio comercial.

Se adueñaron de una esquina. Enfrente de una casa de dos pisos tendieron sus escasas propiedades consistentes en cobijas para acostarse y alguna ropa. José Ángel cuenta que al principio los dueños de la vivienda estaban en desacuerdo de que estuvieran allí, pero luego de que hicieron el propósito de no estorbarles en la entrada los han dejado tranquilos.

El duranguense manifiesta que tiene otros tres hermanos, mismos que ya han formado su familia y, por lo tanto, no atienden a la mujer que les dio la vida. Él es el menor, el único que se quedó a su lado y que ?le da calor?.

Señala que en el mercado le dan alguna comida que les sobra en los establecimientos, como por ejemplo frutas y de eso se alimentan en la mayoría de los casos. Aunque José Ángel saca algunos pesos extras con la venta del cartón, dice que pueden ser 20 ó 40 pesos al día dependiendo de la cantidad; con esos recursos puede comprar algunas otras cosas.

Su mamá por el momento no puede moverse, se cayó y le duele una pierna. Su vástago expone que no necesita un doctor, lo que le hace falta ?es una sobada?; de esta forma, confía en que la mujer se sentirá mejor.

Añade que en las cuestiones de higiene personal, acuden a un negocio del mercado en donde tienen amigos y les dan permiso de bañarse, entre otras cosas. José Ángel lava su poca indumentaria en una cubeta y la tiende entre sus cajas de cartón.

Esta pareja tiene varios perros, pues les sirven como defensa personal, ya que dormir a la intemperie tiene sus riesgos, sobre todo porque algunos ?cholos? acostumbran pelearse en plena vía pública. De esta forma, con los ladridos de sus mascotas por lo menos se dan cuenta del peligro.

José Ángel narra que su padre los abandonó cuando él era muy pequeño, así que su progenitora se quedó sola para cuidarlos. Por eso la vida no ha sido sencilla. Él no estudió, pues desde sus primeros años de existencia se dedicó al trabajo. Siempre de un lado a otro, en espera del pan diario sin nunca contemplar la idea de tener un hogar. Cuenta que alguna vez hicieron un jacal en un terreno baldío; pronto llegaron los propietarios que les pidieron que desalojaran porque ya iban a fincar. Luego, su humilde domicilio fue quemado.

Ahora carecen de algún resguardo; incluso, han soportado las nevadas al aire libre. Eso ya no los asusta. Al preguntarle a José Ángel qué ayuda podría esperar de las autoridades, responde que hasta el momento jamás ha visto apoyo alguno y, por eso, no acude a ellos.

Incluso, manifiesta que hace cerca de un mes fue una trabajadora social del DIF, los entrevistó y aunque les prometió que regresaría, no ha vuelto. De allí que no confíe en las personas que les ofrecen auxilio. Confiesa que mientras tenga fuerzas él mantendrá a su madre ?hasta que Dios me la quite?.

Su mente no da cabida a que alguien pudiera brindarles un espacio para vivir. ¿Quien podría darles un cuarto para habitar?, se pregunta sin hallar una respuesta. Enseguida vuelve a su afán, las horas pasan rápido y no hay tiempo que perder.

Se va a trabajar, pero sabe que cuando regrese no habrá una cama cómoda en la cual descansar. Se acostará en la banqueta y como único ánimo tendrá a su madre al lado sufriendo sus mismas penas.

COMPROMISO

Gabriela López de Hernández, presidenta del DIF Estatal, asevera que le darán seguimiento al caso de José Ángel Salazar y su madre Paulina Salazar Zamarripa, quienes viven en la calle. La responsable de la asistencia social en la entidad aseguró a El Siglo de Durango que se investigará la situación de esta pareja, que se encuentra en una condición vulnerable.

López de Hernández manifiesta que los indigentes en algunas ocasiones muestran renuencia a cambiar de estilo de vida y que piensan que el DIF Estatal los privará de su libertad, lo cual es una idea errónea. Pero insiste en que tomarán cartas en el asunto de estas dos personas para auxiliarles en lo que sea posible una vez que este medio de información le diera a conocer los pormenores del caso.

Francisco Gerardo Fournier Drew, director del Sistema Estatal para el Desarrollo Integral de la Familia, explica que tratarán de coordinar acciones con el Municipio para socorrer a esta familia.

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