El país más poderoso del planeta (en términos económicos y militares) sufre hoy el peor desastre natural de su historia. Conforme bajan las aguas en Nuevo Orleans se multiplican los cadáveres y se evidencia el nivel del daño material, estimado en cien mil millones de dólares, aunque la cifra podría aumentar. La tragedia ha conmovido al mundo y en lo que podría resultar una paradoja, hasta naciones pobres extienden la mano solidaria a una nación con un Gobierno arrogante y que mantiene una costosa invasión (en dólares y sangre) en Irak.
Lo cierto es que la devastación que dejó el huracán Katrina y la posterior ruptura de los diques que contienen las aguas del río Mississippi y del lago Pontchtrain, rebasó y por mucho, la capacidad de respuesta de la administración Bush, y entonces, el mundo, voltea a los más necesitados, a los desposeídos, a los que sufren en carne propia tragedias como la presente y envían su ayuda. Hasta el momento, la lista de naciones que han enviado algún tipo de apoyo, ya sea monetario o en implementos y hasta alimentos, suma 36, incluyendo México, a lo que habría que agregar a la Organización de Estados Americanos (OEA) que aporta 25 mil dólares en efectivo y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que ofrece coordinar la ayuda europea.
México se unió al esfuerzo internacional de auxilio y envió ya el buque Papaloapan, de la Armada Nacional, con vehículos anfibios y todoterreno, helicópteros con torno de salvamento, ambulancia con equipo quirúrgico móvil y personal; y otro barco, el Tepozteco, famoso por su travesía de semanas hasta Indonesia -junto al Usumacinta, a principios de año- con víveres y medicamentos para las víctimas del tsunami.
Pero es menester destacar la ayuda que ofrecen otras naciones, como Afganistán, que pese a la herida que aún no sana de esas incursiones militares estadounidenses, esos intensos bombardeos cuando las tropas de élite intentaban asesinar a Osama bin Laden, hoy destina cien mil dólares para ayudar a la población de Nuevo Orleans. También está el apoyo de naciones árabes, como Qatar, que ofrece 100 millones de dólares en efectivo; Kuwait, con 400 millones de dólares en petróleo y 100 millones de dólares en efectivo y Arabia Saudita, con cinco millones de dólares de parte de la empresa petrolera Aramco y 25,000 de una organización de caridad.
Podría resultar paradójico que la nación más poderosa del planeta necesite ayuda, pero finalmente el mundo es solidario con las personas en desgracia y no con una administración gubernamental.