Provoca enojo a los suníes el gran poder que otorga a Kurdos y shiies en Irak.
AP
BAGDAD, IRAK.- La nueva Constitución iraquí posiblemente refleja las realidades étnicas y religiosas, pero los vastos poderes que entrega a los kurdos y a los shiies han provocado un gran enojo en el mundo árabe e islámico, dominado por los suníes.
Después de postergar la presentación del documento tres veces, los negociadores de la Constitución -entre ellos un equipo de 15 suníes- declararon que era imposible llegar a un acuerdo amplio. Ayer enviaron el documento al Parlamento, de mayoría shii, que convocará a un referéndum sobre la Carta Magna para el 15 de octubre.
Los negociadores sunies emitieron después un comunicado conjunto rechazando la Constitución y pidiendo la intervención de las Naciones Unidas y la Liga Árabe. Al ignorar finalmente las objeciones de la minoría suní -que permaneció en el poder durante el régimen de Saddam Hussein- Irak podría enfrentar un incremento de la violencia insurgente.
Los líderes suníes han prometido ahora tratar de hundir la Constitución en las urnas. Estados Unidos había presionado para que se llegara a un acuerdo, con la teoría que si los suníes aceptaban el borrador de la Constitución se alejarían de la violencia y focalizarían su atención en el proceso político. Eso, esperaba el Gobierno de Washington, permitiría que las fuerzas extranjeras comenzaran a retirarse.
Para los suníes que están afuera de Irak, los temores se focalizan en el federalismo y en la identidad árabe del país. Temen que la nación quede dividida bajo un sistema federal descentralizado, apartando a los suníes de la vasta riqueza petrolera del país.
Temen también que la riqueza caiga en manos de los shiies y kurdos debido al lugar donde están localizados los yacimientos petroleros. El principal temor para los suníes continúa siendo Irán, una teocracia shii que refugió a muchos de los actuales líderes shiies durante la dictadura de Saddam y ha avalado el borrador de la Constitución.
Existen pocas dudas de que apartar a los suníes incrementaría la influencia iraní en Irak y en toda la región, algo repugnante para los suníes y un dolor de cabeza para muchos políticos estadounidenses.
