Pekín, (EFE).- La celebración de una fiesta en la Gran Muralla ha provocado la ira de los chinos por el comportamiento "indecoroso" de los extranjeros, una reacción que evidencia la imagen del extranjero en China.
En la última semana, la foto de un occidental orinando en la muralla durante la "Fiesta Salvaje" celebrada el 30 de julio en Jinlingshan, en la frontera entre Pekín y Hebei, publicadas por el oficialista "China Daily", dispararon la cólera.
"Es muy fuerte, se trata de una violación de la ley", dijo a EFE la joven estudiante Wang Xin. "Es un gran insulto a la imagen de la Gran Muralla", dice un cibernauta del portal "China Business".
El texto, titulado "Orgías salvajes dejan destrozada y llorosa la Gran Muralla", dejaba claro que "animales locales y extranjeros" acudieron a la fiesta "rave", la octava que se celebra en la muralla este año con la aquiescencia de una empresa china que desde 1997 tiene cedida la explotación de ese tramo.
A pesar de que la fiesta fue tranquila y animada, según informó a EFE una participante, las críticas por el comportamiento orgiástico se han centrado en internet contra los extranjeros ("laowai") y "las chicas de Hong Kong", más liberales que las continentales.
Ni tan siquiera los sabios mantienen la calma ante el imperante nacionalismo: "Los chinos tienen derecho a sentir indignación, la Gran Muralla es un lugar divino", declaró a EFE Xia Xueluan, catedrático de Sociología de la prestigiosa Universidad de Pekín.
"Los chinos ya no somos lo que éramos, cuando en el pasado nos dejábamos dañar por los extranjeros. Todavía algunos, cada vez menos, creen que el extranjero es más rico", prosiguió.
"Chinos y extranjeros no deberían hacer lo que les dé la gana por ser ricos, hay que tener en consideración el respeto a otras culturas. Es un insulto para los chinos", sentenció.
El siglo XIX dejó agrias memorias del colonialismo en China, milenaria endogámica, plagado de conflictos y humillaciones hasta la Rebelión de los Bóxer (1899-1901) contra la "agresión extranjera".
El periodista Edward Lanfranco destaca en la revista "That's Beijing" la fama de borrachos que los británicos conquistaron durante esa época en Pekín, hasta el punto de que los propios mandos tuvieron que limitar la ingesta de alcohol de sus tropas.
"Entre los chinos existe una actitud contradictoria hacia el extranjero, se le ve al mismo tiempo como superior e inferior, actitud que se repite con los japoneses", declaró a EFE Thomas B. Gold, profesor de Sociología china de la Universidad de Berkeley, en California (EU).
Gold destaca que la imagen del extranjero la determina el color de su piel, en un ránking amistoso liderado por norteamericanos y europeos que decrece a medida que se oscurece el tono cutáneo.
En China existe también un "gran prejuicio contra las minorías étnicas nacionales", más aceptadas cuanto más se parecen a la mayoría Han, mientras que los chinos que se marcharon al extranjero ("huaqiao") son objeto de resentimiento, "especialmente si se enriquecieron".
En los noventa, la serie televisiva "Chicas extranjeras en Pekín", en la que dos jóvenes estadounidenses mantenían relaciones con hombres chinos casados, recibió críticas por "la carencia de moral de las extranjeras".
"Estas ideas provienen de Hollywood, nosotros la exportamos. Aquí todo el mundo piensa que todas somos rubias y pechugonas", explica la americana Rachel Dewoskin, actriz protagonista y escritora, que acaba de publicar su primer libro con el mismo título de la serie.
El español César Varela es autor de la tesis "Imágenes de Europa en China", en proceso de revisión por la Universidad de La Coruña y basada en los libros de texto chinos.
"Me parece un poco raro que (el "China Daily") no hable de los chinos que había en la fiesta", declaró a EFE Varela, que dice que los libros de historia chinos son cada vez más objetivos.
