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Spielberg muestra el 'otro lado' alienígena

El director dirige una nueva versión del clásico La Guerra de los Mundos.

El País

MADRID, ESPAÑA.- Steven Spielberg, que durante años ha venido defendiendo la teoría de que los del otro mundo son seres distintos, pero amigables, que vendrán a la Tierra a estrechar lazos con los humanos, se ha dejado de tanta bondad y benevolencia marciana y arremete este verano con La Guerra de los Mundos, una invasión alienígena demoledora, con unos seres de otro mundo que no tienen el más mínimo interés en hablar con nosotros a través de sonoridades musicales ni hacer amiguitos aquí en la Tierra.

Lo que de verdad quieren es desintegrarnos y apropiarse de nuestro territorio. Son unos que, como decía el slogan de Mars Attaks!, de Tim Burton, pasaron por aquí y se dijeron: ?Bonito planeta, nos lo quedamos?.

Tom Cruise, en su segunda colaboración con Spielberg tras Minority Report, es el gran reclamo de esta nueva aventura alienígena, aparte de las naves invasoras y sus tripulantes, cuyas imágenes se han mantenido como uno de los secretos mejor guardados del Hollywood reciente.

La inspiración de la nueva película de Spielberg está, cómo no, en la ya legendaria novela de ciencia-ficción del mismo título que escribiera Herbert George Wells, nada menos que en 1898, y que ha venido a convertirse en la referencia más importante de la literatura alienígena universal.

En esta clásica novela están contenidas todas las claves y tics de marcianos que han venido alimentando al género y que se han convertido en reglas universales usadas indistintamente en series como Expediente X; en animación, como Los Simpson; en superproducciones, como Independence Day (Roland Emmerich, 1996), o en parodias, como Men in Black (Barry Sonnenfeld, 1997).

Sin embargo, de manera muy soterrada, también ha sido, en sus distintas versiones, una metáfora de problemas políticos terrenales y un exorcismo para los fantasmas y miedos de nuestra sociedad.

ENCUENTRAN EL ?MENSAJE OCULTO?.

Según algunos investigadores y expertos, el libro de H. G. Wells, tras su apariencia tremendista, pero ingenua, esconde una severa crítica a la actitud imperialista y colonialista del Reino Unido en aquellos tiempos.

Era cierto que a finales del Siglo XIX los británicos se fortalecían en el planeta, pero de puertas adentro padecían numerosas insurgencias, críticas y discrepancias, aparte de soportar malamente y no estar preparados para atacar las enfermedades exóticas llegadas de las flamantes tierras conquistadas. Las naves extraterrestres que, sobre sus trípodes, caminan hacia Londres sembrando destrucción en la novela parece ser una metáfora de las invasiones británicas y una advertencia sobre el peligro que subyace en el acto vandálico de invadir tierras y reorganizar culturas ajenas.

La reaparición de la novela, en 1938, en forma de programa de radio dirigido por Orson Welles, no fue solamente una anécdota que serviría para ilustrar la ingenuidad de los norteamericanos en aquellos tiempos sin televisión, sino también el estado de ansiedad y paranoia que les producía el avance triunfal de Hitler por Europa y la posibilidad de que, repentinamente, los nazis decidieran invadir y aniquilar a Estados Unidos, una creencia popular en esos tiempos crispados.

Para celebrar la noche de Halloween en su programa de radio de la CBS con el Mercury Theater, que ya había dramatizado clásicos como Drácula o El Conde de Montecristo, Orson Welles y su coguionista habitual, Howard Koch, seleccionaron La Guerra de los Mundos, de H. G. Wells. Pero no quisieron hacerlo de la manera usual, sino a través de simulados boletines de noticias entre canciones, que iban dando avances de la invasión marciana, empezando con el anuncio de la caída de gases incandescentes, que supuestamente procedían de Marte, en Grover?s Mill, un lugar suficientemente conocido por los oyentes, hasta la interrupción de la entrevista con un supuesto experto (interpretado por el mismo Welles), para desvelar la espeluznante realidad de una invasión extraterrestre.

Numerosos oyentes que habían sintonizado tarde el programa creyeron realmente que los invadían y se lanzaron a las calles, donde corrieron la voz y cundió el pánico. Se habla incluso de suicidios. En una secuencia de su película Días de radio (1987), Woody Allen recrea este suceso de manera muy acertada.

AL CALOR DE LA GUERRA FRÍA.

Años más tarde, en 1953, la Paramount, que tenía los derechos de la novela desde los treinta y había flirteado con la idea de que directores como Hitchcock o el soviético Serguéi Eisenstein la rodaran, decidió hacerla como una superproducción durante el auge de la ciencia-ficción. Era la época de la guerra fría y Estados Unidos vivía bajo la psicosis de que en cualquier momento un enemigo tan rojo, desconocido y enigmático como el planeta Marte les mandaría, nada menos, que una bomba atómica.

La película, como las muchas de marcianos de la época, era un eco de ese enrarecido clima político y una válvula de escape moral a la paranoia colectiva que se vivía con la caza de brujas y esa sensación general de que todo lo que viniera de fuera y no se comportara de acuerdo a los cánones americanos era un enemigo comunista a derribar.

La dirigió Byron Haskins, pero su verdadero impulsor fue el productor de origen húngaro George Pal, que llevó la acción a Estados Unidos en época actual. El diseño de las naves, inspirado en la forma de una manta raya, con su ojo mecánico de tres colores y sus potentes rayos destructores, fueron asombrosos efectos que consiguieron un Oscar. No había grandes estrellas, pero el filme se convirtió en un sonado éxito y una referencia para el cine de marcianos durante la Guerra Fría.

TIENE SUS MOTIVOS.

Steven Spielberg confiesa que de no haber sucedido el ataque terrorista a Nueva York del 11 de septiembre no hubiese rodado su nueva versión de La Guerra de los Mundos. Una vez más, la historia de los marcianos malos de Wells reaparece como metáfora de una candente situación política.

Ahora se trata del miedo y la incertidumbre a encajar otro ataque terrorista procedente de un nuevo enemigo que es tan desconocido como los marcianos. Ya Minority Report, la anterior película de Spielberg / Cruise, lanzaba una soterrada pero feroz crítica a las medidas preventivas contra el terrorismo, con leyes que violan las libertades y permiten al Estado espiar a sus ciudadanos y actuar en crímenes que no se han cometido.

?No hubiese rodado La Guerra de los Mundos siendo fiel al original?, ha confesado el director. ?No me sentiría cómodo haciendo una película de ciencia-ficción victoriana. De lo que quería hablar era del sentimiento colectivo de peligro para nuestro mundo, de qué sucedería si la gente, independientemente de sus diferencias, tuviera que unir fuerzas para luchar contra un enemigo cuya naturaleza no es humana?.

Spielberg, originalmente, había ideado su versión como una atracción para el parque temático de Universal Studios, en Los Ángeles, pero no pudo adquirir de Paramount los derechos para esos fines.

A cambio, el poderoso estudio le propuso rodar una nueva versión y él entusiasmó a su habitual colaborador, el guionista David Koepp (Parque jurásico, Spiderman).

El héroe ya no es ni un científico ni un experto, sino simplemente un hombre que se ve en la difícil situación de defender a sus dos hijos de los alienígenas. Los invasores no son marcianos, porque a la luz de las investigaciones sobre el planeta rojo ya no sería creíble que procedieran de allí.

La niña fenómeno del momento, Dakota Fanning, junto a Tim Robbins y Miranda Otto, completan el reparto de este filme, que no quiere que veamos la invasión como una aventura de ficción, sino como una posibilidad completamente realista. En este sentido, dice Spielberg, encuentra su nueva película más cerca de Salvar al Soldado Ryan que de E. T.

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