Lerdo

Su rostro y sus manos son un reflejo de la crisis económica

FABIOLA PÉREZ-CANEDO HERRERA

EL SIGLO DE TORREÓN

CD. LERDO, DGO.- El rostro cansado y las manos agrietadas de Sergio Cázares son un reflejo de la crisis económica que se vive actualmente en la Región Lagunera. Sentado en una esquina de la plaza, junto a su carrito de tiliches que también es su vivienda, vende figuritas de madera y metal.

No ha comido nada en los últimos dos días, sus ventas han bajado. Emigró de Francisco I. Madero en busca de mejores oportunidades, pero en Lerdo apenas sobrevive. Dice que está rezagado porque le lleva medio día hacer el juego de cuatro sillitas y una mesita, que da por 10 pesos.

Para este quincuagenario, la calidad es lo más importante, por eso pasa sus horas tallando la madera y doblando con pinzas el metal, con la intención de rescatar una tradición tan arraigada en la cultura mexicana como lo son las artesanías, aunque él no se considera a sí mismo un artista.

Obtiene la madera de las rejas que le venden algunos comerciantes, el metal de las latas, que corta en tiras para simular las patas y luego tuerce hasta que parezca una mecedora. En ocasiones, su vista se nubla y entonces ha llegado a cortarse. Cuando esto ocurre, su principal preocupación es no manchar su trabajo.

“Se necesita gracia y tiempo”, manifiesta el señor. A su lado, le espera su carrito repleto de trozos de madera y algunas latas de jugo, pero aclara que él no se ha tomado ninguno, todos los sacó de los desperdicios. Procura tener su carro limpio, pues es también su hogar, donde pasa las noches, a veces en vela, pues sabe que hay algunos más desafortunados que él, y podrían robarle sus figuras, su única posesión de valor.

Sus ropas son gastadas y su rostro está manchado. Su tez oscura se debe al ardiente sol que ha soportado de trabajos anteriores, experiencias que ha querido dejar atrás, al punto que hoy no las recuerda más.

“A veces a uno le da hambre, entonces es cuando inventa a qué dedicarse y se hace lo que se puede”, indica, “como no hay nada que hacer, uno tiene que buscar y tratar con lo que tenga”.

La artesanía tiene un valor importante para este hombre, que diariamente busca un espacio en alguna plaza de Lerdo para ofrecer sus pequeños comedores y mecedoras. Lo único que pide es que haya sombra, él buscará los clientes.

La crisis económica no es un término nuevo para Sergio, que lo ha vivido desde que se acuerda. Quizá por ello cree que es una situación muy común y cotidiana para todos los mexicanos.

“Eso de la crisis es algo pegajoso, es pesado todo eso y a la vez, riesgoso, porque no tiene uno manera de oponerse”, comenta, sin dejar de trabajar en la creación de más sillitas y mesitas.

Algunas personas que caminan por la plaza miran con indignación su aspecto sucio y desaliñado, otros se intrigan por el carrito repleto de madera y metal, unos más le preguntan los precios de sus figuras, pero la gran mayoría de los paseantes se maravillan con sus creaciones.

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