Los hogares son ?reforzados? con cartón para poder pasar el frío
Citlalli Zoé Sánchez |
El Siglo de Durango
En la colonia Méndez Arceo, al final de la calle que lleva por nombre Movimiento del 66, se vislumbran unas frágiles viviendas. El contraste es notorio, pues pocos metros antes de llegar a ese lugar hay grandes edificaciones, que incluso son de dos pisos.
La lluvia no cesa y aunque en gran parte del camino hay pavimento, precisamente en ese sitio, sólo hay tierra que ya se ha convertido en lodo. Un pequeño jacal de madera y cartón es el primero en vislumbrarse. El sitio es protegido por una cerca de madera, que no sirve para impedir el paso.
Los sonidos que produce la mano al estrellarse con los palos anuncian la visita, se escucha el ladrido de un canino que, desde adentro, asoma su nariz por una hendidura de la puerta y enseguida sale una joven mujer cuyo nombre es Ana Aguilar Torres.
Dice que el frío es una dura prueba que enfrentar, sobre todo cuando no se cuenta con un refugio seguro, ya que el cuarto en que vive no puede hacer mucho en contra de las corrientes de aire, o bien, de las constantes gotas de agua que el cielo envía.
El celador de cuatro patas mueve su cola al lado de su ama, sin nunca perder de vista a quienes interrumpieron su tranquilidad. Comenta que hace poco tiempo se casó y que ahora goza la dicha de tener un bebé de tan sólo siete meses de existencia.
No tiene un calentón para mejorar el ambiente que se vive en su humilde habitación, así que aminora las bajas temperaturas cubriéndose con todas las cobijas que tenga a su alrededor; en especial, se preocupa porque su vástago no padezca. Además, el niño ha estado enfermo de gripe.
?Tengo tres meses viviendo aquí y que yo sepa no han venido los del DIF a dar algún apoyo?, cuenta para luego decir que su cónyuge labora en una maderería.
La llovizna no para, así que opta por volver al lado del menor que ya reclama su presencia; sin embargo, antes de despedirse dice que las goteras son un problema, así como la filtración del viento por las noches.
A un lado, se encuentra otra casa con similar infraestructura. En el patio de terracería hay ropa colgada, la cual, por supuesto, está empapada. Una vez más el toque a la puerta provoca que la madre de familia se asome, pero permanece a la expectativa, no se acerca demasiado.
Sandra Nevárez García, con una escoba en mano, platica con timidez que las bajas temperaturas le afectan en demasía; ella quisiera que alguien le apoyara con unas cobijas o láminas para reforzar la infraestructura de su morada. Un niño pequeño se sujeta a su pierna observando a los desconocidos que platican con su progenitora, quien no prolonga más la conversación.
Atrás, un tinaco oxidado que luce lleno por las precipitaciones pluviales, un lavadero y una puerta semiabierta es el panorama que prevalece en el domicilio de María Josefina Flores. Al principio responde a los cuestionamientos con cierta desconfianza, pero a la brevedad señala que en el reducido espacio en el que se resguarda de las inclemencias del tiempo viven siete personas.
?Es muy difícil soportar el frío en estas condiciones, nada más que la gente debe vivir como pueda. Tengo una hija en primaria, otra en secundaria y dos de preescolar y otra muchachita que salió de secundaria. Mi esposo ahorita está desempleado, trabaja en lo que le sale; a veces hace chicharrones, pero así la pasamos?, dijo.
Asegura que con los recursos que tienen al alcance tratan de reforzar su hogar. ?Yo lo tengo reforzado con cartón, forrado con hule de color, uno trata de acomodarse lo mejor posible para que los niños no pasen frío. Tenemos tiempo que queremos terminar una barda, pero no hemos podido porque o les damos para la escuela. No es suficiente?, indica.
Mientras tanto, un travieso chiquillo sale de la pieza sin calcetines, con unas sandalias para ir al baño. Su madre le recrimina su actitud, pero, con la energía de la juventud, ignora sus llamados. Así, María Josefina se despide para seguir con el cuidado de sus retoños.
NOTA RELACIONADA
ESTABLE
Aunque el termómetro indica un considerable descenso en las temperaturas, hasta el momento en el Albergue Municipal no se registra movimiento de personas en busca de refugio, según dio a conocer la administradora María del Carmen Hernández Martínez.
Manifiesta que a la fecha dan asilo a seis personas, pero su estancia obedece a la atención médica que reciben en algún sanatorio de la ciudad capital, pero al ser originarios de otra localidad, solicitan el apoyo del albergue.
?Gente por contingencia o indigentes por el momento no tenemos hospedados?, explicó la funcionaria del Ayuntamiento, quien aseguró que se mantienen en alerta ante posibles emergencias producto de la temporada invernal.
Asimismo, dijo que cuentan con el medicamento necesario para atender los males respiratorios propios de la temporada y con el alimento que se requiera para suplir las necesidades de la gente más vulnerable.