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Sus hijos los han olvidado

CRISTAL BARRIENTOS TORRES

Cumpliendo una condena, los inernos tratan de no guardarle rencor a sus hijos.

EL SIGLO DE TORREÓN

TORREÓN, COAH.- Culpables o no, sienten que no merecen el olvido de sus hijos, porque antes que delincuentes fueron padres y lucharon por sacarlos adelante. Por eso no pueden evitar reprocharles la soledad en que viven desde hace muchos años.

José Martín Monreal Rosas, Antonio Orozco Cuevas, Juan José Castro Alvarado y Santiago Cruz Cruz, son cuatro internos del Centro de Readaptación Social (Cereso). Ellos comparten, además de la celda, la tristeza de no poder estar con sus hijos durante el Día del Padre. Saben que no podrán recuperar el tiempo perdido pero anhelan reencontrarse con su familia cuando obtengan la libertad.

Las excusas siempre sobran: la distancia, el dinero o la falta de tiempo. Al menos eso alegan los hijos de estos cuatro internos para no visitar a sus padres. Por eso se sienten olvidados en prisión, por eso tratan de no pensar en los años que pasaron con sus hijos, y sobre todo de no guardarles rencor.

José Martín Monreal lleva ocho años y siete meses en prisión. Es el mismo tiempo que tiene sin ver a sus dos hijas: Cecilia y Adriana. No sabe nada de ellas: si están casadas, si tienen hijos o si se fueron de Nueva Rosita, Coahuila, lugar de donde es originario.

Ellas no le perdonan a José que se haya casado con otra mujer en prisión, pero asegura que la madre de sus hijas le pidió el divorcio cuando le dictaron sentencia, y que fue dos años después cuando se enamoró de Alma Delia Adame.

En prisión procreó una hija con Alma. La niña se llama Jovana y ya tiene cuatro años. José tampoco ve a Jovana tan seguido como quisiera porque vive en Laredo, Tamaulipas, con la hermana de su esposa. Todavía recuerda con tristeza cuando a los tres meses de nacida se la llevaron porque las autoridades penitenciarias consideran que una prisión no es el lugar indicado para que un menor de edad crezca.

Para que el tiempo pase más rápido, José trabaja en la cocina. Ahí prepara los alimentos de los internos: comienza a las seis de la mañana y termina a las ocho de la noche. Esto le sirve como distracción, así no piensa tanto.

?A Jovana la veo una vez por año, precisamente en este mes se cumple un año desde que nos visitó por última vez. Ya quiero salir, ya me faltan dos años y dos meses para obtener mi libertad. Me quiero quedar en Torreón porque a mi esposa le faltan casi cinco años para terminar con su sentencia?.

José tiene 38 años y dice que cuando salga de prisión conseguirá trabajo y luego buscará a sus hijas. No sabe si Cecilia y Adriana quieran saber de él, pero hará todo lo posible por ganarse su cariño nuevamente, porque dice que si cometió algún delito fue precisamente para darles una vida mejor.

Trabajaba como albañil pero lo deslumbró el dinero que le ofrecieron por vender droga, por eso lo sentenciaron por delitos contra la salud. ?Pero ya estoy capacitado para trabajar y salir adelante con mi familia, lo que pasa es que tenía muchas necesidades económicas?.

Para José y su esposa los jueves y los domingos son días tristes: el resto de los internos recibe visitas, pero nadie va a verlos a ellos. Alma es de Chilpancingo, Guerrero. ?Antes trabajaba como albañil pero ahora preferiría andar boleando zapatos que estar aquí, extraño a mis hijas, quisiera poder verlas crecer?.

Con un pie fuera

En seis meses, Antonio Orozco Cuevas saldrá de prisión. También su hijo David, pues ambos fueron acusados de delitos contra la salud y su sentencia fue de diez años. ?Ya estoy con un pie adentro y otro afuera?, comenta.

Además de David, Antonio tiene otros ocho hijos en Apatzingán, Michoacán, su lugar de origen. Algunas veces los ha visto. Y es que dice que deben viajar más de 20 horas para poder visitarlo.

Cuando había autogobierno en el Cereso, la familia de Antonio lo visitaba más seguido, por eso en los últimos cinco años ha visto a algunos de sus hijos nada más dos veces, incluso recuerda con tristeza que cuando su esposa falleció, le dieron la noticia tres meses después.

?Ni mi hijo ni yo nos dedicábamos a vender droga, yo era taxista y me ofrecieron llevar una camioneta pero no sabía que tenía droga. Como David iba conmigo nos detuvieron a los dos, tal vez sea culpable por no revisarla, pero cómo iba a saber que algo así nos podría pasar?.

Antonio es parco al hablar. Dice que no hay mucha historia qué contar. Lo único que quiere es salir de la cárcel pero asegura que no se desespera y sólo deja que el tiempo pase. De vez en cuando habla por teléfono con alguno de sus hijos y considera que si no lo visitan es porque no tienen dinero para viajar.

?Creo que fui un buen padre mientras estuve con ellos, también desde aquí lo soy, lo que quiero es salir y que esta lección que sufrimos, pues ni modo, que nos sirva de experiencia. Lo malo es que no voy a recuperar el tiempo perdido?.

A sus 63 años le siguen importando fechas como el Día del Padre: ?pero como quiera hay que salir adelante, espero que mis hijos se la pasen bien con mis nietos, al cabo que el próximo año ya podré estar con ellos?.

Se dice inocente

Juan José Castro Alvarado dice que es inocente. Asegura que es campesino del municipio de Fresnillo, Zacatecas, y que sólo se dedicaba a sembrar chile, maíz, y frijol, pero lo sentenciaron por el delito de señalamiento de transportación de marihuana.

?Todavía soy campesino, no lo fui, soy, nada más que aquí estoy?. Juan José tiene 59 años de edad y lleva dos en prisión. Su familia es del rancho La Encantada, del municipio de Fresnillo.

Tiene nueve hijos, algunos viven en otra comunidad rural de Zacatecas y otros en Monterrey, Nuevo León. ?No vienen a visitarme porque ya tienen su propia familia y no pueden gastar en el viaje, luego por ver al papá no les compran zapatos a mis nietos?.

Para Juan José es duro pensar que su familia podría sacrificarse un poco por ir a verlo a prisión, ?pero cada quien tiene su pensamiento, nada más me han visitado dos de mis hijas, mi esposa y un yerno, pero pocas veces?.

Por eso, en los días de visita, sólo ve cómo sus compañeros reciben a sus familias. ?Sí quisiera verlos más seguido pero si no tienen tiempo qué hago, yo no tengo dinero para mandarles para el viaje?.

Juan José se siente abandonado: ?se están olvidando de uno, pero la sentencia ya está dictada y ni cómo hacerle. Cuando los extraño les hablo por teléfono, yo cumplí con mis hijos porque el que quiso estudió y nunca les hizo falta nada, ahora tienen sus propias familias y ven primero por sus hijos antes que por su padre?.

Los justifica

Santiago Cruz Cruz justifica a sus 12 hijos. Dice que no tiene caso que pierdan su tiempo y dinero en ir a verlo. Es originario de Poza Rica, Veracruz, y tiene 60 años. Desde hace nueve está en prisión.

La noche del sábado 11 de junio, apenas si pudo dormir. Ese día Mayra, una de sus hijas, cumplió 15 años de edad. Él sólo pudo pensar, imaginar el festejo. Por más que deseó con toda el alma estar en Poza Rica, no fue posible: aún le faltan tres años para cumplir su sentencia.

?No pude dormir nada, me la pasé pensando nada más, me dolió no estar en la fiesta de mi hija, pero hablé con ella por teléfono, fueron unos minutos nada más porque luego la cuenta sale muy cara?.

A Santiago se le quiebra la voz, las palabras se le atoran en la garganta y trata de contener el llanto. Dice que en los nueve años y cuatro meses que lleva en prisión, sólo ha visto a cuatro de sus 12 hijos.

?La vida afuera es muy bonita, a mí me privaron de mi libertad injustamente pero al mes de estar en la cárcel comencé a trabajar, como quiera gano dinero y por eso no me quejo. No es mucho, pero me alcanza para comer?.

Considera que fue un buen padre: ?a veces llegaba cansado de trabajar y no tenía ganas de platicar con nadie, sólo quería dormir, pero nunca fui borracho y apoyé a mis hijos en sus decisiones?.

Nunca imaginó que su trabajo como transportista le traería problemas. Un día lo contrataron para que llevara limones a otro estado. En realidad el vehículo llevaba marihuana. Por más que juró ser inocente, no pudo evitar la sentencia por delitos contra la salud.

Ni siquiera recibió una respuesta de Vicente Fox, presidente de la República, cuando le escribió una carta solicitando su ayuda. Se tuvo que conformar con el apoyo de un defensor de oficio, pero no logró comprobar su inocencia.

?Para venir a verme, mis hijos tendrían que gastar como mil pesos en puro pasaje más el hospedaje, antes de perdido podían quedarse en las celdas de los presos, pero ahora la situación es diferente, varios amigos me han ofrecido sus casas para que mi familia se quede, pero los arrimados y los muertos a los tres días apestan... es mejor así. Para qué molestar a la gente?.

En prisión trabaja elaborando cintos: ?bien sabe Dios que lo que más deseo en el mundo es ver a mis hijos, pero si Él lo quiso así entonces no me queda más remedio que aceptar su voluntad?, dice, y una sombra de tristeza le nubla la mirada.

Aunque salga de la prisión con ?una mano adelante y otra atrás?, Santiago volverá a empezar su vida. Confía en que algo se le va a ocurrir para ganar dinero: dice que sabe de comercio y que también es hábil para manejar camiones: ?tengo ganas de abrazar a mis hijos?, dice mientras se talla los ojos, pero de nada sirve: ya no puede contener las lágrimas.

Algunos datos de los internos que pasarán el Día del Padre solos en prisión:

Nombre: José Martín Monreal

Edad: 38 años

Procedencia: Nueva Rosita, Coahuila

Delito: contra la salud

Es padre de tres mujeres

Nombre: Antonio Orozco Cuevas

Edad: 63 años

Procedencia: Apatzingán, Michoacán

Delito: contra la salud

Es padre de nueve hijos

Nombre: Juan José Castro Alvarado

Edad: 59 años

Procedencia: Fresnillo, Zacatecas

Delito: contra la salud

Es padre de nueve hijos

Nombre: Santiago Cruz Cruz

Edad: 60 años

Procedencia: Poza Rica, Veracruz

Es padre de 12 hijos

FUENTE: Investigación de El Siglo de Torreón

Nadie lo visita

?Los días de visita son los jueves y domingos... siento feo no recibir a nadie. Cometí un delito por necesidad pero ahora preferiría andar limpiando zapatos, trabajar como bolero, es mejor que estar aquí?.

José Martín Monreal Rosas,

interno del Cereso

El paso del tiempo

?Qué se va a recuperar el tiempo que pasamos en la cárcel, ni siquiera pude estar con mi esposa cuando murió, mis hijos me dijeron tres meses después, lo que pasa es que estoy un poco enfermo?.

Antonio Orozco Cuevas,

interno del Cereso

En el olvido

?Es duro pensar que mis hijos podrían sacrificarse un poco para venir a verme, pero qué hacemos, ya tengo una sentencia en contra y ni cómo cambiarla... siento que se están olvidando de mí?.

Juan José Castro Alvarado,

interno del Cereso

Injusticia

?La vida afuera es muy bonita, me privaron de mi libertad injustamente, pero estoy trabajando para ganar dinero, no es mucho pero me alcanza para mandarle algo a mi familia?.

Santiago Cruz Cruz,

interno del Cereso

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