Gracias a la gentileza de Jorge Torres Castillo, funcionario de la secretaría de Gobernación, con quien tengo la amistad de muchos años, la que se mantiene viva a pesar de la distancia en el tiempo y en el espacio y de haber desempeñado tareas y asumir responsabilidades desde diferentes plataformas políticas, tuve acceso al libro que contiene las conclusiones y propuestas de la Comisión de Estudios para la Reforma del Estado.
Es un libro de una magnífica presentación, editado bajo los generosos auspicios de la Universidad Nacional Autónoma de México, nuestra Alma Mater, prologado por el rector Juan Ramón de la Fuente, quien dejó perfectamente asentada la presencia de la institución educativa y cultural más importante de México con el papel definido y claro de su misión histórica, pues “a la máxima Casa de Estudios corresponde el análisis riguroso e imparcial de la realidad”.
Bajo la coordinación de Porfirio Muñoz Ledo, cuya capacidad política e intelectual es incuestionable, la comisión de Estudios para la Reforma del Estado desarrolló durante tres meses sus trabajos pues se instala formalmente en el mes de agosto y presenta sus conclusiones el mes de noviembre de 2000, en la que participaron destacados personajes de la vida política, educativa, cultural y económica de nuestro país y quienes a título personal, sin ostentar representación alguna, a pesar de pertenecer muchos de ellos a instituciones de la más diversa filiación e ideología, expusieron sus opiniones y puntos de vista, animados tan sólo por el supremo interés de impulsar la transición real hacia la democracia sobre la base de una auténtica reforma del Estado mexicano.
El tema se ha puesto nuevamente en la mesa de discusión, como tarea pendiente en el contexto de las grandes decisiones nacionales, que hay que retomar de manera urgente, sin aplazamiento, si es que realmente tenemos vocación democrática y queremos acceder a un moderno concepto de Estado. En colaboración anterior y a propósito del aniversario de nuestra Constitución Política, comentamos que ésta debía ser revisada rigurosa y profundamente y dejábamos a la reflexión de los lectores la idea de un renovado modelo de Constitución que es tanto como decir una nueva concepción de nuestra forma de Estado. Por eso consideramos de gran valía referirnos a los trabajos de aquella aparentemente lejana y obsoleta Comisión de Estudios, cuyas conclusiones y propuestas tienen perfecta actualidad, pues pueden ser tomadas seriamente como punto de partida para generar un efectivo cambio de nuestras estructuras e instituciones políticas.
La comisión operó bajo el esquema de mesas de Trabajo, habiéndose integrado seis que se abocaron al estudio de las grandes cuestiones nacionales cada una de las cuales, dividió su tarea en cinco temas, procurando que estuvieran incluidos en la agenda los que ameritan una reflexión detenida y que pudieran proporcionar los elementos necesarios para transformar las instituciones mexicanas. El solo título de los temas tratados en aquellas mesas de trabajo da una clara idea de lo importante y trascendente de la valiosa aportación que a la vida pública de México hicieron los que participaron en ellas. Por eso vale la pena que cuando menos los mencionemos, ante la imposibilidad de espacio para hacer un análisis de cada uno: Derechos Humanos y Libertades Públicas; Objetivos Económicos y Sociales del Estado; Representación Política y Democracia Participativa, Forma de Gobierno y Organización de los Poderes Públicos; Federalismo, Descentralización y Autonomías; Constitución y Globalidad.
Una sistemática visión de la realidad mexicana; una profunda labor analítica para conjugar argumentos contrarios y contradictorios que permitieran llegar a conclusiones consensuadas. La dialéctica como método de debate. Es tan amplio y al mismo tiempo conciso, tan rico y variado el contenido de aquellas sesiones de reflexión y análisis que bastaría comentar sólo uno de ellos, para interesar al lector en el conocimiento de nuestra vida política y recomendar la lectura completa del documento que comentamos.
La mesa relativa a la forma de Gobierno y Organización de los Poderes Públicos, abordó el tema de atribuciones de las Cámaras del Congreso, diagnosticó que la división de poderes es una codición esencial del Estado de Derecho, sin la cual no puede construirse un regimendemocrático. Que la división de poderes exige independencia y fortaleza, equilibrio y colaboración para un correcto funcionamiento. No se trata de fortalecer un poder y debilitar al otro. Se requiere tres poderes fuertes que cumplan con eficiencia y eficacia sus funciones para consolidar en auténtico Estado democrático de Derecho. Por eso después del debate se obtuvo como propuesta que las dos cámaras concurran a la aprobación del presupuesto y la cuenta pública, ahora facultad exclusiva de la Cámara de Diputados: también en la aprobación de tratados internacionales hoy reservada sólo al Senado de la República; incluir como facultad del Congreso la de promulgar las leyes si, pasado determinado tiempo, el presidente de la República no la hiciera y conferir al Poder Legislativo la facultad de dictaminar, aprobar y evaluar el Plan Nacional de Desarrollo. Podremos estar de acuerdo o no con estas conclusiones, pero son un estímulo para reflexionar sobre el tema.
Finalmente como dijo el rector de la Fuente: tres hechos llaman la atención sobre los trabajos de la Comisión: la tendencia a preferir la reforma constitucional a la creación de un nuevo orden jurídico y político fundamental; la concepción de que el proceso de cambio se dé por la vía legislativa y la propuesta de que la democracia debe ampliarse hacia formas más abiertas y directas de participación y no sólo mediante la vía de los partidos políticos. Estamos de acuerdo en eso ¿y usted?
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