En represalia, colonos matan a perro malabarista y se lo arrojan al ?rey de la selva?
Con el comienzo de las Fiestas de la Ciudad, los vecinos de la calle Rosal esquina con Crisantemo de la Colonia La Virgen vieron como su entorno cambió. Unos remolques se apoderaron del sitio y de pronto, estaba un circo que según está rotulado en sus automóviles se llama Oriental.
Aseguran los trabajadores del sitio que fueron contratados por el Comité de Festejos del 442 Aniversario de la fundación de Durango, de este modo, los primeros días ofrecieron las funciones de manera gratuita para brindar diversión tanto a chicos como a grandes y posteriormente, empezaron a cobrar.
Payasos, malabaristas, contorsionistas pero también animales participan en este espectáculo que en realidad es una empresa familiar en la que se ocupan desde niños hasta adultos y que con el paso del tiempo, empezó a generar molestias entre los habitantes del lugar.
Y es que los cirqueros traen consigo a caballos, una llama, perros y un león. Los animales defecan en la vía pública y por supuesto, las moscas no se hacen esperar. Pero en especial, existe la preocupación de que el felino se encuentra en una jaula al alcance de todo el transeúnte que se acerca, sobre todo, de los curiosos niños que no miden el peligro y en un descuido, puede suceder una tragedia.
Algunos de los colonos se quejan además, por el hecho de que el felino ruge constantemente por las noches y por lo tanto, obliga a pasar ratos de insomnio, además del nerviosismo que se crea al tenerlo tan cerca.
En un recorrido realizado por este medio de información se pudo constatar que en efecto, el león descansa en una jaula, con algunos barrotes chuecos y sin tener una barra de seguridad a su alrededor para evitar que las personas se aproximen demasiado, así que con sólo estirar la mano se puede tocar.
La carnívora bestia tiene un aspecto poco alentador. Luce flaco y con un pelaje opaco, mientras duerme los insectos voladores son sus compañeros. Quienes tampoco se ven en sus mejores condiciones son un caballo blanco y la llama que amarrada a un remolque buscaba la mejor posición para dormir.
Gillian Nayeli Ríos García de 16 años, hija del propietario del circo, atestigua que todos los animales cuentan con su respectivo permiso, que todo está en regla, aunque señala que es su progenitor quien posee los documentos y que no se encontraba en ese momento.
Asevera que este día se quitarán del inmueble y que por su parte, igualmente tienen quejas de los moradores, ya que platica, alguien les mató a machetazos un perro malabarista y el cuerpo del canino lo arrojaron al interior de la jaula del león.
La joven declara que el denominado ?rey de la selva? no fue quien mató a la mascota, ya que ellos se encargan de darle de comer y jamás han optado por darle carne de ese tipo. Asimismo, dice que no hay forma de que el canino pudiera entrar a dónde está el león.
Acompañada por su hermano Gerardo Tomás de 15 años, Gillian Nayeli cuenta que el circo tiene cuatro años de existir pero que son descendientes de una estirpe circense, de tal forma que ella se inició en el medio desde que tenía dos años de vida.
En total son 12 personas las que laboran en la compañía y a decir de la adolescente, se presentan en varias colonias de la ciudad así como en las zonas rurales, aunque a veces prueban suerte en otras entidades. Ayer ya no había carpa en el piso de terracería, sólo quedaban algunas de las casas rodantes de los artistas y los remolques para la fauna.
En ningún momento se vio que los animales tuvieran alimento a su alcance o agua, pero los muchachos manifestaron que son ellos quienes los entrenan y que al león lo compraron a otro circo.
Debido a que rentan una mesa del llamado?futbolito?, había varios niños por el área. Menores de edad se asomaban por la ventana de su precaria vivienda y mirando al león se escondían. Otros habitantes decían maldiciones en contra del animal, pero al parecer, su entorno volverá a la normalidad, si es que los cirqueros cumplen la promesa de retirarse hoy.
INTRANQUILIDAD
Con la presencia de un león enjaulado a pocos metros de su casa, María Martina Ortega no se siente del todo a gusto. Han pasado 15 días desde que el circo Oriental se puso en la vía pública. Cuenta que el espectáculo fue divertido, aunque en realidad, el felino no participaba en algún acto, sólo lo tenían en exhibición.
Su sueño ha sido interrumpido en más de una ocasión por los rugidos de la fiera y en las primeras horas del día la situación se repite.
Teresa Vega González del mismo modo considera que el animal es muy ruidoso, pero en especial, peligroso para los inquietos infantes que lo merodean con el afán de observarlo.
Manifiesta que en ocasiones, los dueños se meten a sus casas rodantes y la bestia queda sola, sin supervisión alguna, así que las madres de familia están con la angustia de que los chiquillos no atiendan las recomendaciones de no aproximarse, por lo que esperan, muy pronto se vaya este espectáculo.