“Para el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación no es indispensable que los maestros tengan licenciatura terminada ya que eso no afecta la calidad de la enseñanza ni los convierte en docentes de segunda” aseguró el secretario general del Comité Ejecutivo Nacional del SNTE en el marco de los festejos que con motivo del Día del Maestro tuvieron lugar en Monterrey.
Para que luego nadie se sorprenda que nuestros jóvenes califiquen año con año en los niveles más bajos en la Evaluación Internacional de Estudiantes, ni nos extrañen los frecuentes dislates y barbarismos con que hablan nuestros mandatarios.
Después de muchos años de contundentes declaraciones de guerra... a la ignorancia, seguimos dándole vueltas a la noria. Y sin embargo, al menos de palabra todos coincidimos en que nuestra prioridad indiscutible es la educación; aunque si alguno de nuestros hijos nos saliera con la peregrina idea de que cuando crezca quiere ser maestro, de inmediato le sugeriríamos que primero probara en el Partido Verde, se metiera en Big Brother o aprendiera a mover la panza para conseguir trabajo de stripper; que son espacios laborales donde aún asumiendo que el chico no contara siquiera con medianos recursos intelectuales, tendría mejores posibilidades de ganarse la vida que en el magisterio. “Pasarás más hambre que un maestro de escuela” dicen por ahí, y el peregrinaje puntual de los pobresores que todos los años por estas fechas nos caen en la capital lo confirma.
Con el aspecto marchito y arrastrando la depresión crónica de quién sabe desde hace mucho que tiene la batalla perdida, aparecen siempre en esta temporada.
Organizan marchas y bloquean las calles atrayendo sobre ellos la cotidiana ración de maldiciones que los capitalinos reservamos para esos casos. Finalmente acampan en el Zócalo donde nadie les resuelve nada, para volver después a las aulas tan desencantados como vinieron, a seguir ejerciendo un magisterio desangelado y mediocre.
Yo sé que es un sueño guajiro pero ¿y si pagáramos a los maestros lo que pagamos a los diputados y viceversa, no sería más justo? Y ya en plan de soñar pues hasta podríamos ayudarlos -aunque no tengo ni idea de cómo- a sacudirse de encima a su líder inmoral, a quien sólo sirven de cuantioso capital político; y quien por cierto con motivo del Día del Maestro reapareció muy sonriente junto a la señora Marta. ¡Chócalas! Parecen decir las dos señoras henchidas de satisfacción por la magnífica labor que realizan a favor de ellas mismas.
Dicho lo anterior, paso a retirarme con la declaración contundente de: o dignificamos a los maestros o dejamos que este país nuestro siga cuesta abajo la rodada.
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