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Tensa audiencia sobre uso de esteroides

Agencias

Sosa niega que usó esteroides, McGwire dice que no delatará.

WASHINGTON, EU.- Sammy Sosa declaró ayer que nunca usó esteroides y Mark McGwire afirmó que no delatará a nadie, en una tensa audiencia en el Congreso sobre el consumo de sustancias prohibidas en el beisbol de grandes ligas.

McGwire no dijo que había consumido esteroides y señaló que sus abogados le aconsejaron que no respondiera a algunas preguntas.

?Si un pelotero responde que ?no?, simplemente no se le cree, pero si responde que ?sí?, se arriesga al escarnio público y a enfrentar investigaciones gubernamentales interminables?, indicó McGwire.

Dos peloteros en actividad, el dominicano Sammy Sosa y el cubano Rafael Palmeiro, afirmaron que nunca han consumido esteroides.

Fue una escena insólita: algunos de los nombres más rutilantes de la historia del beisbol, vestidos de traje y corbata en lugar de los uniformes de sus equipos, aparecían en el Capitolio en lugar del diamante.

McGwire y Palmeiro fueron acusados, en un libro que publicó José Canseco y que llevó a los legisladores a programar esta audiencia que duró todo el día, de utilizar drogas para mejorar el rendimiento.

Otros dos peloteros principales, que no estuvieron presentes, testificaron en 2003 ante un jurado de instrucción que investigaba una red de distribución de esteroides: se trata de Barry Bonds, de los Gigantes de San Francisco, y Jason Giambi, de los Yanquis de Nueva York.

Seis jugadores activos o retirados fueron emplazados para comparecer ante una comisión de la cámara baja.

En una escena de tensión, el cubano Canseco se sentó en la misma mesa con los otros peloteros y dijo a los legisladores que no contestaría totalmente a sus preguntas ante el temor de que su testimonio sea usado en su contra.

Durante una pausa tras los testimonios iniciales de los peloteros, cinco de ellos se reunieron en un salón cercano, mientras que Canseco fue a otro.

McGwire, quien trataba de combatir las lágrimas, señaló que sabía que el consumo de esteroides era peligroso e indicó que haría todo lo que estuviera en su mano para disuadir a deportistas jóvenes de su uso.

?Lo que no haré, sin embargo, es participar en la denuncia de nombres e implicar a mis amigos y compañeros de equipo?, señaló McGwire, quien marcha sexto en la historia de las grandes ligas con 583 jonrones.

La audiencia se fijó después de que los miembros de la Comisión acusaron al beisbol de ignorar el problema del consumo de esteroides por años y que sólo bajo presiones decidieron adoptar un débil programa de pruebas antidopaje.

?El beisbol no ha hecho nada durante los últimos años?, dijo el representante Henry Waxman, demócrata de mayor rango en el panel.

Los legisladores criticaron particularmente los castigos que contempla el plan de combate al consumo de esteroides en grandes ligas, que incluye una cláusula que permitiría el pago de multas en vez de sufrir suspensiones.

Si un pelotero arroja positivo en su primer control antidopaje, le costaría una multa de 10,000 dólares en vez de cumplir una suspensión de diez días en una temporada que dura seis meses.

El consumo de la mayoría de los esteroides sin contar con una receta expedida por un doctor y con fines médicos, es ilegal.

Las grandes ligas prohibieron el uso de esteroides en septiembre de 2002 y comenzaron a efectuar pruebas con la aplicación de sanciones en 2004.

?Estoy limpio?, proclamó el dominicano Sosa, una de las luminarias del deporte.

?Todo lo que he escuchado sobre esteroides y las hormonas de crecimiento humano es que son malas para la salud, incluso letales?, dijo Sosa en una declaración escrita leída por su abogado, Jim Sharp. ?Jamás introduciría algo tan peligroso en mi cuerpo.

?Para que quede claro?, añadió, ?nunca he usado sustancias prohibidas para mejorar el rendimiento. Nunca me he inyectado o inyectado a otro con algo?.

La reciente publicación de un libro de Canseco causó un revuelo sin precedentes sobre el tema de los esteroides en el beisbol, ya que el cubano afirma haberlos consumido y habérselos inyectado a McGwire, su ex compañero en Oakland, y a otros más.

Aparte de Sosa, el cubano Rafael Palmeiro también negó enfáticamente el uso de esteroides. Los dos y McGwire fueron señalados de usar drogas en el libro de Canseco, la razón de la convocatoria de la audiencia.

La escena, extraordinaria en los anales del beisbol, tuvo como protagonistas a varias de sus grandes figuras frente a frente ante legisladores.

Éstos acusaron a los directivos de las grandes ligas de hacer de la vista gorda al problema, respondiendo a la presión del Congreso con un programa de controles sin dientes.

?Las mayores y el sindicato de jugadores trataron a nuestra investigación primero como una molestia, luego como una negociación, llena de tergiversaciones?, dijo el presidente de la Comisión de Reforma Gubernamental, el representante republicano Tom Davis, al iniciar la audiencia.

?Entiendo su deseo de evitar la curiosidad del público. Pero creo que se equivocaron al juzgar nuestra seriedad o nuestras motivaciones?, dijo Davis.

Selig permaneció sentado y cruzado de brazos mientras resonaba el coro de críticas contra él y el deporte en general.

El salón de audiencias estaba lleno con personas de pie cuando testificaron los peloteros, con camarógrafos que atestaban los pasillos. Sin embargo, una buena parte de los curiosos se fueron cuando los peloteros se marcharon, y dejaron muchos asientos vacíos cuando Selig comenzó a leer su declaración inicial.

En una declaración previa a su testimonio, Selig defendió los controles aprobados en enero, diciendo que ?están a la misma altura que en los demás deportes profesionales? y añadió que las sanciones más leves se tomaron en cuenta ?bajo la teoría que la modificación de conducta debe ser la meta más importante de nuestra política?.

Las grandes ligas intentaron impedir que se emplazara a los peloteros para que rindieran testimonio, pero el presidente de la comisión, el republicano por Virginia, Tom Davis, y el demócrata Waxman, de California, amenazaron con presentar acusaciones por desacato si los beisbolistas no comparecían.

Más de cuatro horas después del inicio de la audiencia, empezó el desfile de jugadores en una sala atestadas por espectadores, legisladores y periodistas.

Curt Schilling, pitcher de los Medias Rojas de Boston, que ha sido un duro crítico sobre el uso de esteroides, fue el primero en ingresar. Se sentó en uno de los extremos de la mesa de testigos, con Canseco en el otro. Palmeiro, Sosa, McGwire y sus abogados se acomodaron en el medio.

Schilling arremetió contra Canseco, diciendo que las denuncias del cubano ?deben ser tomadas como lo que son: un intento de hacer dinero a expensas de los demás?.

Todos ofrecieron sus condolencias a los padres de dos jóvenes peloteros que se suicidaron después de consumir esteroides.

Los padres testificaron antes, junto con expertos médicos que hablaron sobre los efectos probables de los medicamentos: enfermedades cardiacas, cáncer, esterilidad y depresión.

?Los peloteros que son culpables de consumir esteroides no sólo son tramposos, también son cobardes?, señaló Donald Hooton, cuyo hijo, Taylor, tenía 17 años cuando se ahorcó en julio de 2003.

?Ustedes se ocultan detrás de la falda de su sindicato y con la ayuda de los directivos, y sus abogados han hecho todos los esfuerzos para evitar que enfrenten al público hasta ahora?, señaló Hooton.

El grupo de beisbolistas incluyó a tres de los primeros diez máximos bateadores de jonrones en la historia de las grandes ligas: McGwire, Sosa y Canseco.

McGwire y Sosa son reconocidos por haberle dado popularidad al beisbol en 1998, cuando lucharon para romper la marca de cuadrangulares en una temporada que pertenecía a Roger Maris y que era de 61 jonrones.

Canseco, quien se retiró en 2001 con 462 jonrones, solicitó inmunidad para testificar pero se la negaron el miércoles. ?¿Por qué tomé esteroides? La respuesta es simple. Porque yo y otros no teníamos otra alternativa si queríamos continuar jugando?, dijo Canseco en un testimonio.

Sugieren ley antiesteroides

Los legisladores estadounidenses dijeron ayer que es necesaria una política antiesteroides para detener el uso de sustancias que elevan el rendimiento entre los jugadores de beisbol y los jóvenes deportistas que les admiran.

Los legisladores afirmaron que el deporte tiene responsabilidad en el aumento del uso de sustancias ilegales entre los estudiantes de escuelas secundarias y debe hacerse algo para detenerlo.

?Esto no se puede hacer solamente enviando gente a las aulas y hablando con los estudiantes. Hay que comenzar desde arriba?, indicó el representante republicano por el Estado de Virginia, Tom Davis, presidente del Comité de Reformas Gubernamentales en la Cámara de Representantes.

Otros legisladores dijeron que abogaban porque el congreso revocara la ley antimonopolios que protege al beisbol.

?No hay nada más grande que el beisbol, pero no hay nada más grande que la ley?, dijo el senador republicano por Kentucky, Jim Bunning, un ex lanzador, miembro del Salón de la Fama.

El beisbol cayó bajo el escrutinio de las autoridades tras el escándalo del laboratorio BALCO (Bay Area Laboratory Co Operative) que involucró a varios peloteros con el uso de esteroides.

Descubrir la verdad

Las audiencias del Comité de Reformas Gubernamentales en relación al consumo de esteroides en el beisbol profesional, comenzaron con una advertencia de su presidente de buscar sobre todo la verdad acerca del dopaje, en un deporte que se ha convertido en el pasatiempo nacional.

Todos los miembros del comité, presidido por el republicano Tom Davis, fueron categóricos en su presentación y todos afirmaron que buscaban de una vez por todas, que los peloteros asumiesen la ?responsabilidad pública? que tienen y diesen a conocer todo lo que saben del consumo de esteroides.

Davis estableció el tono de las audiencias cuando en su introducción criticó con dureza a los dirigentes de las grandes ligas por la falta de colaboración, y les recordó que había llegado el momento para todos de dar una solución al grave problema del dopaje dentro del deporte pasatiempo nacional.

?La oficina del comisionado y el sindicato de jugadores presentaron nuestra investigación primero como una molestia y después como una negociación, llena de tergiversaciones y sin ningún tipo de transparencia en sus acciones?, destacó Davis. ?Entiendo su deseo de evitar la curiosidad del público, pero se equivocaron a la hora de juzgar nuestra seriedad?.

Davis tras advertir que la sociedad estadounidense deseaba conocer la verdad sobre el asunto, dio paso a las audiencias con el primer grupo de expertos que prestaron su valoración sobre los efectos del consumo de esteroides y la nueva política antidopaje de las grandes ligas, que fue clasificada como muy deficiente y sólo orientada a evitar la presión pública.

El doctor Gary Wadler, representante de la Agencia Mundial Antidopaje, calificó el nuevo acuerdo que se ha establecido en las grandes ligas como ?sin sentido? en la lucha por evitar el consumo de substancias prohibidas.

?No sólo la ausencia de todas las anfetaminas de la lista de substancias prohibidas es algo incomprensible, sino también todo el proceso de control, que en realidad no existe y mucho menos el castigo que se les da a los infractores?, destacó Wadler.

La doctora Nora D. Volkow, directora del Instituto Nacional sobre Abuso de Drogas, reiteró que el consumo de esteroides y otro tipo de substancias era dañino en todos los aspectos del desarrollo físico de los atletas y personas que las consumían, llegando a los estados de violencia, depresión y suicidios.

Los distintos representantes de la comisión en sus interpelaciones a los expertos médicos y los padres de los deportistas y aficionados que se suicidaron tras consumir esteroides, como Taylor Hooton, advirtieron que su misión no es otra que dar solución a un problema que afecta a una gran parte de los jóvenes del país.

Tanto los expertos como los congresistas durante las interpelaciones recordaron que había llegado el momento de dar una solución válida al grave problema que existe, sin que esta vez se trate de ocultar, como se ha hecho por años, el consumo de esteroides y otras substancias prohibidas, no sólo dentro del beisbol profesional sino también en los colegios superiores.

?El problema no es sólo de los profesionales de las grandes ligas, comienza en los colegios cuando los seguidores de talentos llegan con un prototipo de jugador que quieren conseguir tanto en estatura y peso?, declaró Denise Garibaldi, la madre que perdió a su hijo por el consumo de esteroides.

Otro de los testimonios más demoledores del primer grupo de panelistas fue la del senador republicano por Kenctucky, Jim Bunning, un ex jugador de beisbol, quien recordó que en sus tiempos las estrellas como Henry Aaron, Willie Mays y Ted Williams, no incrementaban su peso en la recta final de su carrera o pegaban más cuadrangulares.

?Lo que sucede ahora en el deporte del beisbol no es algo natural ni normal y debe darse una solución al grave problema que existe?, destacó Bunning.

Las emociones fueron aún mayores cuando entraron a la sala los seis jugadores, entre ellos el dominicano Sammy Sosa, los cubanos José Canseco y Rafael Palmeiro, Mark McGwire y Curt Schilling, mientras que Frank Thomas lo hizo a través de una conexión de teleconferencia desde Arizona.

Todos ellos leyeron comunicados ante el comité en los que destacaron la tragedia del consumo de esteroides, y con emoción reconocieron la existencia del problema dentro del beisbol profesional.

Los ex peloteros McGwire, que fue el que más se emocionó al leer el comunicado, y Canseco, que con su libro autobiográfico generó la mayor denuncia, fueron los que generaron más atención.

Palmeiro se convirtió en el más agresivo en su comunicado al señalar con el dedo a los miembros del comité y decirles que ?nunca, nunca consumió esteroides?.

Pero todos reconocieron que existe el problema del consumo de esteroides dentro del deporte nacional, algo que el comisionado Bud Selig y otros directivos de las grandes ligas, presentes entre los que tendrán también que declarar, habían negado de forma sistemática hasta que se descubrió el escándalo de los laboratorios BALCO de San Francisco.

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