Estos días tranquilos son, en realidad, de calma chicha. A partir de pasado mañana la tensión y las definiciones políticas dejarán de ser de papel o de saliva y en el horizonte comenzará a perfilarse el desenlace de este nuevo periodo político marcado por la convulsión. En el plano inmediato, la incertidumbre será la única certidumbre. De la claridad y responsabilidad de los actores políticos dependerá el carácter que adquiera el proceso electoral 2006. Excesos, perversiones o errores podrían terminar por vulnerar la incipiente democracia electoral que la clase política no ha podido transformar en una democracia política.
*** Este mismo lunes el Partido Verde Ecologista de México ajustará sus estatutos a los señalamientos hechos por el Tribunal Electoral, sobrarán las rabietas y los desplantes de ese partido familiar que tan buen negocio ha resultado. Acto seguido, la dirigencia de esa agrupación se verá en la necesidad de renovar sus mandos y, en esa oportunidad, cobrará relevancia la actuación de la disidencia que es la que, finalmente, puso en evidencia el carácter antidemocrático -por decir lo menos- de esa formación política. Por lo demás, ese mismo día, Bernardo de la Garza, el diputado verde que solicitó licencia, lanzará su postulación como candidato presidencial de ese partido político. La mayor virtud de De la Garza es que, hasta ahora, no se le conocen los vicios de varios de sus compañeros.
No es que detrás de De la Garza haya una trayectoria destacada o comprometida, simple y sencillamente no tiene los vicios que descartan a sus compañeros y eso, en el Verde, es virtud. Desde luego, esa operación se entiende no como la firme decisión de los ecologistas de concursar por sí solos en la contienda electoral de 2006. No, nada de eso, el nombre del juego es encarecer el precio de la alianza que, previsiblemente, en su momento terminarán suscribiendo con el PRI. Los verdes quieren llegar mejor posicionados para elevar el precio de la renta de su emblema. Como quiera, esa operación político-mercantil meterá en otra dinámica al priismo que ve en los verdes el aliado político natural. Habrá, pues, una definición política.
*** Dos días después, el miércoles, tendrá registro el primer cale entre la fuerza del perredismo y la de quienes, con el presidente Vicente Fox a la cabeza, quieren someter a juicio político al jefe del Gobierno capitalino, Andrés Manuel López Obrador. Por lo pronto, el perredismo ha llamado a concentrarse en el zócalo capitalino a la hora en que, en San Lázaro, la Sección Instructora estará sesionando. De la reunión de los diputados podría emanar el dictamen para llevar o no a juicio a López Obrador y, por eso mismo, el perredismo tendrá que dar muestra de su fuerza, obviamente de su capacidad de convocatoria. Y, en la votación del dictamen, los tres partidos políticos participantes en la Sección Instructora dejarán ver el curso que podría seguir el asunto. De las descalificaciones y de las pullas, del dime y direte entre Vicente Fox y Andrés Manuel López Obrador, se pasará a la acción política.
Comenzará a mostrarse entonces el grado de cohesión en las tres principales fuerzas políticas y se verá también cómo puede perfilarse el fin del sexenio. Este asunto resultará determinante para la dirección de Acción Nacional. Manuel Espino hizo alarde de que instruiría cómo votar a la fracción parlamentaria de su partido y, aun cuando después dio marcha atrás, en la conducta de los diputados albiazules se advertirá la fuerza de su liderazgo y el grado de aceptación que tiene su mando. Desde esa perspectiva, el PRI tendrá que hacer muy elaborados cálculos en relación con su postura. Tiene, en cierta medida, la llave del problema. El mayor peligro que podría correr el priismo sería votar a favor del desafuero sin que ni siquiera así lo hiciera en su conjunto Acción Nacional. El ridículo mayor no podría ser.
El enjuiciamiento o no de López Obrador ya tiene y tendrá costos, inexorablemente, para todos los actores políticos. En el primer lugar de la lista estará, sin duda, el propio López Obrador, pero muy cerca si no es que al parejo estará el presidente Vicente Fox. Si le lleva a juicio, por llevarlo; si no lo lleva, por no llevarlo. El presidente de la República no supo cuándo bajarse del empeño de someter a López Obrador al juicio de desafuero, convirtió el juicio en una obsesión y, cualquiera que sea el desenlace, tendrá que asumir los costos de esa causa. El exacerbamiento de la pasión política que se vino abonando a lo largo de los últimos meses, podría cobrar otro rostro: el del desbordamiento. La tensión irá en aumento y las definiciones que del affaire surjan serán determinantes en el porvenir del fin del sexenio y de la elección presidencial. Inhabilitar al candidato más popular a la Presidencia de la República no es cualquier cosa.
*** Sin fecha del todo fija pero, en todo caso, no más allá de mediados de abril, la cita de Luis Ernesto Derbez con su destino repercutirá en la configuración del gabinete de Vicente Fox. No está claro si el canciller conseguirá ocupar la Secretaría General de la OEA, pero lo que sí está claro es que la cancillería no puede seguir operando como un comité de campaña electoral que, de pronto, sujeta la política exterior a la ambición de un hombre que se vio expulsado del círculo cercano del presidente de la República.
Se daba por sentado que, aun no llegando a la OEA, Derbez dejaría la cancillería y, entonces, los nombres que se barajan para sucederlo comenzarán a aflorar con mayor fuerza. El punto delicado en esta materia es que el presidente Vicente Fox viene operando desde hace meses, cuando menos desde principios de año, sin los secretarios responsables de la política interior y de la política exterior del país. Santiago Creel y Luis Ernesto Derbez han venido operando como candidatos oficiales del Gobierno a la Presidencia de la República y a la OEA. Es factible que ambos cuadros busquen permanecer cómodamente en sus puestos el mayor tiempo posible.
No es para menos, desde esas posiciones han conseguido amparar su ambición y verla crecer sin grandes costos. Sin embargo, como se decía en el anterior parágrafo, si la intensidad y la tensión política aumentan será menester que el mandatario cuente con verdaderos operadores que trabajen en función del interés gubernamental y no sólo de la ambición personal. Aun cuando los relevos en el gabinete pudieran dilatarse por espacio de varias semanas o incluso meses, es claro que a la postre Vicente Fox tendrá que hacer dos nuevos nombramientos. Tendrá que tomar decisiones y perfilar definiciones.
**** A su vez y en medio de los jaloneos políticos reseñados, el priista Roberto Madrazo tendrá que acelerar el paso en la negociación con Elba Esther Gordillo. El tabasqueño tiene claro que para dedicarse de lleno a la preparación de la selección del candidato presidencial de su partido que, por lo demás, es probablemente la selección de sí mismo, requiere solucionar la situación con Elba Esther Gordillo. El tiempo corre ahora en contra de Roberto Madrazo. Cuanto más tiempo pase sin arreglar satisfactoriamente su propia sucesión en el partido, el cuadro se le irá complicando al tabasqueño.
Desde esa perspectiva, abril es el mes señalado para solventar ese problema, buscar algún arreglo y pasar a la preparación de la selección del candidato tricolor y, entonces, allá por julio, arrancar la precampaña. Los términos de esa negociación serán determinantes en la probabilidad de que el PRI regrese a ocupar la residencia oficial de Los Pinos. La salida de la lideresa magisterial del partido tricolor sería un duro revés al candidato presidencial, y la permanencia de la lideresa magisterial supone una negociación bastante compleja.
Y, en el priismo, el olor a poder tiene, como alguna vez se dijo, un doble efecto: en cuanto se percibe de lejos, une; en cuanto se olisquea de cerca, separa. Las herramientas y recursos políticos de Elba Esther Gordillo no son poca cosa. Es dinero, es infraestructura e implantación y son, desde luego, votos. La gran incógnita es cómo va a jugar sus cartas la profesora, siendo que a lo largo de toda su trayectoria nunca ha querido o sabido jugarlas por sí sola, no se contempla a sí misma como un factor de poder real con capacidad de autonomía. La profesora nunca se ha atrevido a dar un salto cualitativo en el rol que desempeña. En esa negociación, Roberto Madrazo cifra sus posibilidades.
*** Arranca pues otro periodo político. Mucho más tenso e intenso, mucho más definitorio. La calma chicha termina. Acción Nacional y el Partido de la Revolución Democrática han renovado sus dirigencias y, a su vez, el Revolucionario Institucional sorteó su asamblea. Sin embargo, en los tres casos, es evidente que la cohesión interna pende de alfileres muy delgados. Como quiera, las tres principales fuerzas políticas están ya en otro estadio y, ahora sí, con la vista puesta en la elección del año entrante. Por su parte y, aun cuando no quiere tomar conciencia cabal de la hora que marcan los relojes, Vicente Fox tiene que comenzar a pensar en su propia mudanza.
En la preparación de su salida del Gobierno. Puede parecer prematura esa idea; sin embargo, en la medida en que precipitó el juego sucesorio, precipitó también el principio del fin de su mandato. Las condiciones del mandatario son, ahora, también distintas. Asimismo, el calendario marca fechas que le dan otro carácter a la lucha política. Ya no son las amenazas ni las bravatas, son las definiciones.
Hace 11 años, el país conoció lo que ocurre cuando los actores políticos se equivocan y actúan sin tener claridad de lo que pretenden, cuando en aras de hacer prevalecer a un grupo entran en juegos eliminatorios que, al final, sólo sacuden las estructuras sin garantizar la sobrevivencia de quienes daban por segura su prevalencia. Los días tranquilos terminan, empiezan los otros. Se oye muy fuerte el silencio.
