Todas las personas que fueron tomadas como rehenes fueron liberadas y los presos entregaron las armas.
Buenos Aires, (EFE).- Después de un día de violencia y tensas negociaciones, las autoridades de Argentina lograron hoy controlar un motín que causó ocho muertos y decenas de heridos en una cárcel de la provincia de Córdoba, en el centro del país.
El jefe de la policía del distrito, comisario general Jorge Rodríguez, precisó que "el 100 por ciento de los reclusos ha depuesto su actitud" y solamente "queda un diez por ciento del penal por requisar".
Además, aseguró a los periodistas que fue liberada la totalidad de las personas que fueron tomadas como rehenes por los presos, que también entregaron las armas de las que habían logrado hacerse durante la revuelta.
Rodríguez indicó que el motín fue controlado poco más de 24 horas después de que unos 1.600 reclusos tomaran las instalaciones del penal, situado en la capital cordobesa, a 715 kilómetros al noroeste de Buenos Aires.
Al parecer durante el operativo de recuperación de la cárcel no se produjeron víctimas fatales ni heridos, ya que la autoridad policial confirmó que los muertos como consecuencia de la revuelta son cinco detenidos, dos agentes penitenciarios y un policía.
Esas muertes se produjeron entre la noche del jueves y esta madrugada, cuando hubo enfrentamientos armados entre los presos y algunos de los centenares de miembros de diferentes fuerzas de seguridad que rodearon el centro penitenciario.
Desde que se inició el motín, a las 15.00 horas locales (18.00 GMT) del jueves, también hubo incidentes y agresiones a policías por parte de familiares de los presos que se concentraron en las inmediaciones del edificio.
Las negociaciones con los detenidos quedaron a cargo de un comité de crisis organizado tras la revuelta, cuyos miembros no dieron precisiones sobre si fueron atendidas las reclamaciones de los reclusos.
Tampoco se difundieron cifras precisas sobre el número de heridos, si bien distintas fuentes oficiales mencionaron al menos una treintena de lesionados, entre ellos varios de gravedad, que fueron trasladados a distintos hospitales de la ciudad.
Los incidentes comenzaron el jueves durante la hora de las visitas, cuando se produjo un incidente entre un vigilante y la esposa de uno de los presos, lo que motivó la reacción de algunos reclusos.
Las autoridades aclararon que los detenidos lograron apoderarse de armamento que estaba en reparación en un taller de la cárcel pero no consiguieron acceder al arsenal, donde se guarda gran cantidad de armas.
Con pistolas, escopetas y algunas ametralladoras de las que lograron hacerse, un grupo de 16 reclusos intentó fugarse a bordo de un camión en medio de un fuerte tiroteo, pero la acción fue abortada por las fuerzas policiales.
Entre los rehenes había varios guardias, además del director de la prisión, Emilio Corso, y el subdirector, Francisco Toledo, quienes fueron golpeados por los presos antes de liberarles.
Mientras tanto, más de 50 familiares de reclusos permanecieron varias horas en el penal por decisión propia.
El motín fue seguido con atención por el Gobierno argentino, que ordenó el envío de más de 400 efectivos de la Gendarmería Nacional al lugar del conflicto y dispuso el refuerzo de las medidas de seguridad en el resto de las cárceles del país.
En una unidad penal de la ciudad de Viedma, a unos 900 kilómetros al sur de Buenos Aires, un grupo de nueve presos intentó fugarse pero todos fueron atrapados antes de que pudieran trasponer la puerta.