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ROMA, ITALIA.- La mítica ciudad de Roma, la capital italiana, daba ayer los últimos detalles para celebrar hoy viernes, uno de los actos masivos más imponentes de su historia reciente: el funeral del Papa Juan Pablo II.
?Desde el lunes hay ya otros dos millones de personas, entre fieles y peregrinos que han llegado a la capital. Es como si hubiésemos acogido otra Roma?, afirmó el alcalde de la capital italiana, Walter Veltroni.
A ese río humano, se añaden 200 delegaciones oficiales, que han puesto en estado de asedio a la ciudad, con unos 15 mil agentes vigilando la seguridad, el espacio aéreo cerrado y baterías de misiles en algunos puntos estratégicos.
La solemne ceremonia iniciaría a las 10:00 horas locales en la plaza de San Pedro y duraría unas tres horas.
La misa sería presidida por el decano del colegio cardenalicio, Joseph Ratzinger y concelebrada por los cardenales y los patriarcas de las iglesias orientales. Todos estarían vestidos de rojo, el color de luto del Papa y serían usados seis idiomas, además del latín.
La celebración se desarrollaría en tres partes y en tres lugares diferentes: la Basílica, la plaza de San Pedro, y las Grutas Vaticanas.
En un primer momento, sería el cardenal Camarlengo, Eduardo Martínez Somalo, quien llevaría a cabo el rito de la ?deposición?, cuando el cuerpo de Juan Pablo II fuera depositado en un ataúd de madera de ciprés, con la cara cubierta por un velo blanco.
Después se procedería a cerrar el féretro delante de los principales prelados de la Curia y luego llevada ante el altar instalado en el sagrado de la Basílica, ante la plaza de San Pedro.
Allí se celebraría la misa, que sería en latín, y que se concluye con una oración del cardenal Ratzinger, que pide a Dios dar ?a la Iglesia, privada de su pastor, el consuelo de la fe y de la esperanza?.
Sobre la caja de ciprés sería colocado un Evangelio abierto, pues el significado de la liturgia señala que será el viento el que moverá las páginas.
La sepultura, en las Grutas Vaticanas (abajo de la Basílica), tendría lugar al final de la ceremonia y duraría una media hora. El ataúd de ciprés se sellaría con cintas rojas sobre las cuales se imprimirán los sellos del Papa y del Vaticano y habrá de ser colocado dentro de otras dos cajas, una de zinc y otra de nogal, para ser nuevamente sellada.
En la cubierta serían puestas la cruz y el escudo del Papa y el ataúd sería colocado en la cripta donde se encontraba el de Juan XXIII, trasladado al interior de la Basílica tras su beatificación en 2000.
En la parte derecha de la Basílica, viendo hacia la plaza, estarían colocados cardenales, arzobispos, obispos, párrocos y canónicos, mientras en la derecha las delegaciones oficiales.
En primera fila habrán de estar el alcalde de Roma, Walter Veltroni y otras dos personas.
También el presidente italiano, Carlo Azeglio Ciampi, el primer ministro, Silvio Berlusconi, los presidentes de la Cámara de diputados y del Senado, Pier Ferdinando Caisni y Marcello Pera y el presidente polaco Aleksander Kwasniewski con otras cuatro personas. De la segunda fila hacia atrás estarían las delegaciones de otros países guiadas por jefes de Estado o de Gobierno o por monarcas. El orden será decidido en función de diversos criterios: como la antigüedad en las relaciones con la Santa Sede o el nivel de las delegaciones.
En la plaza propiamente dicha, atrás de religiosos y de las delegaciones oficiales estarían colocados los fieles, de pie y según orden de llegada.