Por cuestiones de trabajo, tuve la oportunidad de dialogar con una catedrática universitaria llegada de Murcia, España. Ella viene a colaborar en la formación de los nuevos profesionales del periodismo lagunero.
Luego de darle la bienvenida y pedirle me hiciera preguntas que aclararan sus dudas, percibí que tenía una mala visión de lo que es la Comarca Lagunera. Días después, pude satisfacer mi propia curiosidad; ella traía consigo una pretendida guía turística que nos definía en una manera idiota (palabra que viene de idiocia, grado de debilidad mental padecida por los seres humanos).
El citado bodrio se titula “México sin fronteras, la guía roja” que es una muy deficiente traducción con agregados de la quinta edición de “La Guía Roja” de John Fisher y colaboradores. La responsabilidad de la versión y del manejo deficiente de nuestro idioma es de “Ediciones B, S.A.”, que hace flaco favor a la buena reputación de los editores españoles.
Permítame transcribirle algunas de sus soseras, escritas en la página 164: “Por el sur hacia Durango: ...Torreón y Gómez Palacio, en la más rápida de las dos rutas, son prácticamente contiguos; habría sólo una sola población si no fuera por el hecho de que el límite del Estado las divide por la mitad: Torreón pertenece a Coahuila y Gómez Palacio a Durango. Ambas resultan poblaciones modernas bastante monótonas, devastadas por las luchas encarnizadas durante la Revolución. No hay motivo alguno que lleve al viajero a detenerse ahí, si bien el único consuelo que les queda es que marcan el inicio de la región de los viñedos y puede degustar los vinos de la localidad (aunque no son los mejores del país) en varias bodegas”.
No se ocupe mucho en tratar de entenderlos, además de todo, el texto está muy mal redactado, sin la veracidad que refiere la honestidad de quien escribe. Recuerdo el “cañonazo” al Casino de la Laguna y algún otro deterioro por “balazos” de armas de fuego en algunas cuantas paredes, no más; afirman que son prácticamente “contiguas” cuando el calificativo “prácticamente” sobra y escriben que seríamos una sola ciudad si no fuera por el límite “del Estado” para cambiar al plural con eso de que “Torreón pertenece a Coahuila y Gómez Palacio a Durango”. Sin duda: de que los hay, los hay.
Pero el librajo es ofensivo para todo México, permítame transcribirle los comentarios sobre Acapulco, escritos en la página 524: “Todo el mundo –incluso quien no tenga la más remota idea de dónde está– ha oído hablar de Acapulco,... La verdad es que, a menos que desee huir de aquí, encontrará en el lugar todo lo que pueda imaginar... sin embargo dicho esto, la adornada e higiénica zona hotelera, donde todo gira en torno a los paquetes de turistas de Estados Unidos, no es nada atractiva, igual que algunos de los restaurantes y clubes, que exhiben un snobismo pocas veces visto en el resto de México. En el casco antiguo, la suciedad, la congestión y los tubos de escape son los aspectos más aparentes del problema de polución de la ciudad, que llega al máximo en las temporadas de lluvias, cuando todo, desde bolsas de plástico a perros muertos, van a parar desde las calles y los callejones hasta la bahía”. Por favor no se desespere y trate de dilucidar lo que quisieron decir, yo a la tercera ocasión empecé a entenderles.
Refiriéndose a otras ciudades como Querétaro, León, o Guadalajara, el texto está plagado de desinformación y con rasgos de expresiones de escritora paranoide, como las recomendaciones hechas a las mujeres viajeras, donde describe a los varones mexicanos como verdaderos obsesos compulsivos sexuales. Le transcribo un párrafo de la página 45: “en general, cualquier acoso sexual se limita a comentarios (piropos, con su carga de aparente cumplido) en la calle, aunque incluso en las situaciones que se utilizan de la forma más habitual y rutinaria no deja de sorprender desagradablemente a las viajeras extranjeras que no conocen los giros del español mexicano. Es una buena medida evitar el contacto visual (llevar gafas de sol ayuda) y no dejar que las cosas pasen a más, de modo que es mejor hacer caso omiso totalmente de cualquier provocación o incitación. Las mujeres mexicanas suelen plantar cara (enfrentar), pero es una estrategia arriesgada, ya que siendo extranjera a menudo su actitud puede dar pie a ser considerada racista”. “Los transportes públicos pueden ser uno de los lugares más agobiantes, por los manoseos que se producen en situaciones abarrotadas de gentes. En el metro de la ciudad de México, en hora punta hay vagones y pasaje sólo para mujeres. En otros casos, si se consigue un asiento, una se puede proteger tras un periódico” . Le garantizo que todas las barbaridades las transcribí tal cual.
Existen otras descripciones en el mismo tono, igualmente idiotas, como las descritas refiriéndose a León, Guanajuato: “la estación de autobuses está a unos tres kilómetros del centro y la mayoría de la gente toma uno y no va más lejos”. A estas alturas de la lectura ya no supe si se refería al autobús, a la terminal o al centro de la ciudad y el porqué las personas toman un autobús para no ir a ninguna parte. “Pero si de todos modos hace trasbordo de autobuses, merece la pena invertir una hora paseando por la vecindad inmediata de la estación de autobuses, con la mayor concentración de zapaterías y peleterías... ”.
Con el agravio a cuestas, quise confirmar las expresiones sobre La Laguna en otros textos que se venden para uso de los viajeros europeos; encontré “Let´s go Mexique”, de amplia circulación en Francia, que en su página 709 describe a Torreón y dice: “Torreón, fundado en 1888, sobre una línea del ferrocarril que atraviesa la región, se realizó como un importante centro de comercio y conoció un vigoroso crecimiento. Hoy, un poquito más de un siglo después de su fundación, el modesto alto, sobre el camino del ferrocarril, se convirtió en una gran metrópoli moderna, una de las ciudades más importantes del norte de México. Aunque Torreón sea relativamente poco frecuentada por los turistas, la gran mayoría de los visitantes que viajan a través del norte del país, pasarán una noche o dos en la ciudad. Con sus calles largas y limpias y sus museos de calidad, Torreón merece mucho más tiempo que uno o dos días”. Esta es una muestra de la visión que pueden tener otros escritores sensatos y prudentes, aunque aún ellos sean inexactos.
Sin duda que tenemos mucho por hacer en cuestiones de turismo, pero nos parece muy injusto que algunos pseudopromotores, haciendo uso de su irresponsabilidad marcada, muestren un México y una Comarca Lagunera sacada de la imaginación poco cultivada, con la más desagradable falta de ética profesional.
Es cierto que tenemos poco que mostrar a los visitantes, pero igualmente es verdad que nuestros antecedentes históricos son ricos, aunque recientes. Especialmente merecen mención los esfuerzos de las autoridades civiles de las tres ciudades conurbadas, en tratar de ofrecer alternativas al turista y del trabajo de organizaciones como Promotora Lagunera, Destino Laguna, Asociación de Hoteles y Moteles, o la Cámara de la Industria Restaurantera, que no pueden dejar de reconocerse. Si hubiera algo de verdad en las ofensivas agresiones del legajo mal encuadernado (también esa particularidad tiene el ejemplar que está en mis manos), no tendríamos el desarrollo turístico que observamos en los últimos años o dígame usted ¿por qué el muy acelerado crecimiento y desarrollo, con la construcción de nuevos y múltiples hoteles?
Es un tema que deberá ser abordado ante las autoridades de Turismo de México y España, encabezados por nuestros propulsores de la “industria sin chimeneas” de la región. ¿No le parece?
ydarwich@ual.mx