La Semana Santa, además de ser un periodo de reflexión espiritual para miles de personas, también es el tiempo para degustar platillos distintos a los que de forma cotidiana se sirven en la mesa de los duranguenses. Son días que varios comerciantes utilizan para cambiar de giro y así ofrecerle a los pocos transeúntes que hay los elementos necesarios para la comida de vigilia.
Aunque por las calles de la ciudad capital las puertas de un sinnúmero de establecimientos están cerradas, existen otros tantos que aprovechan la temporada para mejorar sus ganancias, sobre todo los que venden comida. En el Mercado Gómez Palacio la actividad no se detiene con esta celebración religiosa, pero existen algunas modificaciones al menú.
En las diferentes fondas que existen, se exhiben platillos diversos: pescado empanizado, tacos de papa, tortas de camarón con nopalitos, entre otras cosas. Marisela Plascencia, quien desde hace 20 años se dedica a esta actividad, explica que lejos de lo que se piensa, la comida de vigilia conlleva más gastos que la habitual, sobre todo por el pescado.
?Es mucha la inversión que se hace en este tipo de platillos, pero hay que vender lo tradicional como también la capirotada?, platica mientras cerca de cinco personas están sentadas saboreando su alimento. La cocinera cuenta que el mercado no cierra sus puertas durante Jueves y Viernes Santo, pues la mayoría de los locales no brindan servicio, así que ellos reciben más comensales, ya que vienen personas de otros municipios.
Jorge Antonio Barrera Contreras asimismo labora en el mercado, pero en su caso ofrece nopales. Manifiesta que las ventas han sido bajas; en comparación con el 2004, calcula que sufrieron un decremento del 70 por ciento. ?Ya no es como antes?, lamenta mientras con gran agilidad pela con un cuchillo una penca.
Pero aun así, obtiene los recursos para solventar las necesidades de su familia. ?Pues sí vendemos aunque sea poco, y es que no toda la gente tiene para comprar pescado, así que una bolsita de nopalitos es más económico?, manifiesta.
Añade que antes de la Semana Mayor, el precio del kilo de nopal oscilaba en 16 pesos, pero ahora se vende en 12 pesos. ?Pues mañana también vamos a trabajar, aquí en el mercado no descansamos?, manifiesta.
En la entrada del mercado por la avenida 20 de Noviembre, Guadalupe Vicario vende pescado. Comenta que decidió vender los productos del mar para no aburrirse, pues tiene una carnicería que en estas fechas presenta poca afluencia.
Pero asevera que la comercialización ha sido escasa, las ganancias hasta el momento no se reflejan. ?Pues la verdad el año pasado no vendí pescado, pero ahora nos decidimos?, abunda para luego invitar a una mujer de edad avanzada a que se acercara. ?Está muy bueno el filete para empanizar, 50 pesos el kilo?, le explica; no obstante, la señora prefiere no comprar, pero Guadalupe no pierde el ánimo y sigue con su jornada.
COMPETENCIA
En la calle Pasteur, al lado del Templo de San Miguel, los comerciantes que desde hace varias décadas se dedican a esta actividad aseguran que en la Semana Santa sus ventas no se ven afectadas; sin embargo, hay sus excepciones.
Manuela Solano Deras hace 18 años que vende en ese sitio. ?Las ventas son casi lo mismo que siempre, sólo hacemos más rajas y nopales. ¿Pescado?, ¡ande, no!, porque está muy caro y qué tal si no se vende?, expresa.
Felipe Pulgarín Valdez enfrenta una problemática distinta, ya que desde hace 25 años se dedica a la venta de tacos de hígado, así que de forma definitiva no abrirá este día.
Y quien se adapta a cada época del año es Sara Moreno Castañeda, quien vende lo propio de cada celebración en un triciclo. En febrero eran arreglos florales y regalos, pero ahora son habas, nopales, garbanzos, entre otras cosas.
?El haba fresca pelada cuesta 60 pesos el kilo pero con cáscara son 15 pesos?, establece al tiempo que despacha a sus clientes.