¿Qué hubiera sucedido si Presidenfox y su inefable Martita no se presentan puntuales y de severísimo luto a dar realce y solemnidad a las exequias de Juan Pablo II? Es muy probable que nada hubiera sido igual sin la mundialmente conocida elegancia de Martita: ¿Quién pompó? Es posible que el funeral se pospusiera o incluso se suspendiera hasta que la imprescindible pareja confirmara su presencia.
Conscientes de su alta responsabilidad para con el Vaticano, el ejemplar matrimonio tomó la decisión -siempre compartida porque como dice Martita: nosotros lo compartimos todo- de encomendar el país a la Virgencita de Guadalupe -con quien ambos mantienen comunicación abierta- y en el día más turbulento de nuestra historia reciente, volar a Roma para presentar sus respetos a la crema y nata de la sotaniza.
Mientras tanto, los ciudadanos tuvimos que conformarnos con llorar humildemente frente al papamóvil. Aclaro que yo lloré al constatar nuestra infinita capacidad para el desfiguro.
Por mi parte, la religión católica, apostólica y romana que profeso, no contempla genuflexiones a ningún móvil aunque en él se haya paseado un Papa. Pero después de todo, cada cual su llanto que de diferencias y tolerancias se trata la democracia. Allá en el Zócalo, una mujer bañada en lágrimas, respondió al reportero que entrevistaba a quienes se manifestaron en apoyo a AMLO: es que no se vale que hagan la canallada de quitarle sus afores al jefe de Gobierno, ¿qué no están viendo que es un santo?
A mí un viejito me preguntó con los ojos húmedos si yo sabía si les iban a seguir dando sus setecientos pesos cuando desaforaran a AMLO y por supuesto muchos lloraban también por la muerte de la democracia que supongo para ellos encarna únicamente en la persona de López Obrador.
Lloré también de frustración al constatar el derroche de energía -puritita alta tensión- que somos capaces de generar los mexicanos cuando la tele nos convoca a luchar con valor.
Lloré de impotencia al constatar la forma en que los recursos que necesitamos como a la lluvia, también como la lluvia se fueron al drenaje profundo porque no acabamos de encontrar la forma de separarla de las aguas negras.
Algún chip dañado de origen debemos traer que nos impide meter a en cintura a nuestros mandatarios y conseguir que trabajen para el país y no para satisfacer sus desaforados intereses.
Ahora, después de este duelo de torpezas y mentiras entre una bola de irresponsables a los que pagamos sueldos que la mayoría de los mexicanos ni nos atrevemos a soñar; yo me pregunto: ¿Qué sigue? De momento me siento como en un barco con los motores a todo lo que dan y sin nadie en el timón.
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