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Tronco común

Sergio Sarmiento

“Contradicción que nadie se puede explicar: de cerca, el amigo es menos amigo y el enemigo menos enemigo”.

Anónimo

Hace algunos meses tuve la oportunidad de escuchar discursos casi consecutivos de Andrés Manuel López Obrador y de Roberto Madrazo. Fue impactante escuchar que las posiciones de ambos eran virtualmente iguales. Ambos declararon su rechazo al neoliberalismo y los dos expresaron su convicción de que la desigualdad es el principal problema de la sociedad mexicana.

La razón de esta identidad ideológica es la unidad de origen. No se trata sólo del hecho que López Obrador y Madrazo provienen ambos de Tabasco -una entidad en que a lo largo de décadas o quizá de siglos se sembraron una serie de dogmas políticos que se convirtieron en legado compartido- sino de que tanto Madrazo como López Obrador fueron en su momento priistas inconformes.

López Obrador, quien fue presidente del PRI en Tabasco, ingresó a esta organización con el ánimo de cambiar al país a través de un partido que era entonces la única opción para ser Gobierno. Madrazo, quien como López Obrador participó en el PRI desde muy joven, quedó marcado por el fallido intento de su padre, don Carlos, por democratizar el partido.

No debería sorprendernos que en México los políticos de todos los partidos rechacen el neoliberalismo. En nuestro país este término no tiene denotación: se utiliza constantemente pero no designa nada ni a nadie. La expresión no enmarca una ideología concreta. Quienes la denostan, sin embargo, caen en una contradicción pues se consideran herederos de la tradición liberal del siglo XIX.

Nadie en México se define a sí mismo como neoliberal. Ciertamente no lo hace Santiago Creel, quien ha cuestionado públicamente el neoliberalismo, pero tampoco los otros precandidatos del Partido Acción Nacional, supuestamente de derecha. No olvidemos que Felipe Calderón fue el dirigente que trató de mover al PAN al centro del espectro político.

Ni siquiera Carlos Abascal, el secretario de Gobernación, con su fama de derechista, es un neoliberal. Todo lo contrario: su pensamiento es claramente conservador y opuesto a las expresiones del liberalismo. Su ideología económica se enmarca más bien en la doctrina social de la Iglesia Católica.

El hecho de que López Obrador y Madrazo -como tantos otros políticos mexicanos- rechacen el neoliberalismo, no significa, por supuesto, que se consideren parte de una misma corriente política. Desde mi punto de vista, López Obrador considera que Madrazo representa una clase corrupta que rechaza el neoliberalismo de dientes para fuera con el fin de promover negocios privados. Madrazo, en cambio, parece ver a López Obrador como un político idealista que detrás de su rechazo al neoliberalismo esconde una falta de comprensión de cómo funciona la economía o qué oculta detrás de su supuesta ingenuidad económica una aviesa ambición de poder.

El énfasis que ambos políticos rivales hacen en el combate a la desigualdad es también paradójico. Nuevamente esta identidad puede ser producto de que ambos proceden de una misma cultura política o de que ambos padecen la misma ingenuidad económica. Claro que en México hay enormes diferencias de ingreso y de riqueza. Pero quienes ven en esto el principal problema del país no se dan cuenta que están confundiendo un síntoma con la enfermedad.

El verdadero problema de México no radica en la desigualdad sino en la pobreza. Poco importa que haya una gran diferencia entre lo que gana el más rico y lo que obtiene el más pobre. Lo realmente relevante es que el pobre no tiene lo suficiente para darse un nivel de vida digno.

En esta identidad de criterios tanto López Obrador como Madrazo cometen un error fundamental. La experiencia histórica en otros países nos demuestra que cuando se genera riqueza y se combate la pobreza se reducen las diferencias sociales. Pero cuando se pretende hacer del combate a la desigualdad el objetivo fundamental de la política económica, castigando por ejemplo a los ricos con elevados impuestos, se disminuye la creación de la riqueza y, por lo tanto, aumenta la pobreza.

Creo que sería un buen ejercicio para Madrazo y López Obrador escuchar mutuamente sus discursos. Si fueran honestos se darían cuenta de la similitud de sus conceptos. Y esto debería espantar a ambos, puesto que los dos suelen definirse en contraposición al otro. Es tanta su similitud que no se dan cuenta que provienen de un tronco común.

BORTOLINI Y EBRARD

Miguel Bortolini, el jefe delegacional en Coyoacán que antes promovió la leche Bety, ha cometido un error imperdonable al usar fondos públicos para apoyar la candidatura de Marcelo Ebrard. Hay que reconocer, sin embargo, que el video disponible no muestra que Ebrard haya cometido ninguna falta.

Correo electrónico:

sergiosarmiento@todito.com

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