Más allá de lo singular que resultan las protestas de don Gustavo Guerrero Rodríguez, es necesario analizar la situación que guarda el campo a nivel nacional.
El día de ayer este hombre de 70 años, inició un recorrido de rodillas a Durango. El objetivo: obtener una entrevista con el gobernador, Ismael Hernández Deras, para solicitarle apoyos para el próximo ciclo agrícola que se avecina. Don Gustavo cobró relevancia a nivel nacional cuando se autocrucificó en el Zócalo del Distrito Federal como protesta por la falta de recursos para el campo.
La historia de necesidades de este hombre, es sólo una de las tantas que se viven diariamente en todos los ejidos a lo largo y ancho del país. Sólo como ejemplo de la pobreza que hay en el campo, he aquí algunas cifras: en materia de cultivos básicos cereagrícolas, la producción nacional entre 1994-2002 únicamente creció 0.9 por ciento, mientras que la producción de semillas oleaginosas cayó de 3.9 por ciento, que se mantenía como promedio en el periodo de 1976 a 1984, a –5.9 por ciento y en los forrajes de 4.8 por ciento pasó a dos por ciento en promedio anual.
El modelo neoliberal, de apertura a los mercados internacionales, ha tenido en los campesinos a los grandes perdedores, quienes ante el retiro de los apoyos del Gobierno Federal y la ausencia de protección se ven en desventaja para competir con los productores de Estados Unidos.
La única opción para muchos es emigrar al vecino país. Comunidades de Matamoros, San Pedro por el lado de Coahuila y Tlahualilo por Durango, dan testimonio de cómo los jóvenes optan por cruzar la frontera en busca del “sueño americano”.
Hace dos meses don Gustavo buscó una audiencia con Ismael Hernández Deras. Hasta el momento no ha obtenido respuesta. Y es que finalmente la historia de este país enseña que los políticos únicamente se acuerdan del campesino en tiempos electorales y el campo es sólo pretexto para enarbolar discursos de soberanía y justicia por paradójico que parezca.