EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Un circo de tres pistas

Gilberto Serna

Vaya alharaca que se ha formado a raíz que el presidente Vicente Fox Quesada hizo en un discurso el viernes de la semana pasada, en gira por Puerto Vallarta, el comentario que a nuestros compatriotas que cruzan la frontera para trabajarle a los vecinos no provocaría desempleo de los nacionales de allá porque aceptaban trabajos de baja estofa, tan infames, que ni tan siquiera y es ahí donde estuvo el quid del asunto, los negros se prestarían a realizar.

Por tanto no hay motivo fundado, según Fox, para rechazar a nuestros paisanos. Aquí y allá se mostraron rabiosos por considerar que el contenido de la frase era de un racismo tal que ofendía a la raza afroamericana.

Convengamos que el término mismo es tabú cuando se usa de manera peyorativa, no obstante se me hace que exageran quienes se muestran enojados porque se usó un término que allá causa escozor y aquí no. Hay, según los críticos que alzaron el puño en airada protesta, una intención manifiesta de discriminar, es decir, dar un trato de inferioridad a otras personas por motivos raciales.

En lo que se refiere a nosotros, con cierto tufo despectivo nuestros connacionales al referirse a una persona cuya piel es un poco o muy oscura, que tiene acceso a determinados círculos sociales o políticos, se le dice negro, casi, casi como en un disimulado apartheid sudafricano de los tiempos de Nelson Mandela, pues no se piense que es un término cariñoso e inocuo, sino todo lo contrario, en el fondo es burlón, ultrajante y desconsiderado.

Tal era el caso de Arturo Durazo Moreno, de ingrata memoria (éste si lo merecía, pero no por su piel pigmentada, sino por lo negro de su conciencia). Hay en las altas esferas de la política casos notables, de cotilleo sexenal, como el del general Miguel Ángel Godínez, jefe de la guardia presidencial de José López Portillo, cuya presencia en los foros políticos provocaba sonrisas sofocadas a ciertos sectores de la población.

En épocas anteriores sobresalió el caso de Carlos Sansores Pérez, presidente del PRI nacional. A ciertas clases sociales acomodadas, de piel blanca y cabellos rubios, les avergüenza ser mexicanos, procurando, mientras asisten a misa y se dan golpes de pecho, no codearse con seres a los que consideran de baja ralea. No hay peor insulto, para esos belitres, que se les llame mexicanos, aunque aquí coman, duerman y se reproduzcan.

Me pregunto ¿qué hizo Fox para que se le haya tomado a mal?, ¿a quién ofende que se le diga al pan, pan y al vino, vino? No nos hagamos que ya somos.

Bueno, es tiempo de una sucesión adelantada, no lo olvidemos. Lo que pasó en la tierra de George W. Bush, es que a la palabra negro le dan una connotación de suyo desdeñosa, pero son ellos no nosotros.

El Departamento de Estado, léase el Gobierno de George W. Bush, le devuelve la pedrada a Fox, por no apoyar su política injerencista mundial, tachando de insensibles e inapropiados sus comentarios.

El que se voló la barda fue el reverendo Jesse Jackson, activista de los derechos civiles, que calificó de espurio (¿?) lo dicho por Fox. El reverendo Al Sharpton dijo que eran divisionistas y contraproducentes a las relaciones entre las comunidades afroamericanos e inmigrantes donde, apuntó amenazante, ya existen tensiones.

Total todos aprovecharon para poner su sardina al fuego. Quizá lo más importante es que Vicente Fox no haya dado su brazo a torcer, al indicar que no se ofrecerían más disculpas ni mucho menos se harían aclaraciones. Me gustó esa actitud. Aunque, sabiendo cómo se las gasta, a continuación las haya dado.

Lo más vergonzoso de esto, no puedo dejar de pensar es un circo de tres pistas, -en una los políticos trapecistas, en la otra políticos bufones y en la última, políticos en la cuerda floja-, que tengamos que permitir que nuestros compatriotas tengan que irse de pedigüeños al país del norte porque acá carecemos de empleos suficientes y bien remunerados.

Las condiciones económicas que nuestro Gobierno no ha podido o querido crear dan lugar a que nuestros jóvenes tengan que abandonar su terruño, provocando, entre otros graves problemas, la desunión familiar. Nos entretenemos con las cuentas alegres que hacen nuestros gobernantes, pero cada día que pasa encontramos que la realidad enseña con crueldad que nuestra calidad de vida se va deteriorando a pasos agigantados. Estamos en un oscuro túnel en el que nos internamos sin que se alcance a ver que vayamos a salir pronto.

Nos preocupamos por tratar de convencer a los vecinos que nuestros jóvenes no son dañinos, cuando lo que debería hacerse es impedir que tengan que salir a buscar afuera una vida que no hemos sido capaces de construir adentro. En esos términos creo que sí hay razón para una disculpa. Sólo que no a los afroamericanos sino a los nuestros que trabajan como peones.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 149853

elsiglo.mx