El debut del delantero uruguayo del Cruz Azul, Richard Núñez, no pudo ser más placentero, pues el romperredes procedente del Atlético de Madrid marcó cuatro anotaciones a los Tecos de la Universidad Autónoma de Guadalajara.
Esto constituye una verdadera hazaña, porque antes que él sólo dos jugadores debutantes lo habían conseguido; la historia consigna a Roberto Aballay y a Salvador Reyes como los únicos que en su presentación clavaron cuatro dianas en el arco rival, sin embargo, el caso de Núñez se vuelve atípico por la insistencia del jugador en alinear, manifestando que sólo así podía demostrar su valía y quejándose de estar, según su sentir, relegado.
Además, los goles del cruzazulino no fueron cualquier churro, se trató de verdaderas obras artesanales que sólo un maestro de la definición puede lograr aún a sabiendas de que la defensiva de Tecos otorga más facilidades que una conocida cadena de artículos electrodomésticos.
También el debut del delantero Richard Núñez, quizá forzado por las ausencias en el seno de la Máquina Celeste, viene a echar por tierra el mito de la adaptación.
La adaptación es ese gastado verso con el que generalmente justifican promotores, técnicos, directivos y hasta los medios de comunicación a la legión de troncos que cada seis meses llegan procedentes de diversas partes del orbe a seguir cambiando espejos por oro.
Lo que sí es cierto es que, como dicen en el rancho, el que es perico donde quiera es verde y el que es tarugo donde quiera pierde, o sea que el gran jugador, salvo algunos casos excepcionales, debe mostrarse desde la primera pincelada.
Ahora que, si independientemente de su calidad el elemento posee la mentalidad para alzar la mano, exigir su inclusión en el cuadro titular y, además, despacharse con una interesante cantidad de goles, el resultado es para frotarse las manos de gusto.
Los puestos claves en el futbol mexicano están ocupados por extranjeros, eso no es novedad ni estoy descubriendo el hilo negro, pero si a este fenómeno hay que añadir el de la paciencia santificante pues el asunto está para llorar.
Se les escatima el tiempo de juego a los jóvenes-viejos que están obligados a debutar en esta temporada, pero se le otorga todo el tiempo del mundo a los extranjeros que llegan etiquetados como figuras y con rendimiento de bazofia.
Tampoco creo que Richard Núñez vaya a sumar de a cuatro anotaciones por jornada pero estoy convencido de que es un gran jugador, una buena contratación y un tipo de carácter.
Jugadores extranjeros con esas características sean bienvenidos, pero ojalá cerráramos las puertas a tanto bulto que aterriza por paquetería y sin escalas.
Hablando de debut afortunado, debemos considerar también la presentación de Miguel Ángel Chacón Viveros, árbitro capitalino, en el duelo Santos ante Tigres de la Universidad Autónoma de Nuevo León.
Hemos expresado en este espacio la urgente necesidad de oxigenar la plantilla arbitral y buscar nuevos talentos. Sin echar las campanas a vuelo creo que en la persona de Chacón han encontrado a un elemento que puede satisfacer los estándares de calidad que requiere nuestro futbol.
No le pesó la plaza, se desgastó físicamente y redondeó un buen partido.
¿Equivocaciones?, las tuvo, por supuesto, pero fueron mucho mayores los aciertos. Enhorabuena.