¿Por qué odia tanto a López Obrador? Me pregunta un generoso lector que me trae marcadísima y yo, respondona que soy, tomo aire y me dejo ir: Mire usted querido amigo, yo como las mariposas prefiero estrellarme contra la luz. A nada temo más que a la oscuridad, a la pérdida del sosiego, a que mi corazón se contamine con el odio que es la enfermedad más perniciosa que un ser humano puede padecer.
Por otro lado, nuestro jefe de Gobierno no es ni mucho menos un ser que inspire odio. En todo caso me provoca frustración e impotencia. Creo que AMLO es un hombre de buenas intenciones, un luchador que con grandes esfuerzos alcanzó al fin su nivel de incompetencia ante el Gobierno de esta compleja capital que lo rebasa con mucho. Privilegiar la construcción de obras monumentales mientras soslaya el total caos urbano y la violencia e inseguridad que nos acechan a todas horas en todo lugar -para mencionar sólo dos de los problemas más obvios- no es más que otro de sus irresponsables desplantes.
Nuestro AMLO, ha desperdiciado la oportunidad de gobernar por estar mirando siempre hacia la Presidencia -Fox lo obsesiona- mientras ignora -o al menos eso asegura- las estrategias gansteriles de su equipo de trabajo que todos “excepto” él, conocemos.
Ni AMLO ni Cárdenas se han interesado en analizar y resolver con amor y entrega los gravísimos problemas de esta capital a la que sólo han visto como escalera a ese cielo que suponen es la Presidencia de la República.
Es ahí donde apuntan obsesivamente los intereses de ambos quienes por cierto, se encuentran a punto de colisión. Cárdenas se hartó de repetir que el D.F. no era un escalón pero en cuanto accedió al Gobierno no hizo otra cosa que apuntar hacia la silla presidencial y en cuanto pudo dejó a Rosario Robles al cuidado del changarro para aventarse la tercera campaña presidencial.
Rosario, agradecida, gastó un dineral promoviendo a su jefe mediante todos los medios a su alcance hasta que acabó totalmente Ahumada. Luego, el hombre de Tabasco llegó, grilló, venció y en lugar de ocuparse de las tareas que los mandantes le encomendamos ¿qué es lo que hace? Usar el poder para dar rienda suelta a su paranoia.
Y ya con esta me despido porque ha de saber mi querido don Héctor, que hasta las buenas y tranquilas conciencias de Fox y su mujercita soñando con algodones de azúcar, me parecen menos fastidiosas que el tema del desafuero.
Soy mujer de gran fe y espero que aparezca un ciudadano/a de recta trayectoria y capacidades probadas para ofrecernos una opción de voto respetable. Y si no, que Dios nos ampare.
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