Esto no pinta nada bien. El atrevimiento de varios medios de comunicación apuntando sus baterías contra el presidente de la República, acusándolo de haberse enriquecido junto a su esposa e hijos, de uno y otro, durante el tiempo que lleva al frente del Gobierno, parece una truculenta historia imaginada por un escritor desquiciado. El vocero de Los Pinos defiende a su patrón indicando que todo es producto de la disputa por el poder que se vive en el país, con motivo de los comicios a celebrarse en 2006. Agrega que las publicaciones buscan sembrar dudas acerca de la decisión inquebrantable del presidente de manejarse con absoluta honradez, formando parte de una estrategia dirigida a desacreditarlo, lo que al final de cuentas puede terminar por debilitar las instituciones y denigrar la política.
Es un hecho que seguirán apareciendo textos, dice el vocero, Rubén Aguilar, cuyo fin será el de cuestionar, sin fundamento, la honorabilidad del presidente y de los miembros de su familia, tergiversando datos, amañándose el contenido de la información y estableciéndose sesgos en la presentación de los hechos. Advierte que Vicente Fox Quesada ha sido pionero en hacer del conocimiento de la ciudadanía que bienes constituyen su patrimonio.
Bien, hasta aquí, me quedo meditando sobre si se puede creer al vocero o tiene mayor peso quienes denuncian los presuntos actos de corrupción. El catálogo de excesos en que se dice ha incurrido el clan Fox-Sahagún comprende diversas transacciones, según relata prestigiosa revista, que se basa en lo que dice un libro que saldrá a la venta próximamente, titulado La familia presidencial, de la que son autoras dos jóvenes reporteras mexicanas.
Me he quedado con el ojo cuadrado al conocer una sinopsis de lo que publicarán las periodistas. Creo que a todos nos está pasando lo mismo ¿qué es esto? Es la primera ocasión, en el curso de mi vida, que se pone en duda la honorabilidad de un presidente -con los otros no había dudas-.
Esto no es correcto, por muy democráticos que nos hayamos vuelto. Las cosas no se deben quedar ahí, en una denuncia sensacionalista que no sólo lastima al titular del Poder Ejecutivo, nos lastima a todos. Esto es sumamente peligroso para la estabilidad de un país. No debe quedar el asunto en la ambigüedad. Los que atiborran las páginas de los medios con estas denuncias ¿mienten?, o ¿está documentado lo que dicen?, o ¿es una sucia campaña dirigida a desacreditar al tantas veces vapuleado presidente?, ¿de eso se trata, de hacerle bajar la guardia?, todo ello dentro de una lucha partidista encaminada a ganar posiciones en la lucha electoral para el cambio de poderes que se avecina. Después de leer, lo que tiene todas las características de un libelo infamatorio, lo único que se me antoja decir es ¡qué asco!
Hay que dilucidarlo, a como dé lugar, para poner a cada quién en su sitio. Se ha dicho hasta el cansancio, somos un país de leyes, que presumimos de serlo. Sería provechoso que no se quedara en mera argumentación, de que así son las cosas simplemente por que yo las digo, lo que hace asaz endeble cualquier acusación. Hasta el momento lo único claro es que quieren darle muerte de mosca, esto es, aplastarlo a punta de periodicazos. Esto no es serio. De acuerdo con la Constitución, Artículo 108, párrafo segundo, el presidente, durante el tiempo de su encargo, sólo podrá ser acusado por traición a la patria y delitos graves del orden común.
En cuanto a los familiares, no hay traba legal que impida darle curso a una averiguación ministerial. Hay instancias que se ocupan de la responsabilidad de los particulares. A ellas pueden acudir quienes tengan pruebas que acrediten que se ha obrado con falta de pudicia. En fin, déjense de ventilar en la prensa querellas o denuncias, sin que haya un veredicto judicial que les dé certeza jurídica, de otra manera quedan al nivel de comadreo de lavaderos en una maloliente vecindad.