El partido ante Panamá muestra la otra cara de nuestra Selección, que es la misma que la de algunos equipos mexicanos, como el Santos por ejemplo. En casa pueden conseguir los triunfos más resonantes, pero afuera se tienen problemas al por mayor.
Nuestra Selección apenas dio principio el partido en el estadio Rommel Fernández, junto al Canal de Panamá, cuando se vio que no tenía la misma aplicación que frente a los Estados Unidos. El concierto de pases equivocados y balones perdidos fue la constante.
Y los panameños, muchos sin la experiencia y la condición física adecuada, andaban voluntariosos todo el tiempo, pero fue en la segunda parte cuando presionaron más y consiguieron con un gol espectacular igualar los cartones, que para ellos fue como un triunfo.
Es increíble que gente como Pavel Pardo, con tanta experiencia, con tanto colmillo, haya fallado tan infantilmente, cometiendo ante las narices del árbitro una falta que tenía que ser sancionada con tarjeta roja, lo que fue el colmo para el conjunto mexicano.
Y esto ocurrió poco después de iniciado el segundo tiempo, lo que obligó a México a replegarse dejando sólo en punta a Jared Borgetti, que tenía que multiplicarse adelante, en la media y en las laterales, buscando balones, tan escasos toda la noche.
Así, los aplausos que le dedicaron a La Volpe el domingo en el Azteca, quedaron sepultados y olvidados la noche del miércoles en Panamá. Ahora el técnico sabe que tiene que trabajar con otras ideas y otros esquemas, previo al juego con Guatemala.
