La diferencia estuvo en que México aportó el futbol y Sudáfrica los goles. En el accionar del conjunto mexicano, con claro dominio sobre los del Continente Africano, se auguraba un triunfo fácil, pero conforme fue transcurriendo el encuentro todo fue cambiando.
Efectivamente, los del Tri eran dueños del balón, ensayaban jugadas de atrás, del medio campo y sobre todo en el ataque, donde una y otra vez se ponían frente al arquero visitante pero las oportunidades se escapaban o las atajadas del rubio portero anulaban los embates.
Era fuerte la presión, sobre todo para Jared Borgetti que lo intentaba todo, pero las torres morenas que lo marcaban le quitaban posibilidades y luego los tironeos y golpes que le propinaban al de Sinaloa no los veía el silbante salvadoreño.
Y vino el primer gol de los rivales, con un testarazo que no tuvo desperdicio, al aprovechar una falla garrafal defensiva, pues quien anotaba era el único que no tenía marca. México siguió presionando pero una y otra vez erraba o se interponían los postes.
El segundo gol de los de Sudáfrica era una demostración del buen futbol que pueden practicar también los africanos, y los buenos reflejos del arquero J.J. Corona nada pudieron hacer ante esa tromba que cerraba la pinza aprovechando un gran centro.
El único gol mexicano lo haría “El Maza” Rodríguez para alentar las esperanzas al final del encuentro, pero el mal ya estaba hecho. Sin embargo México jugó bien y tendrá que mejorar porque se vio que aún con cinco atacantes nada se logró y la clave no es el montón sino el orden.