Primero fue Benjamín Galindo, cesado por no acatar todas las disposiciones del nuevo dueño de Chivas, quien quiere ocho horas diarias de trabajo, con acción en la cancha y en el plano social o educativo. El Rebaño jugaba bien y estaba como en sus mejores tiempos.
Incluso fue a la Copa Libertadores y se convirtió en un digno representante de nuestro futbol. Nada importó al dueño del balón, quien corrió a Benjamín y trajo a un español que tenía más de un lustro sin dirigir y con pleno desconocimiento de nuestro futbol.
El segundo técnico despedido es Carlos Bracamontes quien estuvo al frente de Dorados de Sinaloa. Se va y la moda continúa, en su lugar viene también de España Juan Manuel Lillo, desconocido acá, pero lo peor es que ese señor tampoco conoce nuestro futbol.
Y tan buenos técnicos que hay en nuestro país, que incluso han dado buenos resultados, pero los promotores siguen metiendo su cuchara y ofreciendo baratos a jugadores y técnicos que encuentran la mesa servida y se llevan los dineros.
Entre las cosas relevantes de la semana está esa escandalosa derrota de los Pumas ante el Cruz Azul. ¿Qué pasa ahí? El equipo universitario se ha caracterizado por su entrega y porque sus cánticos entre los que está su himno, los inspiran a jugar bien y con entrega. ¿Qué pasó?
Es un mal momento seguramente . Si los jugadores vuelven a conectarse, si Hugo Sánchez se olvida de Ricardo La Volpe y de atender su negocio de ropa para reanudar sus funciones técnicas y motivacionales, seguramente esto que pasó fue sólo un mal rato, de lo contrario, cuidado.
