Cuando las cosas son claras, diáfanas e inobjetables, todo mundo acepta la realidad, pero en la final del campeonato, jugado en el Tec de Monterrey, la espesa neblina que algunas veces visita la Sultana y sus alrededores parecía más intensa durante el partido.
Y nos referimos a la actuación de Marco Antonio Rodríguez y sus auxiliares, quienes, siguiendo lo iniciado por Gilberto Alcalá en Toluca, dejaban en la mente de muchos las dudas y los sentimientos por sus apreciaciones, marcando faltas al por mayor.
Y tarjeta tras tarjeta, sobre todo las rojas, dejaron con hombres menos a los Rayados, que seguían luchando y buscando el milagro con el apoyo de su enjundia, pero enfrente estaba un Toluca bien dirigido que supo aprovechar los regalos arbitrales.
Toluca se lleva así el título, y a los Rayados les queda no sólo gran tristeza sino el sentimiento de que el arbitraje no fue el adecuado. Quizá haya quejas que serán como reclamos en el desierto, porque no pasa nada después de lo ocurrido.
Hay acusaciones serias, sobre todo de Guillermo Franco, el jugador nacionalizado mexicano que ha estado ya en la Selección. Tal vez lo manden llamar y le estiren las orejas, pero ahí quedará todo, el título es del Toluca y los rojos lo gozan a plenitud ya.
Lástima de la gran campaña tenida por los Rayados, y qué tristeza para su gran afición, que estuvo soñando con los pies en la tierra. Y pensar que en el mismo estadio aplaudían y vitoreaban a Marco Antonio, hasta que empezó a ser el protagonista del encuentro.
