En los últimos días Gómez Palacio y Torreón han enfrentado problemas similares. Las dos ciudades se encuentran prácticamente secuestradas por los intereses del sector transportista, sin que hasta el momento las autoridades hayan manifestado voluntad para solucionar el problema.
En Gómez Palacio los taxistas prácticamente son los dueños de las calles. Hacen manifestaciones, exigen concesiones y demandan el no pagar los refrendos, obligación de cualquier ciudadano. Esta postura intransigente ha tenido como consecuencia que pasen los días y el problema no encuentre una solución.
El alcalde, Octaviano Rendón, sólo atina a pedirles casi por favor a los trabajadores del volante, que no bloqueen las calles. Tal vez en descargo de la tibieza del presidente municipal podría decirse que corresponde al Gobierno del Estado solucionar el problema. Sin embargo, pareciera en la distancia que el gobernador, Ismael Hernández Deras, no está muy interesado en tomar el toro por los cuernos. Después de todo las manifestaciones no son en la capital.
Históricamente tras ganar las elecciones, poco importa a los gobernadores de Durango lo que ocurre en La Laguna.
Ante el abordaje de taxistas al gobernador para hablar del tema, Ismael Hernández sólo atinó a responder: “pidan una cita”, cuando a causa de este problema ya se han registrado hechos violentos.
Tal vez la solución sería la municipalización del transporte, porque como indican los empresarios el problema está aquí, en Gómez Palacio y Lerdo, no en las calles de Durango.
En Torreón la historia es similar. Falta de capacidad para solucionar los problemas. El proyecto de reestructuración de rutas, ya aprobado por el Cabildo, está atorado. La mitad de los transportistas está convencido de los beneficios, la otra mitad sólo se preocupa por exigir un aumento de pasaje sin mejorar el servicio.
Hasta el momento las autoridades no han hecho valer la Ley. El alcalde, Guillermo Anaya, dice apostarle a la inteligencia y a su poder de convencimiento para sacar el proyecto adelante. No da fechas, no se compromete y pasan los días sin que la población de Torreón pueda gozar de un servicio de transporte de calidad.
Al darle largas al asunto, el problema adquirirá tintes políticos en año electoral. Es aquí donde Guillermo Anaya debe darle celeridad para sacar adelante el proyecto de reestructuración porque en caso contrario será un costal demasiado pesado para el candidato del PAN a la alcaldía de Torreón.
Recientemente el gobernador de Durango, Ismael Hernández Deras, definió el problema de los taxis como un monstruo. La metáfora bien puede aplicarse a Torreón.
Lo único cierto, en estas historias paralelas separadas por un puente, es que el sector del transporte es un monstruo que nadie quiere enfrentar.
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