Cae. Nadie lo puede detener. Con la lengua se tropezó y su pasado lo hunde en el fango. Todavía es el rival a vencer, es cierto, pero ahora luce más débil que nunca.
Sus discursos han dejado de ser noticia. Sus rabietas no llaman la atención de nadie. No es ya el mártir que antes despertaba simpatías, ni tampoco el personaje al que todos elogiaban por su falsa sencillez.
Hace unos meses miles de mexicanos vivíamos angustiados por la abrumadora ventaja que las encuestas daban a Andrés Manuel López Obrador. Pero ahora llega hasta nosotros un nuevo aire de optimismo al ver que prácticamente no tiene superioridad alguna ante su más cercano competidor: Felipe Calderón Hinojosa.
Las encuestas nos dicen que si hoy fueran las elecciones para presidente de la República, López Obrador y Felipe Calderón estarían empatados.
Nadie creía, empezando por mí, que pudiera existir alguien que alcanzara al Peje en las preferencias ciudadanas. Afortunadamente los panistas eligieron un buen candidato. Felipe Calderón, por principio de cuentas, es el menos foxista de quienes contendieron al interior del PAN por la candidatura a la Presidencia. Esto lo salva del llamado Efecto Fox. Además, no existe en su pasado un resquicio por el cual pudiera ser comparado, en cuanto al historial de actos corruptos, con los aspirantes del PRI y del PRD. Joven y experimentado, representa sin lugar a dudas la mejor de las opciones en el panorama político mexicano.
Leo las noticias divulgadas sobre López Obrador, y en ellas no encuentro noticia alguna. Sus palabras, siempre las mismas, las he escuchado mil veces. Sus acusaciones parecen ya obsesivas y lejos están de poseer la contundencia de antes. Hace unos días, por ejemplo, el Peje dijo en Oaxaca que Carlos Salinas de Gortari está controlando la sucesión presidencial. “Ya se descaró, ya se quitó la máscara; tiene acuerdos con Fox, con Madrazo. Él es el jefe del PRIAN... Salinas está manejando dos opciones, dos alternativas, el PAN o el PRI; él está como jefe máximo de ese grupo, es el que realmente manda en el PRI y en el PAN”, aseguró en otro más de sus trillados discursos.
El colmo de los descaros, es que López Obrador asegura que los gobernadores priistas usarán la pobreza de la gente para darle votos a Roberto Madrazo. Puede ser cierta esta aseveración, pero si alguien se ha aprovechado de la ignorancia y de la pobreza es él mismo. Una muestra de ello son las dádivas entregadas a los viejecitos, con las cuales quizás consiguió su simpatía, pero nunca elevar su calidad de vida. ¿Por qué no construyó una clínica especializada y con atención gratuita para personas de la tercera edad? ¿Por qué no creó un dispensario para ofrecerles medicinas a bajo costo? ¿Por qué no se preocupó en desarrollar empleos que pudieran desempeñar las personas mayores y así seguir sintiéndose útiles para la sociedad? La respuesta es sencilla: porque con estas acciones benéficas no obtendría la misma popularidad de la que ganó otorgando indignas limosnas.
Hace tiempo tenía el temor de que los mexicanos descubriéramos realmente quién es López Obrador una vez que éste fuera nuestro presidente. Por fortuna, muchos hemos conocido ya al verdadero Peje gracias a videos que demuestran los actos corruptos emprendidos por su gente; gracias a los medios de comunicación que se han encargado de recordarnos el poco respeto que el tabasqueño tiene hacia nuestras leyes; gracias a sus pobres resultados como gobernante en el Distrito Federal.
Quienes ahora siguen apostándole a López Obrador, le apuestan a la continuidad de la corrupción más descarada, le apuestan a un populismo nocivo, le apuestan al retroceso. Las palabras del Peje son huecas, y sus promesas rayan en la estupidez. El tabasqueño fue un personaje de moda, sin embargo, ha pasado el tiempo y su imagen resulta ya anacrónica. La caída del perredista parece inevitable. Nadie cree en sus complots, y nadie cree en su capacidad para convertirse en el jefe del Ejecutivo. Es tiempo de que la indecencia no encuentre trabajo, y se enfrente al desprecio de los ciudadanos.
javier_fuentes@hotmail.com