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Un precedente de la actuación de la prensa

Juan de la Borbolla

Este sexenio del cambio o de la alternancia de partidos políticos en la Presidencia del poder Ejecutivo no sólo ha traído consigo el tener que acostumbrarse los ciudadanos mexicanos a una inédita relación entre los tres poderes de la Unión, sino que también ha planteado una distinta relación de los medios de comunicación social de este país, no sólo con el poder político, que también inclusive con las mismas agendas de prioridades informativas entre los propios medios, los actores políticos actuantes y la sociedad en general.

Estos cambios de señal en este cambio de época desconciertan a muchos que estaban acostumbrados a un status quo imperante a lo largo de casi todo el siglo XX.

Los inicios de ese siglo están marcados por un porfiriato que había logrado avances indudables en muchos ámbitos de la vida económica bajo el lema de mucha administración y poca política y que por ende no sólo no había propiciado un libre ejercicio de la acción crítica de los periódicos de la época, sino que había conseguido el apoyo casi incondicional de los principales medios de información impresa que circulaban en esos años de preparación a los fastuosos festejos del centenario, que de algún modo serían los grandes festejos a los treinta años de paz porfiriana.

Es sintomático el hecho que las declaraciones trascendentales del presidente Díaz en torno a la visión del futuro político, fuesen entregadas a través del periodista Creelman, al Pearson Magazine de Nueva York, lo cual podría señalar el desprecio que el anciano dictador pudiera resumir respecto de la actitud totalmente dócil y entregada de la prensa nacional en esas postrimerías de su largo Gobierno, sólo salpicadas por algunas publicaciones clandestinas que a través básicamente de una caricatura criticista rompían esa especie de monopolio informativo entregado al elogio del régimen del general Porfirio Díaz.

El advenimiento del Gobierno de Francisco I. Madero, tras el estallido de la Revolución Mexicana, la renuncia del anciano dictador, la convocatoria a unas elecciones y la elección del rico hacendado de Coahuila, provocó que la prensa de la época ejerciera un movimiento pendular al extremo opuesto del que mantuviera en los últimos años el porfiriato, que como ya decíamos, fue de un apoyo incondicional al régimen.

Victoriano Huerta se encarga de poner simplemente el último clavo en los ataúdes político y físico de Madero y Pino Suárez. Antes de él ya se había sublevado Zapata, ya había comenzado la traición Carranza y sobre todo ya la prensa de la época, tergiversando el sentido de la libertad auspiciada por el primer Gobierno del cambio, había hecho escarnio de las figuras del presidente y del vicepresidente ridiculizando sus acciones y sus omisiones, criticando la figura presidencial por lo que hacía y por lo que dejaba de hacer, caricaturizando burdamente a él a su padre y sus hermanos y creando un clima de frustración en el pueblo, haciéndole creer que el cambio democrático después de un régimen autoritario, sólo había servido para crear confusión, desgobierno, anarquía, incompetencia y por tanto frustración en el pueblo.

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