POR ALEJANDRO IRIGOYEN PONCE
EL SIGLO DE TORREÓN
BERMUDA, BERMUDAS.- Han pasado ocho horas desde que la pareja presidencial abordó -junto a su robusta comitiva y la “prensa nacional”- el avión Benito Juárez en el aeropuerto internacional de Argel. Hace ocho horas que terminó la gira por cuatro países del Mediterráneo y Vicente y Marta pasean tomados de la mano por las tiendas “duty free” de esta isla, la más grande del protectorado británico de las Bermudas.
Escala obligada para una aeronave con sólo nueve horas de autonomía de vuelo, Bermuda es una oportunidad para buscar camisetas, perfumes o llaveros; estirar las piernas, tomar un refresco y platicar de cosas banales, como el clima, mientras se ratifica una imagen a prueba de balas: la de una pareja feliz, cómoda, relajada, aunque a sólo cuatro horas de vuelo está México con todos sus problemas. “El DF es donde se concentra el debate”, diría Marta unos días antes en Roma y es precisamente a donde se debe regresar.
Siete días antes, el lunes siete de febrero, Los Pinos y quienes dan cuenta de la información que ahí se genera, se encapsulan en el Boing 757 y a más de diez mil metros de altura y a una velocidad crucero promedio de 850 kilómetros por hora, empiezan a reflejar, hora por hora, lo que es esa suerte de realidad alterna -la de la cúpula gobernante- y cómo se percibe y redimensiona, por quienes cargan con la responsabilidad de informar a la nación.
Los periodistas que representan a medios de comunicación asentados en el Distrito Federal y que se han autoimpuesto la etiqueta de “prensa nacional”, extienden de inmediato una lógica territorial en la parte trasera del avión. Apartan los lugares para formar ínsulas a las que a lo largo de todo el viaje, de ida y de regreso, habrán de acudir los funcionarios de Comunicación Social y de la Cancillería, para “filtrar” datos o intentar orientar ciertas piezas de información, con los periodistas que les resultan más cómodos.
La primera gran afirmación se puede establecer luego de los primeros comentarios de quienes forman el equipo cercano del vocero Rubén Aguilar, quien pese a su responsabilidad no viaja en el avión presidencial. Se adelantó hace unos días y espera en Madrid, lo que permite a los funcionarios medios, como el responsable de los medios escritos o el de prensa internacional, el de logística o el responsable de los medios electrónicos, dejar escapar comentarios con fuerte carga de reproche o en detrimento de la capacidad o visión de quienes finalmente comparten la responsabilidad de la oficina.
“No existe cohesión, no son un grupo, cada quién ve sólo por sus intereses”, interpreta una reportera de un periódico el DF y sentencia: “antes no era así, antes había un poco de más formación, de más referentes culturales; ahora como que todos son improvisados”. La charla termina abruptamente, cuando la reportera se entera que su interlocutor representa a la Asociación de Editores de los Estados. “Ah, provincia”, comenta como una suerte de lamento. En las venas de algunos, aún corre la impronta de que fuera de Tenochtitlan, todo es Aztlán.
Tras doce horas de vuelo –con su respectiva escala en Bermuda- Madrid, primera escala de la gira por cuatro países del Mediterráneo. Primer evento público, La Casa de Cristal, donde irá el presidente sólo como cortesía. “Lo organizó el embajador de último momento”, explica personal de logística a los periodistas, “no está considerado ir, aunque si quieren cubrir el evento, pueden hacerlo bajo sus propios medios”. La sala de prensa es entonces la mejor opción para algunos, sobre todo si se toma en cuenta que sólo hay dispuestas ocho máquinas conectadas a Internet para los aproximadamente 35 periodistas mexicanos que acompañan a Fox.
Otra vez, la lógica territorial. Los compañeros aseguran las máquinas, las apartan, las acaparan. La sala contigua, donde Presidencia tiene dispuesta media docena de máquinas más para elaborar las versiones estenográficas se presenta como una opción, pero sólo una vez. Por la tarde la puerta está cerrada y un letrero que precisa uso exclusivo para personal de la Presidencia de la República “favor de no insistir”, deja en claro que garantizar el flujo de información no es precisamente la prioridad.
Por la mañana, el plato fuerte: Fox se reunirá con importantes empresarios españoles; sin embargo, la prensa nacional es canalizada a un salón en el segundo piso del Casino de Madrid, sin acceso directo a Fox o a los empresarios, por lo que la información que todos envían a México parte de las mismas fuentes, las versiones estenográficas que proporciona la misma Presidencia o los resúmenes que prácticamente dicta el vocero Rubén Aguilar. Por un momento estar en Madrid o en casa, esperando las versiones en propia mano o en el correo electrónico, resultan lo mismo.
Un atentado con coche-bomba de la ETA sacude un poco a la “prensa nacional”. Algo qué reportar más allá de una abultada agenda de reuniones privadas de Fox con empresarios y funcionarios, con los Reyes... habrá que esperar otro resumen del vocero. Por la tarde, Fox hace una broma a inversionistas ibéricos: “me van a extrañar”. Era lo que se necesitaba, la nota de ocho columnas para los medios de comunicación que encuentran rentable estar a la caza del “chacaleo”, palabra despectiva con que se resumen todos los comentarios “de color” con los que el presidente de la República suele ser generoso en el extranjero.
Sigue Roma. En pleno vuelo, Fox decide acudir a la parte trasera del avión para mandar un mensaje solidario al Papa Juan Pablo II. El presidente no lo puede evitar y termina por tropezar de nuevo: “Berlusconi canceló ya que está muy enfermo de influencia”. Es Vicente Fox y sus frases, sus formas, sus pronunciaciones y sus equivocaciones, pero lo notable es que nadie, ninguno de la media docena de funcionarios de la cancillería ni otro tanto de personal de Comunicación Social movió un dedo para intentar componer el gazapo. A Fox no le importa y a su equipo tampoco.
Termina Roma, con sus exitosas reuniones privadas, según el vocero Rubén Aguilar. Sigue Marruecos y en pleno vuelo, otra evidencia de aquella primera afirmación: no existe cohesión, ni visión de Gobierno; cada quién carga su propia agenda y actúa de acuerdo a sus intereses particulares. Empiezan las filtraciones: “Roma fue un fracaso, se debió haber suspendido”, dice el responsable de medios internacionales a una de las ínsulas de periodistas, mientras otros funcionarios hacen “lobby” con otros grupos de comunicadores. En quince metros de avión, al menos cuatro posturas distintas de lo que fuera una apretada agenda privada del presidente.
Llegan más versiones estenográficas y resúmenes del vocero. Toda la información bajo control directo de la propia Presidencia, aunque ésta no es una expresión monolítica ni coherente, es tantas como funcionarios y sus filtraciones. Rubén Aguilar tiene un momento y explica: “para qué aclarar, cuando la prensa ya tomó una decisión, juzgó... cuando se publica de tal o cuál manera, aunque no sea cierto, para qué aclarar... mejor al tiempo”. Notable, ya que se trata del vocero del presidente.
Marruecos y el majestuoso palacio de Mohamed VI en la capital significan el penúltimo tramo de la gira por el Mediterráneo. Más reuniones privadas, versiones estenográficas y resúmenes del vocero. La única reunión a la que tuvo acceso la “prensa nacional” fue la que sostuvo Fox con empresarios marroquíes. Distante, distraído, aburrido, Fox escucha los planteamientos de inversionistas árabes, mientras los traductores se llevan las manos a la cabeza y tras una prologada pausa reducen a un lacónico “estoy de acuerdo”, una exposición de tres minutos de un marroquí. De eso da cuenta la versión estenográfica, mas no lo que realmente dijo el empresario.
El presidente de México no se toma la molestia ni siquiera de aparentar interés. El ministro marroquí de Turismo se permite aclarar a la comitiva mexicana –en perfecto español- que la economía informal no debe considerarse como un problema, sino como una bondad, sobre todo en países que no pueden incorporar a la economía estructurada a miles, millones de personas que demandan una forma de sustento. Fox platica con el secretario Canales y ni siquiera advierte la pompa con la que el funcionario se refiere a su persona: “le agradezco excelentísimo señor presidente, su atención”...
Finalmente Argelia, bajo la misma lógica y de regreso a un México que reclama a su presidente. El domingo 13, en el hangar presidencial, se juega con los problemas que recibirían al presidente: Crisis política y de seguridad nacional... sin embargo, la imagen de cuatro horas antes, de Vicente y Marta tomados de la mano, sonrientes, permiten el arriesgue: Al presidente no le importa, a su equipo tampoco y la prensa puede manejar la información como quiera... “mejor al tiempo”.