Viena, (EFE).- Un solo y simple gen dirige todo un complejo modelo de comportamiento y orientación en torno a la sexualidad, según han descubierto científicos de la Academia de Ciencias Austríaca, quienes creen que otras facetas del comportamiento humano y animal tienen una explicación igual de sencilla.
Aunque por lo pronto lo han comprobado tan sólo en un animalito, el mosquito "drosophila melanogaster", los científicos creen disponer de la clave para nuevos conocimientos esenciales del comportamiento sexual, incluso el de seres humanos.
Barry Dickson, experto en genética de las moscas, de origen australiano pero que trabaja en el Instituto de Biotecnología Molecular de Viena, y Ebru Demir, autora de una tesis dedicada a esta materia, publican su descubrimiento en la revista de biología "Cell" del 3 de junio.
"Hemos descubierto que un solo gen determina en esos mosquitos todos los aspectos de la orientación y del comportamiento sexuales", explicó Dickson a la prensa.
El investigador califica su descubrimiento de "sensacional" porque hasta ahora los científicos no creían que toda una muestra de conducta masculina y femenina tan compleja pudiera depender de un solo factor biológico.
A consecuencia de ciertas manipulaciones genéticas, los científicos pudieron provocar cambios en el comportamiento sexual de los mosquitos del tipo drosophila.
Los machos, que normalmente "persiguen" a las hembras, se pusieron a "cortejar" a machos, y las hembras, abandonando su comportamiento pasivo de costumbre, a las del mismo o bien del otro sexo tras ser manipulados genéticamente.
Mientras se conocían hasta ahora los genes responsables de la formación de determinados órganos y sistemas orgánicos en el desarrollo de los embriones, no valía lo mismo para el comportamiento, que se consideraba demasiado complejo.
El acto sexual del mosquito "drosophila melanogaster", considerado como organismo modelo para la genética, se orienta en determinados modelos: los machos tocan a las hembras, "cantan" haciendo vibrar sus alas y lamen los órganos sexuales de la pareja, hasta que las hembras, anteriormente pasivas, reaccionan y se muestran dispuestas a la cópula.
Por lo visto, el gen decisivo para la orientación sexual existe en dos versiones, la masculina y la femenina, y al cambiar de versión se originaron giros radicales del comportamiento sexual, independientemente del sexo, que a su vez generaron una reorientación total en la distribución de los papeles sociales.
Los científicos ahora están convencidos de que lo mismo puede valer para el ser humano, así como para otras muestras de comportamiento, en especial en lo que se refiere a la agresividad, a la amistad y enemistad humanas.
En el pasado, con los métodos clásicos de la genética, se registraron pocos éxitos en lo que se refiere a la conducta congénita.