EL SIGLO DE TORREÓN
TORREÓN, COAH.- Don Isauro Martínez no pudo dejar mejor legado que el majestuoso edificio de la avenida Matamoros, orgullo no sólo de los laguneros sino de todo el país, pues es considerado uno de los más bellos por su estilo arquitectónico y las obras de arte que adornan sus paredes.
De origen zacatecano, arribó en 1898 a la entonces Villa del Torreón a la edad de 22 años, con su esposa Juana Ibarra y un bebé en camino, según relata Laura Orellana Trinidad, en el libro Teatro Isauro Martínez: su Historia y Avatares.
Dicho material será presentado este miércoles, a las 8:30 de la noche, con motivo del 75 aniversario de este recinto.
Don Isauro tuvo que abandonar la Hacienda del Mezquite, en Zacatecas, junto a su numerosa familia, cuando murió su padre, quien administraba aquellas tierras pertenecientes al conde español Diego Rul.
Tomó pues el ferrocarril en busca de un mejor futuro en la famosa villa y lo encontró. Para 1906 emprendió su primera empresa, en la que junto a su socio, Francisco J. Lozano, se dedicaba a la compra-venta de terrenos rústicos, urbanos y suburbanos y en general.
Pero como la situación se tornó difícil por el momento revolucionario que se vivía decidieron crear la Compañía Cinematográfica de Torreón, que tenía como objetivo explotar toda clase de espectáculos dentro y fuera del país y construir teatros, esta vez con el apoyo de un tercer socio: Ciro Meléndez.
La Carpa Pathé fue uno de sus primeros logros, en la que pese al gusto de don Isauro por los espectáculos artísticos y debido a los continuos enfrentamientos revolucionarios, la mayoría de las veces fungía como cine que proyectaba rudimentarias cintas.
Al tiempo que su carrera como empresario de espectáculos crecía, lo hacía también su familia, que antes de vender la carpa llegó a los diez hijos y formó su hogar en la casa que hoy ocupa el Archivo Histórico Eduardo Guerra.
Para él, los foros teatrales no podían ser vistos como un negocio cualquiera, estaba convencido de que constituían ?fuentes de educación que siguen en importancia a las escuelas y la prensa?.
Pero el ocaso de su carrera en los espectáculos llegó casi a la par del surgimiento de la Época de Oro del cine mexicano, cuando llegaron los grandes consorcios cinematográficas a la región que pronto captaron la atención del público, y terminaron por ?comerse al pez más chico?.
Don Isauro terminó por vender el Teatro Isauro Martínez a la compañía de William Jenkins, situación que hizo mella en su salud y a pesar de su fortaleza de carácter, falleció el 15 de febrero de 1956 a los 80 años de edad. De la capilla doliente lo llevaron a que estuviera frente al teatro, y ahí el cortejo se detuvo unos momentos para rendirle un homenaje.
Pero para muchos, el alma de don Isauro sigue en el teatro que construyó, lo han visto tras bambalinas, entre las pinturas de Salvador Tarazona o sentado en alguna butaca, pensando quizá que algún día el Martínez volverá a brillar como aquel siete de marzo de 1930, fecha en que abrió por primera vez sus puertas.