Después de efectuada la XXIII Conferencia de Gobernadores Fronterizos, durante los días 14 y 15 de julio del presente año, llega el momento de hacer un análisis de los resultados obtenidos, que en realidad fueron pocos o nulos, si pensamos en dichas reuniones como eventos de trabajo, que deberían ser algo más que simples actividades de relación pública y política.
El licenciado Enrique Martínez y Martínez, gobernador de Coahuila y anfitrión de la Conferencia, fue además el presidente de la misma, hecho que aprovechó inteligentemente para “salir en la foto”, con la expectativa que ésta recorriera el mundo o al menos México y el sur de Estados Unidos, y lo hizo ante la oportunidad que le ofrecía el personaje holywoodesco, el gobernador Arnold Schwarzenegger, que de botas texanas con puntas y talones plateados se dejaba adular por los asistentes, que quedaron un tanto decepcionados por su mediana estatura –a pesar de los altos tacones– y su regular complexión física, confirmando que una es la imagen ofrecida por el cine y otra la realidad.
Nuestras autoridades, con verdadero oficio político, olvidaron las afrentas que nos ha hecho el citado gobernador californiano, que acompañado de varias docenas de guardaespaldas y dos cocineros, se plantó en todo un piso de hotel, transformándolo en un búnker, cumpliendo aquello de que “las medidas de seguridad son del tamaño del miedo que padeces”.
También asistieron los gobernadores: Eduardo Bours Castelo, de Sonora; José Reyes Baeza Terrazas, de Chihuahua; José Natividad González Parás, de Nuevo León; Eugenio Hernández Flores, de Tamaulipas; Eugenio Elorduy Walther, de Baja California Norte; Bill Richardson, de Nuevo México, –quien se distinguió por su dominio del castellano–; y el propio Arnold Schwarzenegger, representando al estado de California. Desairaron el evento Janet Napolitano, de Arizona y Rick Perry, de Texas, quien mandó un video en el que habló de la importancia de eliminar las drogas, la violencia y asegurar la paz en la frontera mexicoamericana, primer pronunciamiento “novedoso”.
A partir de la inauguración, las declaraciones se pronunciaron en cascada, la mayoría con mensajes que por obvios resultaron innecesarios, lo que confirmó la intencionalidad política, que contrasta con la social, que confirma, como nunca, las diferencias entre uno y otro país. Le comparto algunas:
“Chihuahua no desestima los feminicidios”, declaración de Reyes Baeza, que en contraparte poco se comprometió en relación a la grave violencia física que ejercen los vigilantes norteamericanos contra los mexicanos pobres, que intentan cruzar la frontera y son atrapados “in fraganti”. Sin duda que el fenómeno de patología social que se da con “las muertas de Juárez” requiere respuestas efectivas, más que declaraciones ociosas, pero las defunciones de los muchos ilegales también exigen especial atención.
“No se tolerarán violaciones a las leyes de ambos países”, frase del gobernador Martínez y Martínez, que nos lleva a reflexionar: ¿acaso, en algún momento, se debieron permitir? También declaró que “...se tomarán medidas para asegurar el respeto a sus derechos humanos y seguridad”, refiriéndose a los migrantes. La pregunta es: ¿cómo? y ¿cuándo va a convencer a la contraparte?
Junto a ellos, todos, hasta los colaboradores cercanos y representantes de los gobernadores inasistentes, declararon sobre la importancia de contener el narcotráfico, la seguridad de las fronteras, el control de la migración ilegal hacia los Estados Unidos de Norteamérica, siempre en un tono que dejaba sentir la desequilibrada atención entre nuestros intereses nacionales y los norteamericanos.
Cuando hablan de luchar contra la violencia que se da en la frontera entre México y EUA, se refieren, sin duda, a la importancia de asegurar el control de la misma, no de tratar de disminuir los índices de mortalidad que se presentan entre los mexicanos desesperados que tratan de cruzarla.
El término seguridad, tiene relación con las medidas que han adoptado los vecinos del norte tratando de impedir otros actos de terrorismo, que poco tienen que ver con el derecho a la vida de los ilegales.
Luchar contra el terrorismo tiene sentido en términos de seguridad norteamericana, no en trabajo solidario para que México logre sus propósitos de mejorar la calidad de vida; eso sí, lograr que se declare “legal” la presencia de policías estadounidenses en territorio nacional, es más importante que respetar el derecho internacional o la integridad de los mexicanos.
La inequidad en el trato tiene mucho que ver con el ejercicio del poder, que lo utiliza quien lo tiene y lleva las relaciones, aparentemente diplomáticas, por el camino de sus intereses. No atendieron suficientemente el asunto de la discriminación que sufren los mexicanos asentados al otro lado de la frontera, establecidos legalmente o no, caso de California, donde son víctimas de las políticas racistas que limitan sus oportunidades en cuestiones de educación y salud, hasta las de poder manejar un vehículo automotriz.
Los grupos de protesta se hicieron presentes y fueron “atendidos” adecuadamente, caso de la “Alianza Binacional de Braceroproa”, “Braceros de la Partida”, o “Red del Suroeste para la Justicia Ambiental y Económica”. De los asuntos del agua poco se trató.
Sin embargo algo quedó de positivo: el Municipio pintó líneas amarillas y barrió calles, es más, hasta reparó algunas banquetas de la ciudad; lo malo es que sólo lo hizo en las que iban a transitar los invitados. Los policías preventivos se vieron trabajadores y eficientes, algunos hasta muy bien presentados en lo personal, tripulando las mejores patrullas de la ciudad. Desde luego que así como aparecieron se esfumaron al terminar el evento.
La derrama económica en La Laguna, especialmente en el sector de hotelería y alimentación, sirvió para aligerar un poco los malos ingresos de los citados comercios y algún beneficio habremos recibido en términos de promoción turística, aunque sea difícil de cuantificar. Por favor no trate de hacer sumas de egresos municipales y estatales contra ingresos del evento, que ni caso tiene.
Lo que empezó con serias amenazas de boicot de líderes y grupos políticos que fueron desplazados de las oportunidades para elección a cargos públicos, terminó con saldo blanco, algo que nos satisface como laguneros, que siempre queremos mostrar nuestra mejor imagen.
Queda aprender sobre el manejo de las oportunidades para beneficiarnos y mejorar nuestra posición económica, no sólo la política; lograr objetivos que nos hagan acortar, por poco que sea, las distancias entre ellos y nosotros y que ese trabajo de relación internacional se sienta en la vida cotidiana de los mexicanos, especialmente entre los más pobres. ¿no le parece?
ydarwich@ual.mx