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Va en serio

Federico Reyes Heroles

“Son las palabras el

semblante del ánimo,

por ellas se ve si el juicio es entero o quebrado”.

Séneca

Los partidos, los políticos y la política viven días de brutal descrédito. La condena ciudadana no hace excepciones: todos son igual. Cuando más algunos matices aparecen por allí, unos son vistos como menos deshonestos, otros como menos mentirosos. Ese descrédito generalizado ha traído una consecuencia nefasta: el envilecimiento de la palabra. Para qué poner atención en los dichos de los políticos, si todos mienten. Esa reacción, muy común por cierto, nos hunde aún más, equivale a extender una amplia licencia para mentir y engañar. Si no exigimos respeto a la palabra no podremos descubrir las ideas que están detrás. Comencemos entonces por allí: cero tolerancia a los lances insostenibles; cero tolerancia a la demagogia que envenena. Cualquiera que sea el origen exijamos respeto a las palabras, respeto a las ideas, respeto a nosotros mismos. Si adoptamos esa actitud el debate en 2006 puede elevarse.

El domingo pasado López Obrador dio un paso importante. Apoyado en sus “Redes Ciudadanas” lanzó sus “50 compromisos para recuperar el orgullo nacional”. En la lista hay de todo desde pronunciamientos totalmente demagógicos hasta cuestiones de fondo. De entrada el ejercicio debe ser visto con buenos ojos. Tenemos ya un documento para iniciar la discusión, hay una palabra empeñada y propuestas concretas. Ojalá y el método sirva de acicate a otros aspirantes. Con ánimo de orden las clasifiqué en tres rubros: las sugerentes, las meramente declarativas y las demagógicas. Los números serían los siguientes: 13 sugerentes, 24 declarativas y 13 demagógicas.

Sugerentes.- Otorgar becas a discapacitados pobres, puede tener un efecto liberador sobre millones de personas dedicadas a atender a parientes. Revisar la edad de jubilación, beneficia al déficit de pensiones. Crear 200 preparatorias y 30 universidades públicas, habría que revisar números, pero el rumbo es correcto. Ampliar la cobertura de estaciones culturales, habría que ver cómo financiarlas. Sembrar un millón de hectáreas de maderables, bien, es vergonzosa nuestra ineptitud maderera. Definir una política integral del agua, es tema de temas, urge. El precio deberá estar incluido. Realizar 500 mil acciones de vivienda y generar 400 mil empleos anuales, en ambos rubros el rumbo es correcto pero las metas muy mediocres en relación a las necesidades. Construir dos puertos comerciales, Salina Cruz y Coatzacoalcos, bien, el impacto del transporte en productividad es altísimo. Habría que revisar las condiciones de los estibadores y mafias aledañas. Implementar el tren bala a Estados Unidos. No se si el bala sea el correcto, lo que resulta increíble es que el autotransporte cancele la vía ferroviaria que es mucho más barata. El impacto en competitividad es fuerte. Construir el nuevo aeropuerto internacional de Tizayuca. En ese terreno nos estamos quedando muy atrás. Con la simpatía de Atenco o sin ella el de la Ciudad de México tendrá que ser revisado. Priorizar con Estados Unidos el tema migratorio, muy relevante. Simplificar el pago del ISR, de acuerdo. Concesionar la operación de bancos regionales, interesante. Todas las propuestas demandan mucho estudio, pero hay un punto de arranque.

Declarativas.- Sirven de muy poco, normalmente les falta el cómo. Otras son simplemente obligaciones del gobernante. Garantizar salario mínimo por arriba de inflación. Mejorar atención de IMSS e ISSSTE. Garantizar educación pública gratuita. Entregar de manera gratuita útiles escolares. Apoyar la investigación científica. Fomentar la práctica del deporte. Estimular la creación artística. Fomentar la lectura. Apoyar el fomento agropecuario. Fomentar la actividad pesquera. Modernizar el sector energético sin privatizar la industria eléctrica y el petróleo. ¿De dónde va a conseguir los 15 mil millones de dólares anuales? Impulsar la inversión pública y privada para obra pública y vivienda. Promover el desarrollo de las ramas industriales que generen más empleos. Frenar la emigración de las maquiladoras. Otorgar créditos para el autoempleo. Fomentar la actividad turística. Respetar la libertad de expresión y credo religioso. Garantizar la seguridad pública. Combatir el desempleo y la pobreza. Desterrar la corrupción policiaca. Hacer valer los principios de no intervención, autodeterminación de los pueblos y solución pacífica de los conflictos. Combatir a fondo la corrupción. Reordenar la deuda pública. Mantener el equilibrio macroeconómico. Impulsar un nuevo federalismo. Respetar la autonomía del Legislativo. Acatar las resoluciones del Judicial.

Lo curioso de esta lista de propuestas declarativas es la total semejanza con el discurso de muchos priistas o panistas. López Obrador trata de presentarse como de centro y para ello enumera una serie de lugares comunes. Llama la atención que respetar la autonomía del Legislativo o acatar las resoluciones del Judicial o respetar la libertad de expresión sean propósitos de Gobierno, compromisos. Paso ahora a los lances que me parecen verdaderamente irresponsables o meramente demagógicos. Reconocer los derechos de los pueblos indígenas. Ya lo discutió el Legislativo y el punto central es la aplicación de la autonomía a la coordenada territorial. Establecer la pensión alimentaria para adultos mayores. No sería más cauteloso plantear cómo resolver el agobiante problema de pensiones que arrastramos antes de prometer lo insostenible. Atención médica y medicinas gratuitas, ¿a 45 millones de mexicanos que están fuera de las instituciones? ¿Ya hicieron cuentas? Evitar la libre importación de maíz y frijol prevista en el TLC. Es de nuevo mirar para atrás. Tarde o temprano México tiene que encarar su baja potencialidad cerealera y la necesidad de ir a una profunda reconversión agropecuaria. No usar al Ejército para reprimir. Perdón, pero hay un uso legítimo del monopolio de la violencia al que ningún gobernante puede renunciar. Es su obligación hacer respetar las leyes. Son las causas las que justifican la acción. Reducir a la mitad el salario del presidente. Demagogia pura, mejor salarios realistas y públicos a apoyos indirectos. No aumentar los impuestos, no cobrar el IVA en alimentos y medicinas. La injusticia e ineficacia fiscal del país comienza por la no generalización de los impuestos. Si lo actual es lo correcto mal vamos. Resolver en definitiva el Fobaproa. Ese asunto no compete ya al Ejecutivo. ¿Qué quiere decir? No usar la Presidencia para ayudar a amigos y destruir adversarios. Pues en el PRD sí la han usado, sobre todo para lo último, de Eraclio Zepeda a Cárdenas. Someter al presidente al principio de revocación del mandato. Si se quiere caminar hacia el sistema parlamentario o semiparlamentario hay que plantearlo en conjunto. El asunto va más allá de sus funciones. Con todo y el evidente predominio de la demagogia y el vacío en las definiciones básicas, los compromisos son un avance.

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