Venecia (Italia), (EFE).- La turística Venecia, acostumbrada al fenómeno del "agua alta", ha mostrado en los últimos días una de sus caras más desconocidas, con insólitas mareas bajas que han obligado a aparcar más de una góndola.
Aunque los venecianos están habituados a que en esta época las aguas desciendan por debajo de su nivel normal, este año las altas presiones se han aliado con la posición del Sol, la Tierra y la Luna para crear extraordinarias mareas bajas, que han puesto a la vista los fangosos fondos de muchos canales.
Así, la advertencia de "Venecia se hunde" ha quedado por una vez de lado y la ciudad se ha visto sorprendida por esta inusual sequía, que ha dejado muchos canales innavegables y numerosas barcas varadas en el lodo.
Entre los afectados están los populares "vaporettos", el transporte público veneciano por excelencia, que han tenido que desviar gran parte de sus líneas para evitar canales poco profundos normalmente muy transitados.
Y es que, pese a estar preparados para la navegación en aguas bajas, estos "autobuses" venecianos, que recorren la ciudad desde hace más de 120 años, han renunciado a pasar por ríos como el de Cannaregio y el de la Scomenzera, en el centro histórico, ante la amenaza de quedar encallados.
El tráfico marítimo se ha concentrado en los cuatro kilómetros de longitud del serpenteante Gran Canal, la arteria principal de la ciudad, que con una profundidad máxima de cinco metros es uno de los pocos en los que la navegación está garantizada.
El escenario de esta singular urbe dista mucho del que aparece en las guías turísticas y ha sorprendido a los numerosos visitantes, pero los que padecen las consecuencias más graves son los propios venecianos.
En una ciudad en el que la gran mayoría de los servicios públicos, desde la recogida de basuras hasta el de bomberos, dependen de las barcas, la repentina bajada de las aguas ha creado un laberinto de canales desiertos y silenciosos.
El panorama de estos días ha dejado fuera de su elemento a los vecinos de la Ciudad de los Canales, mucho más acostumbrados a lidiar con el problema del "agua alta".
Normalmente los canales no rebasan los cien centímetros sobre su nivel normal, una cota a la que los venecianos están habituados y que no suele crear graves problemas, pero cuando rebasan ese límite gran parte de los bajos de la ciudad quedan anegados.
La última alarma por este fenómeno se produjo el pasado noviembre, cuando las mareas elevaron el nivel de las aguas hasta 135 centímetros por encima de lo normal.