Entre un buen número de priistas de Torreón se ve con preocupación que Lalo Olmos está dejando que le impongan los candidatos a regidores, sin considerar la enorme necesidad que tiene de compensar a través de esas posiciones sus debilidades. Como es natural, todos los sectores del PRI local quieren meter a su gente en las primeras regidurías en previsión de lo que pueda suceder y la rebatinga está a la orden del día. Por si esto fuera poco, lo que quedó de la otrora famosa “Burbuja”, ha buscado refugio en la estructura de campaña y se están colgando de Olmos como si fueran tarzanes y él la última liana de la selva, lo que les preocupa a muchos priistas, pues aquéllos son los mismos que contribuyeron en forma decidida a que se perdiera la pasada elección municipal. Lo que nadie entiende es para qué, entonces, Olmos buscó con tanto ahínco la candidatura si se va a dejar que lo mangoneen.
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En más de los “burbujos”, nos comentan nuestros subagentes que en la reunión que tuvieron esta semana con el candidato Humberto Moreira, algunos, como Javier Armendáriz Reyes Retana se mostraron frente a éste dispuestos a sumarse sin reticencias a su candidatura. Pero otros (u otras, como diría Fox), como Consuelo Rivas, se pusieron altaneros y hasta le pidieron que si en verdad quería su apoyo, primero los apoyara él a ellos y fue entonces cuando Rivas le pidió que le consiguiera más horas-clase como profesora. Por lo visto la mayoría de los mentados “burbujos”, convertidos ahora en simples pompas de jabón, no aprendieron la lección y siguen instalados en la soberbia y la prepotencia, sin darse cuenta que perdieron en un solo pase, toda posibilidad de figurar en los primeros planos de la política. Dígalo si no ese hecho de condicionarle el apoyo a quien los hizo “pomada” cuando se sumaron a la campaña del senador Alejandro Gutiérrez.
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Y en otros terrenos, resulta que los dos aspirinos a la candidatura del blanquiazul para la Presidencia Municipal de Torreón, José Ángel Pérez y Jesús de León Tello, aseguran a los cuatro vientos que entre ellos y sus respectivos grupos de apoyo, todo es miel sobre hojuelas y que este domingo, quién resulte perdedor habrá de alzar el brazo de su oponente con una sonrisa en el rostro y lágrimas de felicidad. Quién sabe, ya que hasta donde se conoce, no existen varitas mágicas, de esas que pudieran borrar de un solo golpe todas las zancadillas, muecas y piquetes de ojos que con singular alegría se propinaron ambos personajes. Lo cierto -como bien apunta el subagente disfrazado de menesteroso que ronda los lugares donde suelen reunirse los de corazón azul- es que el partido que hoy gobierna al municipio necesita que todos jalen parejo (y no sólo de dientes para afuera), ya que impedir una vapuleada en las urnas, así como están las cosas, no es tarea fácil.
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En la capital peronera hay quienes aseguran que en cuestión de días el gobernador Enrique Martínez solicitará al Congreso del Estado licencia para separarse del cargo ante su interés por intentar convertirse en candidato presidencial por su partido, el PRI. De entrada, el despacho del Gobernador sería ocupado por el recién nombrado secretario de Gobierno, Abraham Cepeda Izaguirre y es que a quién no le gustaría dejar a su amigo en el lugar de uno y más cuando se trata de la posición política más importante en la vida política estatal.
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A propósito de Abraham Cepeda. De todos es sabido que dentro del servicio público es una minoría la que se conduce con eficiencia, responsabilidad, entereza y sobre todo con lealtad. Sin embargo estos valores finalmente no se privilegian dentro de la esfera gubernamental. Tal es el caso del joven abogado Leonardo Alvarado, quien durante los últimos dos años y medio no sólo fue el secretario particular de Cepeda Izaguirre, sino que además era la persona más fiel a su causa, quien le cubría las espaldas, quien siempre estaba puesto y dispuesto para lo que hubiera por hacer. Sin embargo, al emigrar del Congreso Estatal a la Secretaría de Gobierno, Cepeda decidió dejar estancado a su ahora ex colaborador y evitó llevarlo consigo a su nueva responsabilidad. Como suele ser el caso en la mayoría de los integrantes de la clase política estatal, Cepeda no privilegió la capacidad de su colaborador, pero sí tuvo oportunidad de ponderar el aspecto político y aprovechando que están de moda los profesores que llegan al poder, nombró como su principal asistente a la profesora Violeta Dávila. Nada que ver, pero bueno, así es esto.
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Nuestro subagente que platica con los gorriones y las palomas, asegura que un mayúsculo escándalo protagonizó esta semana el director de Seguridad Pública de Torreón, Javier Gutiérrez Pesquera, cuando de nueva cuenta le ganó el berrinche y le renunció a don Memo, aventándole prácticamente al escritorio llaves y placa, preguntando a voz en cuello qué es lo que le falta a la primera autoridad para tomar decisiones. El incidente fue presenciado por un par de curiosos, ajenos a los quehaceres municipales y algunos directores que se esforzaron por calmar al “Colorado”, pero a la vez se pusieron furiosos por la actitud del jefe policiaco, que es más bien renegado y no es la primera vez que se hace notar con este tipo de rabietas.
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Entre los titulares de las diversas direcciones de Lerdo ha generado cierto malestar el hecho de que en todos los eventos de julio ha estado presente la hija de la alcaldesa, Rosario Castro Lozano, quien acompaña a la funcionaria a cuanto acto público tenga, así como ruedas de prensa y visitas del gobernador. Lo que resulta más incómodo para los ediles es que la joven siempre tiene un excelente sitio reservado en el presídium, mientras que los regidores quedan en las orillas y de plano los directores ni lugar alcanzan, al punto que una edil preguntaba si la muchacha ya hasta sueldo recibe, porque eso sí, se le ve más en Presidencia que a muchos regidores. Y lo que más molestó a los regidores de Lerdo no fue que se les cuestionara su salario ni que terminaran en evidencia con lo mucho que difirieron en torno a lo que decían ganar, sino que ahora sus respectivas señoras ya saben cuánto reciben, situación que, a la fecha, se las habían ingeniado para ocultar.
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El ex director de Desarrollo Económico, Juan José Ramírez, aprovecha cualquier ocasión para colarse en los eventos del Gobierno del Estado, y aunque no forma parte de la administración estatal, no puede negar que tiene un gusto por salir en todas las fotos de las giras que realiza el gobernador Ismael Hernández Deras, quien por cierto ya se cansó de pedirle que desocupe la oficina que tiene “invadida” en el quinto piso del Edificio Durango desde hace meses, incluso algunos sugieren que el gobernador tendrá que presentar denuncia por invasión para que la fuerza pública le brinde el auxilio para desalojar a este ex funcionario municipal que continúa aferrado a cobrar en la nómina estatal, aunque otros sospechan que desde siempre ha recibido un salario, gracias a su compadre el secretario de Gobierno, Ricardo Pacheco.
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Ahora resulta que ninguno de los aspirantes a conseguir una diputación local o la alcaldía de Matamoros, conocen al alcalde, Felipe Medina Cervantes. Lo que pasa es que los precandidatos en su labor de proselitismo se han encontrado con un fuerte reclamo de la ciudadanía por la actuación de la administración municipal, y en consecuencia, lo primero que hacen antes de llegar a un ejido o a una colonia, es decir “yo no lo conozco, nada tengo que ver con él”. Al que peor le ha ido en sus recorridos es a Rafael Rosales Díaz, precandidato a diputado local por el Distrito VII y ex tesorero municipal, pues la gente lo tacha de cínico y no pueden creer que busque un cargo de elección popular cuando todavía la Contaduría Mayor de Hacienda del Congreso del Estado, no lo exime de responsabilidad por el mal manejo de los recursos que culminó en el rechazo de la Cuenta Pública 2003.
